La Sociedad Venezolana de Salud Pública Red Defendamos la Epidemiología Nacional, en su boletín del 2 de enero señala que Venezuela y Nicaragua son los dos países del continente que más han retrocedido en el propósito de alcanzar la meta de reducción de casos y muertes para 2020 por malaria: (100 %) de retroceso. Y en eso no hizo hincapié la OMS.

Caracas. La sección del Informe Mundial de Malaria 2019, dedicada a la carga de la enfermedad y sus consecuencias sobre dos grupos vulnerables y de mayor riesgo, como son las mujeres embarazadas y los niños, con datos de 2018, se concentra en los países africanos. No menciona que en todas las entidades federales de Venezuela se identifican ahora casos en embarazadas con graves consecuencias para la salud materno-infantil, y que 11 % de los casos ocurren en niños menores de 10 años.

La crítica la hace el médico José Félix Oletta, en el boletín del pasado 2 de enero de la Sociedad Venezolana de Salud Pública Red Defendamos la Epidemiología Nacional, documento en el cual desmenuza cifras que hablan del retroceso de Venezuela en la lucha contra la epidemia.

Insiste Oletta, en nombre de la red, que fundamentalmente el informe mundial presentado en diciembre de 2019 está enfocado en las experiencias, en particular, en África.

A su juicio, Tedros Adhanom Gebreyesus, director de la Organización Mundial de la Salud, en el informe mundial, destaca que en los últimos años el progreso global de la reducción de nuevos casos se ha estancado y le preocupa que la malaria está en aumento en algunos países africanos de alta carga.

“Sin embargo, no guarda la misma preocupación por el aumento indetenible de casos en Venezuela que, por segundo año consecutivo, concentra más del 50 % de los registros del continente americano y acumula tres cuartas partes de las muertes por la enfermedad. Venezuela ascendió a la posición 39 entre los países con mayor incidencia de malaria a nivel mundial”, destaca.

En el boletín del 2 de enero, alertan que en Venezuela seguramente se incumplirán los hitos críticos de control de la enfermedad como parte de la estrategia global, y los planes continentales acordados ya se ven amenazados por la exportación de casos a numerosos países vecinos.

Esta situación agravada en los últimos tres años por la migración masiva forzada de millones de venezolanos, en el entorno de la emergencia humanitaria compleja que sufre el país.

Venezuela y Nicaragua son los dos países del continente que más han retrocedido en el propósito de alcanzar la meta de reducción de casos y muertes para 2020 por malaria: (100 %) de retroceso

Y sostiene que, seguramente, será necesario para afrontar los retos extraordinarios de la malaria en Venezuela el empleo de medidas también extraordinarias, similares a los de “alta carga, alto impacto”, empleados y promovidos por la OMS en los países más afectados, para prevenir la enfermedad y salvar vidas.

“Esto no ha sido suficientemente comprendido y menos implementado por el régimen que detenta el poder en Venezuela”, denunció Oletta.

La malaria en cifras

En 2018, de acuerdo con el informe mundial, se calcula que hubo 228 millones de casos de malaria en todo el mundo, en comparación con 251 millones de casos en 2010 y 231 millones de casos en 2017.

La mayoría de los casos observados en 2018 se produjeron en la región de África de la OMS (213 millones o 93 %), seguida de Asia Suroriental con 3,4 % y la región Mediterránea Oriental con 2,1 %.

19 países en África Subsahariana e India sumaron casi 85 % de la carga mundial de malaria. Más de la mitad de todos los registros en todo el mundo se concentró en seis países: Nigeria (25 %), República Democrática del Congo (12 %), Uganda (5 %) y Costa de Marfil, Mozambique y Níger (4 % cada uno).

Entre 2015 y 2018, solo 31 países endémicos redujeron significativamente la incidencia de casos y estaban en camino de reducir la incidencia en 40 % o más en el año 2020.

El continente americano aportó casi un millón de casos nuevos, (0,41%) del total mundial en 2018, con un moderado aumento como consecuencia, principalmente del incremento de casos en Venezuela.

Por segundo año consecutivo, Venezuela sumó más enfermos que el resto de los otros 18 países con transmisión de malaria en el continente.

La tendencia al aumento de la incidencia de casos ha sido progresiva, desde el año 2000 hasta 2018, el porcentaje de casos nuevos en Venezuela en relación con el total del continente aumento 20 veces.

Lo que llama la atención a los investigadores es que el número de contagios nuevos, notificados por el MPPS a la OMS en Venezuela, en 2018, nuevamente superó los 400.000, con un leve descenso de 1,6 %, al comparar con las cifras de 2017.

Estas cifras no han sido divulgadas oficialmente en Venezuela, y sobre ellas el Informe Mundial de la Malaria no hace hincapié.

Por su parte, el informe mundial de la OMS, estima que el número de casos nuevos, fue de 471.995. “De acuerdo con nuestras estimaciones, el número total de casos en Venezuela, en 2018, fue de 788.077, al sumar las recaídas, recrudescencias, no notificados, ni diagnosticados”.

