El bulevar turístico, ubicado en la mitad geográfica del Litoral Central, luce solitario y abandonado a su suerte. Sus comerciantes y vecinos están empeñados en darle vida, en medio de la pandemia del COVID-19. Para este fin de semana, se espera que cientos de visitantes de Caracas lleguen al lugar.

Macuto. De aquel esplendor de los baños playeros del general Isaías Medina Angarita, las peripecias del salvavidas Quintín Longa y el prestigio del hotel Miramar, donde no cantó pero se hospedó Carlos Gardel, casi nadie habla.

Con la pandemia del COVID-19, el Paseo de Macuto, ícono turístico del Litoral Central, pareciera que ha quedado a merced del olvido.

Aún así, sus comerciantes y lugareños se niegan a abandonar este patrimonio histórico a la orilla del mar Caribe, al recorrer sus deteriorados espacios, donde tampoco hay vigilancia policial.

“No, vale, la policía solo viene algunos fines de semana para matraquear, multar a los que se dejan por bañarse en las playas y, por supuesto, para cobrar su vacuna a los comerciantes”, aseguró Josefina Cardozo, residente del sector desde hace más de 30 años.

Entre lunes y viernes, el Paseo de Macuto luce solitario, tanto que se pueden escuchar a distancia los ladridos de los perros y otros sonidos de las mascotas que son llevadas por sus amos, quienes caminan su bulevar empedrado para comprar algunos productos de la cesta básica, agua, jabón y medicinas.

Por efectos de la cuarentena, la mayoría de los negocios en el sitio tuvo que cambiar de ramo comercial para atraer, al menos, a los macuteños. Pero, otros locales, posadas y hoteles no habían abierto sus puertas desde marzo de este año. A partir del próximo fin de semana, esperan la llegada de cientos de temporadistas de Caracas, tras la flexibilización anunciada por el gobierno nacional.

Ojalá las playas del paseo se vean llenas de gente, hace falta, adelantó un vendedor de delicias marinas que manifestó que su familia se ha visto afectada por las restricciones de la cuarentena.

Paseo de Macuto
La desidia es ahora la protagonista en el Paseo de Macuto / Foto: Rafael Lastra
No recogen la basura y falta el agua

El día a día en el Paseo de Macuto también es aprovechado por sus visitantes para alcanzar los alimentos básicos que requieren sus familias.

“A veces ponen un mercadito de hortalizas y frutas, y aprovechamos en la mañana para llevar lo que falta de comida, porque en la tarde esto se pone peligroso y hasta oscuro”, relató Aurelio Pérez, quien habita en el sector La Veguita, cerca de la plaza Las Palomas y del acceso principal del sitio turístico.

Paseo de Macuto
La ausencia de temporadistas llevó a la quiebra a los trabajadores playeros / Foto: Rafael Lastra

Otros caminan o se trasladan en buses desde Caraballeda y La Guaira (localidades limítrofes con Macuto) en búsqueda de sus productos, dado que aprecian menos aglomeraciones que en los mercados de sus zonas residenciales.

“Es tranquilo aquí, no hay ese gentío; nos llevamos lo que necesitamos y evitamos contagiarnos”, resumió su experiencia Arnoldo Mayora, quien procede del sector Corapal, en Caraballeda.

No obstante, el lugar no escapa al colapso de los servicios públicos: la basura no es recolectada a tiempo por los camiones, mientras que los indigentes la persiguen entre sus bolsas plásticas; no hay luz eléctrica todos los días, y falta el agua en las tuberías de comercios y viviendas aledañas.

En el paseo ya no se ven como antes los pescadores regresando de sus faenas; una que otra vez se ponen algunos a vender un poquito de pescado y cobran en verdes o en pago móvil. Hace rato todo está muy mal, expresó Rómulo López, bombero jubilado que libera el estrés del encierro al transitar por las mañanas la zona turística.


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