Al hijo de Zuleima lo iban a trasplantar en diciembre pero se cayó la ayuda que venía de Pdvsa

salud

El hijo de Zuleima Camacho necesita un trasplante de médula. Ya estaba listo para viajar al exterior cuando ocurrió el embargo de Pdvsa. Ha ido hasta a Miraflores y nada que consigue ayuda. Tiene esperanzas en la ayuda humanitaria.

Caracas. 300.000 pacientes crónicos. Esa la cifra que maneja la Coalición de la Organizaciones por el Derecho a la Salud y a la Vida (Codevida), producto de la emergencia humanitaria que se ha manifestado durante los dos últimos años debido a la paralización de la mayor parte de los servicios de atención médica en los centros de salud públicos, la reaparición y rápida propagación de epidemias erradicadas y el agotamiento extremo (más de 90 %)  de los inventarios de medicinas, vacunas e insumos básicos para la prevención y tratamiento adecuado de enfermedades y lesiones.

Un número redondo esos 300.000, pero al desglosarlo se ven los rostros de pacientes y familiares desesperados en su carrera por la vida. Son personas en diálisis, trasplantados, hemofílicos, con parkinson, VIH, cáncer, hipertensión pulmonar o esclerosis múltiple, que no tienen medicinas, que no pueden ser operados y que están muriendo en sus casas.

No hay edades ni condiciones económicas que esquiven esta realidad. Muchos han tenido que vender sus casas, carros, dejar sus trabajos y todo para comprar medicinas oncológicas o para llevar a su hijo al extranjero a buscar una cura.

Otros están esperanzados en las fundaciones y en las donaciones por las redes sociales. Pero nada es suficiente, y cuando creen lograrlo, viene el zarpazo.

Zuleima Camacho tiene de todo lo anterior mucho y poco. Su hijo de cuatro años necesita con urgencia un trasplante de médula, intervención que no se realiza en el país.

El niño es atendido en el hospital J. M. de Los Ríos y, desde entonces, su madre emprendió una lucha a ciegas para conseguir donantes: los padres y hermanos no son compatibles. Eso le puso cuesta arriba todo.

“Los médicos nos orientaron y nos dijeron qué hacer. Me recomendaron que fuera a Pdvsa, pues ellos podían costear la operación, un monto incalculable para nosotros. Así lo hicimos”.

Hace un año, el bebé tuvo una recaída y fue en ese momento cuando empezaron a agilizar todo el papeleo. Pdvsa consiguió que una fundación en Italia le hiciera la intervención.

Ellos iban a cubrir los gastos de traslados y exámenes. Pero las cosas no marcharon bien con todo lo de los bloqueos. Me iban a dar 850 euros para mi manutención por el tiempo que estaría allá, en diciembre a través de una videoconferencia me explicaron todo lo que se haría, y de repente se cae todo. La compañía estatal pasó el caso a la fundación Simón Bolívar, que trabajaba con Citgo y —de nuevo— viene el embargo. Quedamos por fuera. No sabemos qué hacer porque nosotros no tenemos ese dinero, contó Camacho.

De 8 niños que necesitan trasplantes, dijo que en los dos últimos meses se han muerto 3. Eso a ella la tiene mal, pues su hijo —aunque ahora está en mantenimiento con quimioterapias y gracias a Dios se encuentra estable— puede retroceder.

A eso sumó que las condiciones del hospital no son las más óptimas, no hay medicinas, ni insumos, no hay reactivos, no hay médicos especialistas, no hay enfermeras y eso aumenta el riesgo en los pacientes.

Estas dos últimas semanas ha movido cielo y tierra para buscar apoyo financiero. Fue a Miraflores y le dijeron que allí no se encargan de eso. Llegó a la Cancillería y un funcionario le dijo que no tienen presupuesto ni para la papelería interna.

Ahora, con el tema de la ayuda humanitaria en puertas, ella siente esperanzas. Cree que su caso, así como el de otros niños con patologías crónicas, puede solucionarse.


Participa en la conversación