Entre dos y tres veces han recibido las comunidades marabinas las bolsas de los Clap. En Puerto Ordaz y San Félix, por su parte, la voz común es que la organización no logró enfrentar la crisis de abastecimiento. Protestas y denuncias quedaron como parte del recuerdo del 2016. 

Maracaibo/ Ciudad Guayana. La medida de la administración de Nicolás Maduro de distribuir bolsas de comida a través de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap) no solventa la crisis de abastecimiento, que obedece al declive de la producción. La asignación de paquetes, especialmente en el interior del país, es irregular y cuando llegan resulta insuficiente.

El 3 de abril de 2016, el Ejecutivo arrancó con el sistema de despacho de bolsas de comida, que junto con la importación de productos por parte de la gobernación del Zulia, hizo que las colas en los supermercados de Maracaibo disminuyeran y se situaran puntualmente en pocos establecimientos. Sin embargo, en las comunidades aseguran que no se puede contar con el beneficio del Gobierno para resolver sus comidas diarias, pues su llegada es intermitente y no contiene todo lo necesario para la subsistencia de un grupo familiar y  por tanto, terminan haciendo sacrificios para adquirir rubros a precios internacionales.

Las familias destinan casi más de la mitad de su presupuesto a la compra de alimentos, cantidad que se queda corta para cubrir la canasta alimentaria, que el Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores (Cenda) calculó en Bs. 381.032, 38 para noviembre del año anterior.

A la casa de Carlos Guevara, educador, arribó el beneficio solo en dos oportunidades en nueve meses. El consejo comunal correspondiente a su sector en el centro de Maracaibo le otorgó una primera bolsa con leche, azúcar y arroz hace cinco meses. En septiembre de 2016 pagó una segunda bolsa, pero no fue sino hasta diciembre que recibió un segundo paquete con cuatro pollos.

“Para nada ha mejorado el abastecimiento en mi casa con este sistema, porque si fuera constante, tal vez. En mi casa somos tres personas, es una familia muy pequeña pero con una bolsa no nos va a dar para vivir dos meses, tres meses”, afirma el docente.

Guevara recurre a la compra de productos colombianos para comer, por lo que se ve obligado a “matar tigres”, pues el sueldo no le alcanza.

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En Zulia, un decreto que permitió la importación de productos colombianos emitido por la Gobernación del estado en marzo hizo que los anaqueles se llenaran de artículos con un precio calculado a la tasa del mercado negro. Esta era una medida para atender a la población de sectores a los que no se les asignarían bolsas por sus altos ingresos. Pero estos abastos se hicieron vitales hasta para los de menores ingresos.

Minerva Párraga, también docente, cuenta que con su salario se las tiene que arreglar para comprar los productos importados. En su residencia, ubicada en la avenida 40 del municipio San Francisco, no llegaba la bolsa Clap desde octubre de 2016. En toda la trayectoria de los comités, recibió en dos oportunidades los alimentos distribuidos por el Estado.

“Vienen resueltas, pero ahorita tratamos de subsistir comprando caro porque ahora muy poco llegan regulados”.

En algunas colas de supermercados se generan protestas por la desviación de los productos a los Clap. La última que se reportó fue el pasado 9 de diciembre en un establecimiento de Amparo, cuando los usuarios, tras esperar varias horas para ingresar, presenciaron la salida de dos camiones con harina, mantequilla, arroz, azúcar y pasta. Los clientes exigían que se les vendieran directamente los productos pues el sistema del Gobierno les llega “cada seis meses”.

El esquema ideado por el Ejecutivo abre y rompe alternativas. En otros sectores, como La Rotaria, en los que se dificultó el acceso a los alimentos de los Comités, ofrecieron un espacio especial en un supermercado ubicado en Amparo para que la comunidad comprara con facilidad los artículos con precio regulado por el Gobierno.

“Nunca en mi vida he visto una bolsa Clap”, asegura Evelyn Gudiño, peluquera. En diciembre pasado les dieron seguridad de que les llegaría la primera un día sábado de ese mes, por lo que depositaron 4.000 bolívares, pero se quedaron esperando. “A toda mi familia, que vive en distintos sectores, tampoco le ha llegado y nos han censado como cuatro veces”, expresó

“No he conseguido nada de regulado. La harina hace mil años que no la veo y la tengo que comprar cara”, afirma la habitante del sector La Paz. “Yo no confío en nada, todo lo que dicen es mentira, no he visto ni las jornadas de venta de pernil que dijeron que iban a hacer”.

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Puerto Ordaz y San Félix: otro grano de arena para las quejas

En Bolívar se repite el mismo patrón que en el Zulia. El 26 de diciembre, cuando el presidente Nicolás Maduro decretó el 12 de marzo como Día nacional de los Clap, justamente ese día, Manuel González revisaba otra vez la bolsa de comida supuestamente navideña que le habían entregado: un aceite, un arroz, una harina, una avena y una mermelada. Nada más.

