Entre observaciones, comentarios y poca organización se leyeron los cuatro primeros capítulos del Plan de Ordenamiento y Reglamento de Uso de El Ávila. Las sugerencias finales fueron escritas en un papel que presuntamente será tomado en cuenta más adelante.
Caracas. De la noche a la mañana fue la convocatoria por parte del Instituto Nacional de Parques (Inparques) a la ciudadanía para que participara en el primer encuentro de revisión y actualización del Plan de Ordenamiento y Reglamento de Uso (PORU) de El Ávila, que se desarrolla en medio de una serie de denuncias por parte del sindicato de trabajadores de ese organismo tras violaciones a decretos de esta norma.
“Me enteré ayer que hoy iban a hacer esta reunión y no me quedó claro quiénes podían asistir. Cuando salió la nota de prensa dicen que se hizo la invitación a usuarios y académicos, entonces mi pregunta es a cuáles universidades se convocó”, expresó Tania Pacheco, biólogo independiente, al comenzar la actividad en el Salón de Trotadores del Parque Generalísimo Francisco de Miranda, y se cuestionaba por la poca difusión a través de las redes sociales.
Aunque el proceso debe estar compuesto por seis fases que, en primer lugar, requieren la elaboración de informes que sirvan como guía para formar mesas de trabajos, someter las decisiones a una consulta pública, aprobarlas mediante un consejo de ministros y posteriormente aplicarlas, los representantes de Inparques no tenían un diagnóstico previo de El Ávila que les permitiera trabajar en conjunto bajo una visión general.
En el decreto presidencial número 2.334 publicado el 26 de marzo de 1993 se dictó el primer Plan de Ordenamiento y Reglamento de Uso de El Ávila.
Según Argelia Silva, biólogo asesor de Inparques, el coordinador del parque nacional El Ávila, Ramón Campos, posee una documentación que sería parte del aclamado diagnóstico. Sin embargo, no asistió al encuentro porque “tenía una reunión” y se disculpó por su ausencia.
Las dudas comenzaron a surgir por parte de los conocedores del tema “¿Cómo vamos a empezar sin un diagnóstico? ¿Solo vamos a trabajar con la información que tenga Campos?”, comentaban. Otros, en cambio, pedían que se “bajaran los ánimos” y no se “politizara la situación”.
Elides Sulbarán, ingeniero forestal y conocedor del reglamento, explicó para Crónica.Uno que el Plan de Ordenamiento tiene tres elementos que lo conforman: un diagnóstico, el decreto y la cartografía –mapa donde aparece la zonificación–. “Sin el diagnóstico usted puede escribir una ley, pero nadie le garantiza que las condiciones se ajusten a la realidad y a los propósitos del área”, alertó ante la posibilidad de avanzar con la discusión legal sin poseer los estudios previos.
El silencio de Inparques llevó a quienes día a día trabajan y viven en El Ávila a elevar sus denuncias. Héctor Nieves, guardaparques con trayectoria, destacó la crisis laboral que atraviesan sus compañeros y los atropellos a los galipaneros con la construcción del teleférico que unirá El Ávila con Macuto.
[irp posts=”86486″ name=”“Inparques y la GNB carecen de logística y capacidad para la acción oportuna de prevenir y apagar incendios en El Ávila””]
Entre observaciones, comentarios y poca organización se leyeron los cuatro primeros capítulos del PORU. Las sugerencias finales fueron escritas en un papel que presuntamente será tomado en cuenta más adelante. “¿Por qué leyeron los primeros capítulos? Pues porque si ellos pretenden ampliar las actividades para meter rustiqueo, entonces necesitan cambiar esos lineamientos y directrices para ablandarlas”, comentó Sulbarán.
¿Legalización de irregularidades?
Para un especialista en Áreas Bajo Régimen de Administración Especial (Abraes), que prefirió mantenerse en el anonimato, este nuevo llamado es un “exabrupto” luego de que Inparques decidiera continuar con la autorización de la competencia de ciclismo de montaña efectuada el pasado 19 de octubre, prohibida en el decreto 276 del PORU, y se le estaría dando paso a la “búsqueda de un aval posterior a esa ilegalidad”.
A juicio del experto, el PORU no está desactualizado y modificarlo solo abrirá una “caja de pandora”.
Es necesario desmontar las pretensiones de estos usuarios deportistas que han demostrado no comprender el concepto de Parque Nacional y que solo buscan la satisfacción de un interés elitesco que nada aporta”, apuntó.
Marlene Sifontes, secretaria de organización del sindicato del Instituto Nacional de Parques, detalló que, durante la carrera, Inparques permitió que las bicicletas transitaran por vías que son estrictamente para que los usuarios caminen, ingresaron vehículos 4×4 y vendieron licor.
Sí a la actualización, no a la forma
La sindicalista no descartó que el Plan de Ordenamiento necesite una actualización, pero consideró que en esta oportunidad lo estarían usando para respaldar los daños a las propiedades de los habitantes de Galipán por la creación del teleférico, la construcción de mansiones y las invasiones que el instituto no ha logrado frenar.
“Un diagnóstico debe contener características físicas naturales, aspectos culturales, análisis de la ocupación humana en el parque, turismo y recreación en áreas específicas y una evaluación socioeconómica de la gestión institucional junto a sus objetivos”, agregó Sifontes, aspectos que no fueron mencionados durante el encuentro.
La época de sequía se acerca. Inparques solía aprovechar estas fechas para hacer los estudios de cortafuegos, revisar sistema hídrico y reconocer los implementos que necesitarán para evitar grandes incendios. Esta vez, la mirada de la institución apunta más bien a la reforma del PORU sin ofrecer grandes explicaciones.
Inparques propuso que la segunda asamblea sea el próximo 19 de noviembre, fecha en la que presuntamente instalarán mesas de trabajo y avanzarán con la discusión de los artículos del reglamento junto con más representantes de organizaciones y trabajadores que tienen el mismo fin, preservar el parque nacional El Ávila.
Participa en la conversación