El estudio evidenció que la caída de las transferencias directas y el desempleo profundizaron la pobreza extrema. Solo 7,6 millones de personas están ocupados laboralmente y 2,3 millones tienen subempleos; el resto, aunque quiere, no logra insertarse en el mercado formal ni informal.

Caracas. “En Venezuela, quien no trabaja está casi obligado a caer en pobreza extrema”. De esa manera, el sociólogo e investigador Luis Pedro España describió parte del panorama socioeconómico depresivo del país que se mantiene desde 2014 y ha llevado a nueve de cada diez venezolanos a la pobreza.

La Encuesta Nacional sobre Condiciones de Vida (Encovi), elaborada por el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Católica Andrés Bello (IIES-UCAB), reveló que, entre 2020 y 2021, la pobreza extrema volvió a tener un repunte en la población, motivado por la crisis de movilidad a raíz de la pandemia y la falta de combustible que “afectó más a las ocupaciones y oportunidades de los pobres”.

En 2021 la Encovi calcula que el índice de pobreza extrema llegó a 76,6 %, luego de que entre 2019 y 2020 disminuyera a 67,7 %, según sus estudios. Otra causa de ese incremento, según la investigación, fue la reducción de las transferencias directas del Estado, principalmente a través de bonos, que representan entre 65 % y 76 % de los ingresos no laborales en hogares pobres y pobres extremos.

Luis Pedro España, quien es investigador principal del Proyecto Encovi, detalló que la política gubernamental de transferencias directas fue 20 % mayor para el 10 % más pobre en 2019 y 2020 que en 2021 en términos reales. Según el estudio, dos de cada tres consultados mayores de 18 años de edad recibió al menos un bono temporal en los últimos 12 meses.

45,4 % de los hogares recibió bonos mensuales en el último año y 20 % de forma quincenal. Aún así, el valor promedio de los bonos recibidos fue de $4,6, tomando en consideración que –en promedio– cada hogar tiene 1,7 miembros que reciben bonos. España explicó que la línea internacional de pobreza extrema es de $224 al mes por hogar, pero el ingreso laboral en hogares pobres extremos este año es de 36 dólares y por transferencias del Estado reciben $55, si se toman en cuenta bonos y Clap.

Encovi determinó que la pobreza multidimensional, que toma en cuenta la privación en educación, vivienda, empleo, servicios e ingresos, alcanzó a 65,2 % de la población en 2021. De las dimensiones estudiadas, solo el empleo y los ingresos del hogar registraron una leve disminución en su contribución al índice de pobreza.

Una economía inactiva e informal

El IIES-UCAB llegó a la conclusión de que, por primera vez desde que Venezuela entró en emergencia humanitaria compleja, 50 % de la población se encuentra en inactividad laboral. El sociólogo Luis Pedro España enfatizó que en 2017 la crisis económica obligó a que más miembros del hogar se incorporaran a la actividad económica, pero al año siguiente la cifra comenzó a decrecer.

Jóvenes que habían abandonado prematuramente sus estudios, mujeres que pasaban de la inactividad a laborar precariamente y adultos mayores reinsertados a la actividad rápidamente tuvieron que volver a sus hogares ante la falta de empleo y oportunidades en un país que, en siete años, perdió 79 % de su Producto Interno Bruto (PIB).

El drama laboral es tal que, según Encovi, solo 35,8 % de la población venezolana se encuentra trabajando, pero 43 % de ellos quieren trabajar más de lo que trabajan actualmente y 21 % trabaja más de 46 horas semanales. Aún así, las remuneraciones promedio no superan los $38,7 al mes. El sociólogo España determinó que en Venezuela “hay inactividad forzada”, producto principalmente de la poca demanda de trabajo y la desigualdad en funciones domésticas que afecta a las mujeres.

Del total de personas obligadas a la inactividad laboral, al menos 15 % son mujeres con hijos que no pueden buscar trabajo por tener que cuidarlos y, además, solo una de cuatro mujeres con 55 años o más es activa, pues los incentivos laborales para las mujeres cayeron al reducirse las oportunidades de empleo formal y cualificado. En 2021 solo un tercio de las mujeres está activa económicamente, lo que acentúa su desigualdad respecto a los hombres.

Entre otras variantes del sector laboral analizadas por el IIES-UCAB se encuentra que 3,5 millones de personas (16,6 % de la población económicamente activa) están en situación de desempleo desalentado, es decir, que desistieron de buscar trabajo por falta de oportunidades; 2,3 millones tienen subempleo visible, pues trabajan menos de 15 horas semanales y no encuentran más trabajos, y 700.000 personas están en desempleo abierto, disponibles y dispuestos a trabajar.

La precariedad laboral y la caída de la economía venezolana explican, a su vez, por qué entre 2014 y 2021 el empleo formal se redujo 22 % y se perdieron alrededor de 4,4 millones de puestos de trabajo, principalmente del sector público. Actualmente, solo 40 % de los ocupados trabaja en la economía formal (mitad privado y mitad público) y 51,7 % es trabajador por cuenta propia.

¿Cómo se caracterizan los no pobres?

La Encovi arrojó una serie de características que permiten diferenciar y encontrar posibles similitudes entre los sectores pobres y no pobres de la población venezolana:

  • 66 % de las personas que no son pobres están trabajando, y los que están en pobreza extrema son menos de la mitad (44 %).
  • Los años de escolaridad no discriminan de manera importante. En promedio, las personas que no están en pobreza han estudiado 11 años, mientras que la escolaridad entre los que están en pobreza extrema es de algo más de nueve años.
  • Estar ocupado en actividades que requieren cualificación, por el contrario, sí hace diferencias. 42 % de los pobres que trabajan y 21 % de los no pobres trabajan en actividades elementales, pero la proporción se invierte cuando las ocupaciones requieren calificación (17 % vs. 38 %).
  • En el sector privado el 58 % de los trabajadores están en pobreza extrema y casi 10 % son no pobres. En el público, la proporción es de 75 % vs. 4 %. En las condiciones actuales, el empleo público empobrece.
  • 2,8 % de la población activa es emprendedora o empleadora, pero es la condición en la que más probabilidad hay de no ser pobre o pobre extremo. Casi 25 % de los emprendedores o empleadores son no pobres.
  • El sector financiero (18 %), comercio (11 %) e industria manufacturera (12 %) son las actividades económicas donde hay mayor proporción de no pobres. En contraste, las actividades agrícolas (68 %), servicios como mantenimiento y limpieza (66 %) y sectores gubernamentales (67 %) concentran mayores proporciones de pobreza extrema.
  • La remuneración por hora trabajada de no pobres es de $3,38, en promedio, y supera a los $0,63 que devengan pobres extremos, pero esa brecha es mayor entre las mujeres que entre hombres. Sin embargo, la remuneración promedio por hora de mujeres no pobres es mayor que la de hombres no pobres.

Todo ello, a su vez, hace que Venezuela siga siendo uno de los países más desiguales de América, con un coeficiente de Gini de 0,567. Aún así, Luis Pedro España aclaró que la economía nacional es tan pequeña que, si se distribuyera equitativamente todo el ingreso del país entre las familias, el promedio per cápita sería de $30 por venezolano al mes, con el total de la población en condiciones de pobreza.

El problema en el corto plazo sí es de producción; si no se produce, el país seguirá siendo pobre y muy desigual. En el mediano plazo, la desigualdad sí va a generar problemas porque un eventual crecimiento económico no va a llegar a los más pobres en primer momento, dijo el sociólogo.

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