La “bolsa navideña” era una promesa de principios de diciembre del consejo comunal de su comunidad, Barrio Guayana, Puerto Ordaz. Pero en la bolsa no llegó un pernil. O un jamón planchado. O al menos unas pasas para el pan de jamón. La bolsa navideña fue aceite, arroz, harina, avena y mermelada.

Aunque molesto e indignado, González no estuvo sorprendido. De hecho, así fue todo el año anterior en ese sector: la bolsa de los Comités, ese anuncio con fanfarrias y papelillos del Presidente Maduro, solo llegó dos veces a Barrio Guayana. Ese es el compendio de lo que ocurrió en 2016 tanto allí como en el resto de Ciudad Guayana.

“Antes, nosotros consignábamos cartas a Mercal, Friosa y Pdval. Algo conseguíamos, pero después todo se vino abajo. De hecho, hubo un momento en el que nos mandaron a recoger la plata y tardaron dos semanas para llegar. Que si hay comida, que si no… y así nos tienen”, lamentó.

En Ciudad Guayana, la historia de los Comités se hilvana con denuncias sobre chantajes políticos, protestas e incumplimiento en las entregas. Por ejemplo, en la ribereña comunidad de Los Monos, Castillito (Puerto Ordaz) no fueron pocos los que denunciaron haber sido excluidos de los beneficiarios del programa gubernamental por haber firmado a favor del referendo revocatorio.

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Pero la llegada a la Alcaldía de Caroní, del pesuvista Tito Oviedo —segundo reemplazo del alcalde original, José Ramón López, acusado de corrupción y preso en el Sebin de El Tigre— convirtió a los Clap en una base de propaganda: sus boletines de prensa lo muestran constantemente entregando bolsas de comida y trajeado, además, con indumentaria partidista.

Pero como la propaganda termina anulada por la realidad, las protestas por comida han delatado las irregularidades. Como ocurrió en Barrio Guayana.

“La gente salió a formar peo porque, imagínate: seis meses esperando para que te llegue un producto de la cesta básica”.

Ahora bien, en San Félix, la mitad este de Ciudad Guayana, la situación es la misma. Para muestra, 25 de Marzo, uno de los sectores más poblados.

Moisés Pacheco, uno de los vecinos, resume el desempeño de la organización comunal con una frase común: brillan por su ausencia.

“Lo último que llegó fueron 10 kilos de zanahoria y 10 de papa. Supuestamente, el camión de la carne y del pernil lo tenían detenido en El Tigre y nunca llegó. Pero lo que nosotros vemos es que le entregan la comida es a los de ellos”.

Cuando dice “a los de ellos”, ¿se refiere a quienes?

—A los del PSUV, más que todo. A los que ellos reconocen como escuálidos no les entregan. Otros que no son del PSUV se logran meter pero muy poco. Lo que más comemos aquí es sardina y yuca. Muchos han perdido peso.

Las protestas contra los Clap fueron comunes en 2016
Las protestas contra los Clap fueron comunes en 2016

¿Y las presas?

Siguiendo por San Félix, Sergio Rivera, cuyo trabajo en Alianza Bravo Pueblo lo mueve en tres barrios: José Félix Ribas, Primero de Mayo y Vista Alegre, detalla que al menos mil familias dependen de la bolsa de los Clap para comer. Por ende, mil familias pasan hambre.

“La última vez que llegó fue hace un mes y pico. No llega de forma regular en todo el tiempo que tiene su implementación. Y tampoco es una maravilla, porque esa última vez que llegó fue en 6.000 y pico: un arroz, dos paquetes de azúcar, una Ricachicha y una mantequilla. ¿Qué se come con eso?”.

Incluso los optimistas, como Keyla Bolívar —habitante de CORE 8, en Puerto Ordaz— reconocen el retraso pero siempre dan una explicación: “las ventas las hacen por manzanas. A mí me tocó la semana pasada, pero lo que vino fue: tres paquetes de arroz, dos de azúcar, tres de harinas y un aceite” (sic).

¿Qué les dijeron sobre las proteínas?

—Nada. Solo comentarios de pasillo: que si iban a venir perniles y eso. Nunca llega ni carne ni pollo: solo víveres.

“Solución definitiva”, “justicia social” y otros apelativos ha utilizado el Gobierno para referirse a los Comités. Ni uno ni otro. Al menos en Ciudad Guayana, son sinónimo de incumplimiento. Y, a juzgar por los testimonios de la gente, de hambre. De mucha hambre.

Fotos: Cortesía Red Venezuela / Wilmer Barreto


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