Municipio Libertador en Carabobo presenta graves fallas de agua y los reclamos siguen sin respuesta

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Aun cuando el estado alberga el embalse Pao Cachinche, más de la mitad de su territorio padece problemas en la distribución del servicio.

Valencia. Carabobo es el estado en donde nace uno de los corazones del Sistema Regional del Centro, ubicado en Pao Cachinche y con una planta potabilizadora que también beneficia a Aragua y Cojedes. Sin embargo, desde 2007 el sistema dejó de cumplir sus funciones y el deterioro progresivo aumentado con el tiempo por la falta de mantenimiento ha dejado a la población carabobeña sin agua.

De hecho, en los municipios más distantes de Valencia la realidad es aún más cruda y la inversión para poner a funcionar las plantas es multimillonaria.

En el barrio Fundación CAP del municipio Libertador de Carabobo tienen un año sin agua y los habitantes llevan la cuenta de los días, por eso el 2 de marzo al menos 20 habitantes de la comunidad se acercaron hasta la municipalidad, para exigirle en tono de protesta al alcalde que les solucionara su problema.

Jorge Correa es uno de esos afectados y traía una carpeta en los brazos con cartas firmadas por la Alcaldía de Libertador, y otra de algunas radios del estado comprometidas a difundir su realidad.

Algunos llevaban pancartas con mensajes como: “Arreglen la bomba, queremos agua” y “Tenemos un año sin agua; Fundación CAP sector 2”.

Correa denunció que hace un año, cuando la bomba se dañó, la alcaldía acudió y retiró unos tubos, pero nunca los sustituyó. “Faltaban cuatro que estaban dañados”. En ese entonces los obreros dijeron que lo arreglarían, pero eso nunca ocurrió.

Fotografía: Armando Díaz.

Desde entonces han ido cuatro veces a la Alcaldía de Libertador, una vez a la Gobernación de Carabobo, y las promesas siguen en el aire.

Correa y los que acudieron a protestar no pertenecen a la junta comunal y creen que eso puede influir en la tardanza, pero la misma junta no dan respuestas sobre los avances en los trámites. Mientras tanto, ya se han registrado casos de niños enfermos con diarrea.

Pero hay otros problemas vinculado a la escasez de agua y es la economía. Correa tiene que comprar constantemente botellas, pipotes o contribuir para pagar camiones cisterna entre todos. Son servicios ofrecidos por los que ellos llaman como “los agüeros”.

Una botellita de agua potable vale $4, el tanque de 1500 litros cuesta de $7 a $12, por lo que este trabajador se cuestiona cómo pagarlos si el sueldo no rinde para cubrir las necesidades más básicas.

A veces los vecinos se comparten el agua, principalmente aquellos que tienen tanques más grandes.

Correa acusa a Alfredo Castillo, encargado de Hidrocentro en la zona, de ofrecer falsas promesas: “Fue al barrio y lo que nos dijo era que hiciéramos autogestión”. No obstante, los precios de los tubos de cuatro pulgadas son muy costosos y aunque en el barrio viven más de 2000 personas la economía hiperinflacionaria dificulta la recolección de dinero.

Algunos pudieron ver una pequeña solución conectándose a una tubería que toma agua del río El Torito, pero esa agua no es apta para beber, solo sirve para limpieza. Los que viven lejos no pueden acceder a la toma.

“El pueblo se cansa de tanto disgusto, de tanta promesa, solo digo eso”. Correa es uno de los más de 300 firmantes que aparecen en un documento para consignar en la alcaldía.

Fotografía: Armando Díaz.
O comida o agua

Beatriz García también aparece en la lista y acudió a la protesta porque está cansada, pero es un cansancio doble porque recuerda que en la última visita a la municipalidad, el 21 de enero, les dijeron que estaban de terceros en la lista y en esta oportunidad ya no saben en qué posición quedaron. Ellos creen que todo es un invento.

Lo peor es que García tiene una bebé de tres años y es una de las menores enfermas con vómito y diarrea, por lo que la higiene se complica. Con la falta de dinero tiene que debatirse entre comprar agua y comprar la comida para su bebé. “No le puedo dar una arepa sola”.

En otras oportunidades viaja en carro a 30 minutos a una urbanización llamada El Oasis para buscar agua potable. Si no, debe caminar cinco cuadras con tobos. Pero más indignante le parece la corrupción que ronda el servicio del agua. “Una vez llegó una cisterna que era para la comunidad y llegó fue a darle agua a la vocera de la junta comunal”.

Algunos tienen privilegios

Luzmarina Cárdenas también firmó y, a diferencia de algunos, le pareció una ofensa que los de la alcaldía les criticaran su protesta. “Nos dijeron que no protestáramos tan cerca de la Alcaldía de Libertador porque eso lo que era era un show”.

Sin embargo, lo que a Cárdenas le parece un show digno de una película de drama es el sufrir por la recolección de dos pipotes de agua que no sirven para todo el día y que además le venden en $3. “Si lo comprara todos los días deberían ser unos cinco”.

Fotografía: Armando Díaz.

Sobre la jefa de la junta comunal los vecinos dicen no sentirse a gusto porque no hay información de avances por parte de ella. “Pareciera como si se desentendió. Metió los papeles en un principio y luego no hizo más nada”.

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