Para quienes habitan en el barrio, ubicado en la periferia de la capital de Anzoátegui, el megapagón del pasado 7 de marzo fue una graduación con honores de las penurias que sufren. A las fallas de luz y de teléfono se suman los largos periodos que pasan sin recibir agua.

Barcelona.El apagón del pasado 7 marzo, que dejó a 20 estados del país sin servicio eléctrico, es percibido por los vecinos de La Ponderosa, uno de los barrios ubicados en plena autopista José Antonio Anzoátegui, como una especie de graduación con honores de los padecimientos que viven a diario.

La vecina Maggi Blanco cuenta que el agua puede tardar hasta una semana sin salir por las tuberías por lo que han tenido que acostumbrarse a comprar cisternas, algo que sólo hacían en La Ponderosa en los años ochenta, cuando se fundó el barrio.

En la casa de Blanco se puede apreciar una colección de envases de todos tipos y tamaños. Ella considera que, a sus 71 años de edad, “no es vida” tener que estar “cazando” agua para llenar cuanto envase consigue a su paso, porque los lapsos sin el líquido pueden ser prolongados.

“Yo no sé qué pasó aquí; antes salía un chorro con bastante presión, hoy es un milagro si sale agua y, de paso, cuando llega, lo que sale es un líquido marrón y hay que esperar que se asiente para poder utilizarlo. Yo no tengo dinero para comprar cisternas, aquí por lo menos tengo estos envases para conservar agua y usarla para no morirme de sed o para el baño”, explica.

Cleydis Zamora tiene 21 años y es madre de un pequeño de dos. Afirma que proceder del campo la ayudó a soportar un poco más los efectos del apagón, aunque en La Ponderosa convivir con la ineficiencia de los servicios básicos es el pan nuestro de cada día. “En el campo pasábamos hasta un mes sin luz, pero esto del agua sí es fatal porque si no tuviéramos pipotes nos moriríamos de sed. Con la luz hemos tenido problemas siempre, aquí es costumbre que se vaya hasta dos veces por semana”, dice con un tono de resignación.

También sufren por las fallas con el servicio de aseo. Aunque saben que es contaminante, los vecinos han optado por quemar la basura que generan pues los camiones recolectores no pasan por sus hogares, pese a que el organismo municipal responsable, Recibar, está a menos de dos kilómetros.

Al ser consultados sobre la inseguridad, Jorge Cortez, quien habita en la calle Bermúdez, mostró una sonrisa y de inmediato dijo: “Aquí ya no hay malandros, todos los que estaban se fueron del país”.

Un enclave consolidado

La Ponderosa es un asentamiento dividido en tres sectores, situado en la periferia de la capital anzoatiguense, vecino próximo al complejo petroquímico e industrial José Antonio Anzoátegui, mejor conocido como Jose. Quienes llegaron por vez primera vez al sector, hace cuatro décadas, desconocían que los terrenos que ocupaban en busca de una mejor calidad de vida pertenecen a la zona de seguridad del aeropuerto. Sin embargo, las autoridades dejaron crecer la comunidad y hoy son más de 20.000 familias que ven pasar sobre sus techos los pocos aviones que llegan a aeródromo barcelonés.

Julio Rivera, vecino de la calle Negro Primero del sector III, quien fue presidente de la junta de vecinos, relata que la comunidad se consolidó a mediados de los 90, cuando se realizaron las acometidas de servicios que en la actualidad quedaron en un álbum de recuerdos. “Esto pasó de ser una invasión a un barrio con una red eléctrica organizada, un servicio de agua eficiente y tiempo después la Cantv instaló toda la red de telefonía y muchos hogares gozaron del servicio, pero hoy en día cuando llega el agua es un milagro, las fallas de luz son constantes y la delincuencia hizo que los teléfonos quedaran como adorno porque se robaron todo el cableado de la red para vender el cobre”.

Al declive en los servicios se une el de las vías. En las calles de La Ponderosa pueden verse los restos del asfalto que alguna vez las cubrió. La poca capa de rodamiento que queda en algunas transversales cede ante la acumulación de tierra producto del deterioro sufrido con el paso de los años.

Tanto La Ponderosa, como las comunidades de El Viñedo, Mesones, La Orquídea y La Manzana 20 carecen de una red de aguas servidas, por lo que el pozo séptico se convierte en un elemento indispensable a la hora de construir una casa.

Los habitantes de La Ponderosa esperan que algún día las autoridades del estado que transitan por la autopista se quiten “las gríngolas” y volteen a ver las calamidades que pasan en el sector.


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