Según el director del Instituto Avance, Francisco García, las misiones chavistas han sido un desincentivo para la continuidad en la educación de jóvenes y adultos.

Caracas. Entre 2003 y 2008 el Instituto Avance, un centro de Educación de jóvenes y adultos de bajo costo, matriculaba a 1000 personas al año. Pero hoy tiene 55 alumnos. Así lo informó Francisco García, quien además de ser abogado y profesor universitario, es docente y director del instituto.

Según García, el objetivo de la educación de jóvenes y adultos –antes conocida como parasistema– es recuperar a los jóvenes que por una u otra razón han abandonado la educación regular, desde primaria hasta bachillerato.

Algunos se lanzan a la calle, otros van a trabajar y comienza un proceso de desincorporación al sistema educativo.

Una de las experiencias más enriquecedoras del docente fue cuando, estando en la universidad donde impartía clases de Derecho, lo saludó un colega a quien no reconocía.

Estudié en el liceo Avance. Hoy soy abogado y docente universitario, le dijo aquel joven.

García comentó que se ha encontrado a antiguos alumnos que trabajan en bancos u otras instituciones. Afirmó que esta modalidad de estudio reincorporó a aquellos jóvenes al sistema educativo, lo cual luego les permitió optar por la educación superior.

Sin embargo, el director considera que las políticas propulsadas por el oficialismo, desde el gobierno de Hugo Chávez, desincentivaron la formación de adultos.

Foto: Tairy Gamboa
La llegada de las misiones

La matrícula de Avance se fue reduciendo a la par que se promocionaban las misiones educativas Robinson, Ribas y Sucre.

Imitando el método cubano, la Misión Robinson buscaba enseñar a leer y escribir a sus beneficiarios en cuatro frases, y así “alcanzar la prosecución al sexto grado” de primaria. Pero luego la Misión Ribas permitía la graduación del bachillerato a los mayores de 15 años en un sistema de dos años.

García, quien fue “a más de una de esas misiones”, insistió en que los muchachos se graduaban en menos de un año. Como consecuencia, la cantidad de adultos que se inscribían en las instituciones formales para jóvenes y adultos fue mermando.

Se incorporaron a una cuestión mucho más fácil, todo estaba garantizado y el Gobierno daba becas de 200 o 300 bolívares. Crea una distorsión del sistema para graduar en un año o seis meses a 3000 y 4000 estudiantes, comentó.

Lejos de ser la política pública más efectiva los datos arrojaron que 99 % de ellos no proseguían a la universidad.

Chávez los incorporó a la universidad y eso fue catastrófico.

García explicó que, contrario al método cubano, la educación de jóvenes y adultos tiene “profesores graduados de calidad”, en vez de facilitadores.

Por otro lado, la Misión Sucre creó “aldeas universitarias” para las áreas de Agricultura y Medicina Comunitaria. En 2009 la agencia de las Naciones Unidas para la Educación y las Ciencias (Unesco) preseleccionó la Misión Sucre dentro del proyecto Mejores prácticas en Políticas y Programas de Juventud en América Latina y el Caribe, pero fue criticada por los académicos venezolanos.

Foto: Tairy Gamboa
Debe ser relanzada

La incorporación de adultos en la educación, que se atribuye a los gobiernos oficialistas por las misiones, inició con el parasistema en el primer gobierno de Rafael Caldera. Pero para García la educación de jóvenes y adultos debe ser relanzada.

La debemos relanzar porque no sabes cuántos miles de jóvenes estaban en la honda fea, dijo.

La más reciente Encuesta Nacional sobre Juventud (Enjuve 2021) indicó que 37 % de los jóvenes venezolanos no estudian ni trabajan. Aunque terminar la secundaria no es un requisito legal para trabajar, la cultura laboral privilegia a los bachilleres.

Según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi 2021- 2022) apenas 17 % de la población de 18 a 24 años todavía permanece dentro del sistema educativo.

A partir de 2016, con el inicio de la emergencia humanitaria compleja, un decaimiento en la asistencia de alumnos restó a la matrícula de todas las escuelas.

Avance es un instituto privado en el centro de Caracas de bajo costo con un sistema de pago flexible. Pero el salario mínimo venezolano, equivalente a 30 dólares, hace difícil para muchas personas agregarle una renta académica al presupuesto de muchos.

No es caro. Son 15 dólares la inscripción y 15 dólares la mensualidad. Aún así tengo dos becados, siempre he tenido, dijo el profesor.

En cuanto a la educación pública muchos planteles alojaban en las noches a una comunidad de educación de jóvenes y adultos, “pero por la inseguridad ya no hay”.

García insistió en el apoyo que los adultos deben recibir del Ministerio de Educación. Durante la pandemia de COVID-19, muchos alumnos de Avance se retrasaron en sus estudios porque no tenían dispositivos tecnológicos para afrontar la educación a distancia.

El problema no solo es monetario, es de apoyo a los jóvenes que quieren crecer.

Lea también:

Liceístas de la Escuela Técnica Mac Gregor de Coche aplazan materias por dedicarse al trabajo


Participa en la conversación