En la Filven también se compra en dólares

Fuera del terreno político, la Feria Internacional del Libro también ofrece otra lectura de país, una más urgente, al menos en lo económico. Los altos costos y la poca disponibilidad de bolívares ha hecho que algunos compradores prefieran pagar en dólares los textos adquiridos en las pocas empresas independientes. Los textos oscilan entre 200 y 30.000 bolívares en la Filven.

Caracas. Sí, es un lugar amplio, en pleno corazón de la ciudad, pero parece haber poco espacio para la universalidad, para los grandes título de la literatura.  No hay Don Quijote, pero sí proliferan los Cuentos del Arañero. Los puestos rotulados con la propaganda oficial son mayoría. El lugar cobra, por donde se le mire, un aspecto ineludible de fortaleza partidista, de barricada ideológica. Vista en cenital, la Feria Internacional del Libro (Filven), que este año se realiza en la Plaza Bolívar de Caracas, está llena de pasillos de pensamientos angostos. El rostro de Chávez, creador del idilio de la revolución, se reproduce por dondequiera. Sus ojos, sus discursos y toda la entelequia roja atestan el lugar.

La actividad, cuyo propósito es reconciliar a la ciudad con la lectura, es la mayor paradoja. La mayoría de los puestos solo tiene libros para exhibir y no hay casi qué comprar, a excepción de un tímido grupo de sellos editoriales, que navegan a contracorriente en un evento que parece tener cualquier propósito, menos el de ofertar obras para la lectura. Aunque en el centro del municipio tal vez más chavista de la ciudad, la feria también tiene sus detractores.

Un hecho curioso, que desconcertó a más de uno, ocurrió la mañana de este lunes, cuando un visitante se zambulló en el stand de la Editorial Hormiguero, de la Universidad Militar, e ironizó en torno a “El Legado”, la obra que recoge las frases y pensamientos de Chávez.

—No, señorita, no pregunto por ese libro. Me refiero al legado de hambre, miseria y pobreza que dejó el infame de Hugo Chávez en nuestro país ¿Sabe dónde lo puedo conseguir? — satirizó el hombre, quien torció los ojos a un uniformado de la Guardia Nacional que hacía las veces de promotor.

Su pregunta es tal vez el reclamo de quienes cuestionan un evento que no tiene cabida para la disidencia. La oferta editorial la encabezan el Ministerio de Comunicación e Información, la Universidad Bolivariana, el despacho de Educación y todo el tren Ejecutivo de Nicolás Maduro. Además de las fundaciones Comandante Eterno Hugo Chávez, 4F y la Cámara Cubana del Libro, cuyas obras son exhibidas con cierta altivez. Eldys Baratute, escritor y portavoz de esa cámara, cree que hay mucho por hacer en el país. Asegura que el evento luce modesto, pero conserva la esencia: “mostrar con letras la revolución que se gesta en Venezuela”.

La plaza. dónde se congregan unos 100 expositores, es toda una vitrina de propaganda política. Los pasillos exhiben los dictámenes y las sentencias de un régimen que, a juicio de los venezolanos más empobrecidos, lo desafía todo. “La verdad es que he caminado por el lugar y aún no he podido ubicar un ejemplar de la Lopnna que necesito para mi hija”, se quejaba en voz alta la odontóloga Carolina Colmenares.

Fuera del terreno político, la Feria Internacional del Libro también ofrece otra lectura de país, una más urgente, al menos en lo económico. Los altos cotos y la poca disponibilidad de bolívares ha hecho que algunos compradores prefieran pagar en dólares los textos adquiridos en las pocas empresas independientes. Las operaciones se transan a cualquier hora del día, bajo la mirada de los demás compradores. La divisa corre en esa feria gubernamental.

Luis Fernández, un librero de las Fuerzas Armadas que participa de manera religiosa en cada feria, cuenta que buena parte de sus clientes prefiere comprar con dólares. El propietario de “Libros LF”, como se llama su distribuidora, reconoce que es cada vez más difícil reponer inventarios, por lo que ha tenido que recurrir a las colecciones privadas, a las bibliotecas de quienes se van, para cubrir la demanda.

Carlos Roche, un lector asiduo a la literatura universal, es parte de esa población que compra en dólares: 30 % de los venezolanos, según estimaciones de Datanálisis. “Me estoy llevando cuatro novelas húngaras por 12 dólares. Prefiero pagarlas de una vez antes de cambiar el dinero y correr el riesgo de que se me devalúe”, contaba en las afueras del puesto “Libros LF”.

En total, son 73 las presentaciones de textos pautadas para la Feria del Libro. Se presentarán 37 novedades y se llevarán a cabo 95 conversatorios, 76 presentaciones artísticas y 75 actividades para niños.

Para quienes surcan el mar de la industria editorial, el esplendor de la industria quedó anclado en los años 2010 y 2011, cuando aún existían grandes empresas como Océano y Anagrama. Desde entonces, el acceso a los dólares se ha vuelto cada vez más enrevesado para las empresas editoriales nacionales, existen trabas y al Gobierno no le conviene invertir en cultura. No hay novedades en el mercado y las editoriales locales hacen su máximo esfuerzo para no desaparecer.

“Hay pocas ofertas y variedad. La mayoría de los textos están vinculados al chavismo, a su legado y a todas las mentiras del Gobierno”, decía Yuly Montilla, docente de la UCV, quien se acercó al centro de la ciudad. En la Filven, los precios de los libros van desde 200 hasta 30.000 bolívares, según el sello y el autor de la obra.

Fotos: Sebastián García


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