El retorno de tres migrantes que decidieron quedarse y celebrar la Navidad en Venezuela

Navidad

En la víspera de la Navidad, tres vecinos regresaron a su barrio y cuentan sus vivencias, en especial, para quienes tienen intención de irse al exterior en búsqueda de mejores oportunidades. Estas son sus historias.

Caracas. Frencer Miliel, Freddy Miliel y Víctor Rivas son tres vecinos del sector Tacagua Vieja de la parroquia Sucre (Catia) del municipio Libertador que ya no son migrantes. En tierras foráneas lucharon por mejores condiciones laborales para mantener sus hogares, pero extrañar a sus familiares, la xenofobia y la pandemia los motivaron a regresar para celebrar la Navidad con sus seres queridos y quedarse en el país.

Según la última actualización del 24 de noviembre de 2021 de la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes (R4V) hay 6.038.937 personas refugiadas y migrantes de Venezuela en el mundo. Estos tres venezolanos que viven en la parroquia Sucre ya no forman parte de esas estadísticas de la diáspora.

En 2017, Frencer Miliel tenía 26 años y vivía con su esposa, Betania Blanco, y sus tres niños en Tacagua Vieja. Llevaba cuatro años trabajando en una empresa de servicios de entrega  de encomiendas en Venezuela, pero el sueldo no le alcanzaba para cubrir sus necesidades. Un día estaba almorzando y su hijo mayor, de 9 años, le preguntó cuándo se iba a Perú a trabajar porque estaba cansado de comer espaguetis con salsa rosada. Eso le partió el corazón.

Me puse a llorar y le dije a mi papá que tenía que irme, contó Frencer.

En búsqueda de una mejor calidad de vida, el 15 de agosto de 2017, Frencer se fue al Distrito de Comas, ubicado a 215 kilómetros de Lima, capital de Perú. Lo recibió su hermano Emiliano y el lunes siguiente empezó a trabajar en construcción. Se ganaba 200 soles semanales, de los cuales, mandaba 100 para Venezuela y se quedaba con 100 para pagar el alquiler y su alimentación. Recuerda que engordó porque comía espaguetis con frecuencia.

En 2019, Frencer regresó al país por un solo día. Preocupado porque tenía dos años sin ver a sus hijos y no podía cumplir la promesa de regresar, consiguió un préstamo con un amigo peruano. Sin notificarle a la familia, regresó al país un 16 de abril que se celebraba el Martes Santo por el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía.

Frencer llamó a su primo Julio César Reyes, quien sorprendido  por el regreso no anunciado, fue de inmediato a buscarlo. Su esposa —que se estaba planchando el cabello— y los niños no creían que él estaba ahí, frente a ellos. Después de besos y abrazos, subieron a Tacagua Vieja para el reencuentro con el resto de la familia.

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La alegría para los familiares de Frencer se desvaneció cuando supieron que regresó para buscar a su esposa e hijos y devolverse al Perú. El Miércoles Santo —17 de abril de 2019— salieron en avión hasta el Aeropuerto Internacional Santo Domingo, ubicado en el municipio Fernández Feo, estado Táchira, frontera con Colombia y  desde allí viajaron por tierra hasta Lima, Perú.

Los meses siguientes fueron duros porque gran parte de lo que percibía como profesor de Educación Física lo usaba para el pago del préstamo que tenía con un amigo peruano, pero la familia estaba junta y feliz.

Llegó la pandemia de la COVID-19 y estuvo cinco meses sin empleo. Sobrevivió con el pago del colegio, pero la familia decidió devolverse el 14 de noviembre.

Frencer afirma que no es fácil dejar la familia y salir de Venezuela. Además, resalta los actos de xenofobia y discriminación contra los venezolanos. Hoy, con 30 años, comenzó a trabajar con un tío y espera que 2022 sea un mejor año.

“Me quedo aquí” 

Freddy Miliel  se ganó la vida durante 16 años con la revista digital Leyenda Salsera y una microempresa dedicada al estampado de franelas para venderlas en Estado Unidos y Puerto Rico, pero ante la crisis económica no pudo seguir pagando la página y debido a problemas en la Aduana perdió la clientela.

Al quedarse sin trabajo, pidió apoyo a su hermano menor. El 9 de febrero de 2018 llegó a Lima, Perú para trabajar y enviar dinero a su esposa y cuatro  hijos, el menor tenía 4 años y el mayor 17 años.

Comenzó a trabajar como obrero en un colegio. Por sus conocimientos de computación, a los 15 días tuvo la oportunidad de trabajar en una imprenta de certificados de notas, boletas, diseño, portada de guías e información de la red de 16 planteles. Allí trabajó hasta finales de julio de 2018 porque se enfermó con un virus y duró dos meses en reposo.

Al recuperarse, compró un carrito y comenzó a vender hamburguesas, perros calientes, parrilla y a la vez consiguió un empleo en una empresa para estampar franelas, pero esto no duró mucho porque vendieron la compañía.

Para ese momento, los venezolanos recibían buen trato. “Nos tendían la mano, nos regalaron  una plancha, cosas  usadas”, contó. Mientras se dedicaba a la venta de comida, conoció una persona que le dio la oportunidad de trabajar como repartidor con  una bicicleta en una empresa colombiana de presencia internacional llamada RAPID.  A los cuatro meses obtuvo un crédito y compró una moto, con la que empezó a trabajar como delivery.

