En Caracas una bolsa Clap cuesta en promedio 15.000 bolívares, pero en algunas zonas de Los Valles del Tuy su valor es 10 veces superior y llega con más retraso. Una beneficiaria dijo que la semana pasada sus productos solo fueron: seis kilos de arroz, dos kilos de pasta, un kilo de harina de maíz y 12 paquetes pequeños de fideos instantáneos. Las proteínas están ausentes desde el año pasado.

Caracas. La distribución y cantidad de alimentos que gestiona el programa gubernamental Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap) es desigual en los distintos estados y sectores del país a los que llega. Los precios varían en las comunidades, al igual que el tiempo de entrega. La oferta de productos es cada vez más escasa. La mayoría dice que recibe arroz o pasta, pero poco o casi nada que contenga proteína.

En algunas zonas de El Valle, en Caracas, la bolsa Clap cuesta Bs. 15.000, en el municipio Sucre Bs. 40.000, en La Vega también pagan Bs. 15.000, pero en algunos sectores de Los Valles del Tuy (estado Miranda) su valor es 10 veces superior: 150.000 bolívares y Bs. 60.000 adicionales por concepto de transporte.

Vecinos de La Vega cuentan que los alimentos subsidiados que distribuye el gobierno de Nicolás Maduro llegan a esa parroquia a final de cada mes, sin embargo, apuntan que “cada vez son más reducidos”. Allí los alimentos se pagaban hasta julio en Bs. 15.000 más Bs. 2000 por transporte, un cargo adicional que comenzó a cobrársele a las familias desde el año pasado aproximadamente.

En 2019 un estudio de Ciudadanía en Acción reveló que entre febrero y noviembre de ese año la distribución de las cajas Clap se redujo 77,9 %. La ONG alertaba en ese momento que varios artículos desaparecían del programa, en especial los de contenido lipídico y el atún, que es el único rubro de proteína completa que proporcionaban los Clap.

Miriam* lleva seis meses viviendo en Los Valles del Tuy, en ese período la bolsa del Clap ha llegado solo dos veces. La mujer dice que el problema además de la tardanza es la diferencia económica entre lo que pagan sus familiares en Caracas y lo que deben cancelar ellos en Miranda. Mientras en la capital los alimentos cuestan en promedio 15.000 bolívares en Los Valles del Tuy su precio es de Bs. 210.000, entre la bolsa y el transporte. “Aquí se pagó en junio y llegó la semana pasada. Las dos bolsas que he recibido vienen sin aceite, sin azúcar, sin enlatados”, dice.

Los productos que le llegaron a Miriam la semana pasada solo traían: seis kilos de arroz, dos kilos de pasta, un kilo de harina de maíz y 12 paquetes pequeños de fideos instantáneos.

Fideos instantáneos distribuidos por los Clap – Foto: cortesía entrevistados

En Petare, municipio Sucre algunos habitantes dicen que la entrega “es pareja” y que llega en promedio cada mes y medio, al igual que en las parroquias foráneas como Mariches, La Dolorita y Caucagüita. “Allí las entregan mensualmente porque es una parroquia a la que le temen por estar cerca de la autopista Gran Mariscal de Ayacucho y evitan un cierre por protestas derivadas del hambre”, explica una líder comunitaria.

Un informe de la ONG Oxfam que trabaja por la reducción del hambre en el mundo advertía en julio de este año que cerca de 14 millones de personas en Centroamérica y Venezuela ya padecían hambre antes del COVID-19. “Hoy, con el aumento de personas en inseguridad alimentaria y nutricional moderada o severa, sus condiciones son más preocupantes. Sin una alimentación suficiente ni balanceada, corren mayor riesgo de enfermarse; situación todavía más complicada para grupos con vulnerabilidades mayores”.

En Guarenas algunos residentes expresan que la bolsa les llegó la semana pasada de forma incompleta, pues solo trajo seis paquetes de arroz, un kilo de pasta, un kilo de azúcar y una harina de maíz.

En Venezuela se le ordenó a la población confinarse desde el 17 de marzo para tratar de evitar la propagación del virus, desde entonces la mayoría de las empresas y las actividades han estado paradas. La última encuesta Encovi revela que 78 % de los venezolanos no tiene posibilidades de cubrir alimentos. Un grueso de la población depende de programas como los Clap para enfrentar la pandemia.

El gobierno ha reiterado en sus alocuciones que los Clap deben caminar hacia la “soberanía alimentaria” y ser 100 % de producción local, sin embargo, esta meta sigue sin alcanzarse y los productos que llegan son de Brasil, Turquía o Guyana. Por ejemplo, en la comunidad de Paulo VI la última jornada de entrega fue el 23 de julio y la bolsa estaba compuesta por 14 artículos, entre ellos pasta y una harina de maíz fabricadas en Brasil. En esa comunidad el mes pasado su valor fue de Bs. 40.000, no obstante, a los vecinos ya se les advirtió que el precio nuevo será de Bs. 150.000.

46 % de los venezolanos asegura que recibe Clap sin periodicidad definida. Un 5 % de las personas en pobreza extrema no gozan del Clap, mientras que 22 % de los que no son pobres extremos sí se benefician del programa, revelan algunos indicadores de la Encovi.

En Rancho Grande, Manicomio, La Pastora o el consejo comunal Luisa Cáceres de Arismendi el Clap llega una vez al mes. Los vecinos relatan que de vez en cuando les venden algún combo proteico de un cartón o medio cartón de huevos, también una mortadela de pollo o un pollo entero. Antes y durante la pandemia en esa parroquia los artículos que llegan son: dos paquetes de pasta, seis paquetes de arroz, una harina de maíz, una lata de sardina, un litro de aceite y un kilo de azúcar.

Una caja o bolsa Clap fue diseñada para expender 19,14 rubros alimentarios, entre ellos: harina de maíz precocida, harina de trigo, arroz blanco, pasta alimenticia, azúcar refinada, lentejas, caraotas, atún enlatado, aceite mezcla de soya, mayonesa y productos lácteos.

Los artículos que predominan en los distintos sectores consultados son arroz, pasta, azúcar y harina de maíz en menor cantidad. El estándar inicial del programa se ha ido achicando. Desde el principio la población se ha quejado por la mala calidad de los productos Clap y por su poca variedad. Ninguno de los vecinos mencionó haber recibido atún o productos lácteos –ambos contenidos en el plan– durante estos meses.

*El nombre de la entrevistada fue cambiado por petición de la fuente.

Con información de cronistas populares y líderes comunitarios colaboradores de Crónica.Uno. 


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