En enero de este año se registraron dos asaltos en el parque nacional, por lo que excursionistas evitan llevar objetos de valor a pesar de tener vigilancia de la GNB.

Caracas. Dalila Escorzo mantienen su rutina de subir, cuatro veces a la semana, hasta Sabas Nieves, en el Parque Nacional Waraira Repano —El Ávila—. Esto a pesar de que el 23 de diciembre de 2017, un grupo de 10 delincuentes robó a su hermana, en el mismo trayecto que ambas frecuentan desde hace tres años.

A partir de entonces, Escorzo solo sube con lo necesario, como su koala con el agua. También algo de efectivo escondido, pues en caso de convertirse en un blanco del hampa y entregar su bolso, al menos tiene cómo regresar a su casa.

Es chimbo que uno tenga que hacer esas cosas. El Ávila se supone que es uno de los pocos sitios que hay para venir a relajarse y distraerse, pero entonces también debes estar pendiente, como en el resto de la ciudad, de las cosas que llevas encima o de que en cualquier momento puede llegar tu turno, se lamentó.

A pesar de que en la entrada del parque, en Altamira, hay un módulo de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), según los deportistas que ascienden día a día, es poca la efectividad de los funcionarios, pues solo hablan por mensajes a través de sus celulares. La vigilancia queda en segundo plano.

En enero de este año se reportaron dos asaltos a mano armada a excursionista y deportistas que visitaban la montaña. El primero de ellos ocurrió el 7 de enero, cuando un grupo de cinco antisociales robaron celulares, cámaras y efectivo a 10 personas que transitaban el sector El Picacho, según reseñó El Universal.

El segundo hecho fue el 22 de enero en el sector Piedra del Indio, donde 18 personas fueron despojadas de sus pertenencias por dos presuntos delincuentes, quienes escaparon por el sector Cachimbo.

Por ese tipo de situaciones, Carlos Arietta prefiere desconfiar de las personas a su alrededor y solo subir la montaña cuando va con algún amigo. Su mente no olvida la ocasión en la que se salvó de una emboscada cuando una persona se le acercó a pedirle una dirección.

Hace dos semanas, en la Quebrada Quintero, se nos acercó un chamo con un bolso, diciendo que estaba perdido, que él quería ir a La Pastora. Como pudimos nos alejamos de él, pero luego más adelante vimos que se acercó a un grupo, con unos bolsitos también, y los saludó a todos. Mi grupo y yo lo que pensamos es que todos ellos estaban robando a los que pasaran por el camino, porque no estaban vestidos como deportistas, recordó el muchacho.

Arietta evita llevar su celular las veces que visita el parque y se mantienen alerta cada vez que alguien se le acerca para preguntar por alguna dirección: “Analizo cada situación, dudo de todo y no confío en nadie”, sostuvo.

Según los excursionistas, los antisociales se saben los atajos y lugares solitarios del parque, por lo que aprovechan aquellos sitios que les proporcionen una escapatoria rápida, como las salidas a la Cota Mil.

Los funcionarios de la GNB solo se ven al iniciar la subida a Sabas Nieves, mientras que a lo largo del recorrido los senderos permanecen solitarios. “Considero que en cada curva debería haber al menos un funcionario, ya sea GNB o Inparques, vigilando. Tal vez no sea mucho, pero en algo debe ayudar”, indicó una deportista que mantuvo su nombre en anonimato.

Otras de las previsiones de los visitantes para evitar ser víctimas del hampa es no utilizar los atajos que ofrece el parque, ya que el camino es más solo, y si algo ocurre, no hay manera de buscar ayuda.

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