“En nuestro país, 14,4 millones de personas habitan en zonas de riesgo de transmisión de malaria, 51,3 % de la población total estimada en 2018. De ellas, 6,3 millones en municipios de alto riesgo (22,5 %) con más de un caso por mil habitantes y 8,1 millones en municipios de bajo riesgo (29 %) con menos de un caso por mil habitantes”.

En 2018, se contabilizaron 405.000 muertes por esta enfermedad en todo el mundo, comparado con 416.000 muertes estimadas en 2017 y 585.000 en 2010.

Los niños menores de 5 años son el grupo más vulnerable. En 2018, este grupo representó 67 % (272.000) de todos los decesos. 94 % de todos los fallecimientos en 2018 se produjo en la región de África de la OMS.

¿Qué hacer ante el retroceso?

Entre las acciones para controlar la enfermedad en el país está la inversión, que en Venezuela –de acuerdo con la apreciación de Oletta– fue absolutamente insuficiente en 2018.

El monto asignado por persona y por año, que vive en áreas de riesgo de malaria, durante el período 2016-2018, alcanzó solo a 0,7 dólares, (una de las más bajas del continente); solo la tercera parte de los recursos, provino de fondos del Gobierno nacional.

El monto excluye los aportes para pago de personal, los aportes subnacionales y la inversión directa de las personas afectadas.

“La actual epidemia de malaria en Venezuela, es la peor epidemia en el hemisferio occidental, en lo que va de siglo XXI. Ha ido erosionando los progresos del Programa Nacional y del Programa Continental de Control de la enfermedad, en su propósito de eliminación de malaria como parte de la meta 3 del Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas”, señaló.

De ahí que, para reducir la intensidad de la epidemia registrada en el informe mundial, es necesario utilizar medidas extraordinarias, en forma continua y masiva, mediante estrategias costo-efectivas, adaptadas a las condiciones locales.

Hasta ahora, argumentó, la respuesta ha sido inefectiva con el enfoque habitual, basado exclusivamente en el diagnóstico precoz y el tratamiento efectivo.

La disponibilidad y el acceso a los medicamentos han encontrado barreras políticas, económicas, de corrupción endémica, e ineficacia de gestión institucional, insuperables, que se han agravado por la emergencia compleja que atraviesa el país, desde hace tres años y que impiden satisfacer las demandas y necesidades de la población”.

Estas circunstancias impactan especialmente grupos vulnerables, como son las embarazadas, los niños menores de 5 años, comunidades de las etnias indígenas, personas que viven con VIH y las numerosas personas que se desplazan desde y hacia las zonas de minería

Coincidió con expertos en Malariología, que han recomendado iniciar una estrategia simultánea, destinada a fortalecer el sistema de salud, interrumpir la transmisión, reducir el número de casos y muertes.

Para ello, completó, es necesario coordinar una respuesta multisectorial, sustentada por pilares fundamentales:

  1. Crear un grupo asesor, constituido por expertos y asesores nacionales e internacionales y con participación de representantes de la sociedad civil, cuyo fin es monitorear la implementación de las intervenciones. 
  2. Ubicar todas las organizaciones que luchan contra la malaria y apoyarlas. Buscar la cooperación y asesoría externa si es requerida para la elaboración del Programa y el Plan Estratégico Nacional contra la malaria para el período 2020 a 2025.
  3. Seleccionar las intervenciones a aplicar, basadas en evidencias y de información confiable y disponible para todos los participantes, ajustadas a las características y condiciones locales. 
  4. Reducir las cargas de parásitos circulantes, mediante Múltiples Ciclos de Tratamiento en Masa, administrados ampliamente (MDA) al menos tres por año, en dos años sucesivos, en estados con alta carga de la enfermedad (Amazonas, Bolívar y Sucre).
  5. Introducir la Ivermectina como intervención piloto, estratégica para el control de la transmisión vectorial de la malaria, e indirectamente controlar otras enfermedades tropicales endémicas olvidadas. Esta estrategia llenaría la falla más importante de control de la malaria en nuestro país, como es la protección de la población durante los períodos y horarios de picadura del zancudo.
  6. Implementar mosquiteros impregnados en insecticidas residuales, adaptados a hamacas y los rociamientos intradomiciliarios, con insecticidas residuales.
  7. La respuesta nacional contra la malaria requerirá un aporte financiero sustancial y extraordinario. Para retomar el camino correcto para el control de la malaria, el país requerirá aportes financieros de fuentes públicas y privadas.

También hará falta el concurso de los gobiernos locales, de las comunidades y de las empresas mineras y de otras áreas, que sean potenciales donantes de fondo. Dada la severidad y la carga acentuada de la epidemia, según el informe mundial, se requerirá el soporte de donantes externos e internos, especializados, como el Fondo Global, OPS, USAID, el Banco Mundial, etc.


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