Pero, a principios del 2019, comenzó a xenofobia. “Comenzaron a vernos como una plaga. Tanto así que cuando íbamos hacer delivery te calificaban mal o llamaban  y no querían el servicio porque eras venezolano”, contó.

En 2020, cuando llegó la pandemia, la empresa que le vendió la moto le dio oportunidad para pagar las cuotas pendientes, fue reuniendo y saliendo de deudas, pero no pudo seguir con la venta de comida. Gracias a un seguro que pagó en el trabajo del colegio pudo sobrevivir algunos meses con 600 soles que tenía ahorrado, pagar alquiler y comida y no podía mandar dinero a la familia.

El l7 de julio de 2021, cuando Freddy se trasladaba con la moto fue arrollado por un conductor peruano. Sufrió lesiones en la pierna, costilla, hombro, pero por ser venezolano no recibió ayuda policial. Igualmente, no quisieron darle la denuncia por escrito, requisito que debía presentar al seguro AFP para la cobertura del accidente. Y cuando fue a la policía a retirar la moto le faltaba un cargador portátil y un portacelular.

Afortunadamente, con los ahorros que tenía, reparó la moto y el seguro cubrió gastos médicos. En  septiembre, cuando terminó la rehabilitación, Freddy decidió vender la moto y regresar a su país. Sin avisarles a sus familiares llegó el 1° de octubre para celebrar la Navidad y quedarse. Se propone retomar el negocio de estampado de franelas, de publicidad y tiene un blog donde publica eventos musicales.  Le gustaría conseguir un espacio cultural en un portal web para hablar de salsa.

Encuentro con Dios

El  3 octubre de 2018, Víctor Rivas llegó a Manta, Ecuador para quedarse uno o dos meses, pero decidió quedarse más tiempo porque ese mismo día su hermano se quedó sin trabajo y sin la posibilidad de tener un ingreso para el alquiler de la casa y alimentación para su esposa e hija.

A finales de mes, Víctor consiguió su primer empleo como vendedor de agua desde las 5:00 a. m. hasta las 6:00 p. m. Se ganaba 10 dólares diarios. Y a su hermano lo contrataron en un restaurante. En diciembre se quedaron desempleados porque el dueño del negocio metió unos amigos que llegaban de Perú. Después pintaron un apartamento y cobraron menos del valor de ese trabajo porque tenían gastos.

El 31 de diciembre se preguntaba qué hacía en Ecuador. Extrañaba a su esposa, hijas y nietas. En enero de 2019 trabajó a destajo en una herrería, vendió agua mineral, vendió jugos de tamarindo y limonadas. En mayo comenzó a asistir a una iglesia, y a leer la Biblia. Un día abrió una página del libro y se encontró con la frase  “Espera en mí” y a los cuatro días lo llamaron para una entrevista de trabajo.

Convencido de que Dios le dio una bendición, comenzó ayudar a mucha gente sin importar la nacionalidad.

El 3 de octubre de 2019, el país se encontraba sumergido en protestas debido al anuncio de ciertas medidas económicas por parte del gobierno de Lenín Moreno. Esta situación preocupó a Víctor porque en Riobamba había mucha agresividad hacia los venezolanos. Estuvo 15 días resguardados en dos lugares por las amenazas contra sus coterráneos y por el cierre de las vías.

El dueño del hotel tuvo que borrar mi registro para protegerme. Me cambiaron a una habitación hacia el fondo y abrieron un boquete para pasarme la comida, relató.

En 2020 comenzó la cuarentena y la empresa donde trabajaba Víctor cerró unos meses. Abrió en mayo cumpliendo estrictas medidas de bioseguridad, sin embargo, en junio llegó un nuevo dueño y comenzaron a botar a parte del personal.

En junio, Víctor sufrió un accidente en Guayaquil con fractura del brazo y estuvo de reposo hasta el 5 de noviembre. Ese día lo despidieron y, luego de una demanda, pudo cobrar su liquidación el 30 de ese mes.

En diciembre de 2020 sufrió dos infartos casi seguidos, uno por la noche y al día siguiente el otro. Como pudo salió de la casa en busca de ayuda. El seguro médico que tenía le permitió  pagar los 36000  dólares de la operación  del corazón. Todo lo que tenía lo gastó en comida, alquiler, tratamientos, consultas, tuvo que esperar un año para que el cardiólogo le permitiera regresar al país con una serie de recomendaciones, en ese tiempo se puso las vacunas anti-COVID-19.

Y, al igual que sus amigos migrantes, Víctor decidió regresar antes de Navidad sin avisar a los parientes. El pasaje costaba 1700 dólares. Le escribió una carta al Consulado de Venezuela en Guayaquil donde contó su situación de salud y pidió apoyo para volver a través del programa Vuelta a la Patria. Pese a que le dijeron que lo tomarían en cuenta para el próximo viaje, nunca lo llamaron.

Afortunadamente, una empleada de Conviasa le informó de un vuelo directo Guayaquil-Caracas a un costo de 415 dólares. Compró su pasaje y regresó el 4 de diciembre. Se reencontró con esposa Yajaira, hija, nietas y vecinos. Su vecino Julio César Reyes notó el cambió, “lo percibí más positivo, más alegre de lo que él era, más humano y bien conectado espiritualmente con Dios con su convicción de que la familia es lo primordial”.

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Fotos cortesía

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