Sara participó activamente en las protestas del gremio de docentes, que iniciaron el 9 de enero. La directora de la escuela donde trabajaba  amenazó a Sara vía telefónica y posteriormente unos hombres armados, y encapuchados, aparecieron en su casa. No ha vuelto a su trabajo por miedo.

Caracas. Sara* era docente en una escuela pública de Caracas. Desde 2022 trabajaba “de brazos caídos” porque ganaba Bs. 190 quincenales; al mes llegaba a 500 bolívares con el bono de alimentación. Estaba desmotivada.  

A inicios de 2023 fue la única maestra de esa escuela –no se menciona por medidas de protección– que se unió a las protestas del sindicato de maestros y trabajadores públicos (que iniciaron el 9 de enero) por mejoras salariales. Sara estaba orgullosa de su lucha y se dejó fotografiar y hasta subió algunas fotos a su estado en WhatsApp. 

Pero la maestra manifestó hasta el 23 de enero. Después fue amenazada por hombres armados, y encapuchados, que llegaron de madrugada a su casa.

Foto referencial | Manuel Díaz
El amedrentamiento

A las 2:30 a. m. –se omite el día por medidas de protección– Sara escuchó un golpe en la puerta. La maestra, de 30 años de edad, junto con su familia, se había quedado a dormir en casa de su mamá esa noche. Ella vive en la casa que colinda.

Sara se asomó por la ventana y vio a un par de hombres vestidos de negro, armados y encapuchados. Al fondo había una camioneta estacionada y otros dos hombres en una moto. Ninguno estaba identificado, parecían policías pero no tenían distintivos.

Recuerda los ladridos del perro de la vecina, mientras los veía parados justo en las escaleras de la entrada.

¿Dónde está la gente que vive en la casa de al lado?, –le preguntaron los hombres.

¿Qué quieres tú con esa gente? ¿Por qué vienes a esta hora a tocarme la puerta de mi casa? ¡Váyanse!, – Gritó Sara alterada. La casa por la que preguntaban los desconocidos era la suya.

Juan*, esposo de Sara, escuchó el alboroto y salió a ver qué pasaba. Ante la insistencia de los hombres les pidió nuevamente que se fueran. Sin embargo, ellos insistieron que hacían un operativo por drogas y que tenían que dejarlos entrar. Presuntamente buscaban a una persona apodada el Gocho. Pero Juan les reiteró que debían irse porque ellos no conocían a la persona que buscaban.

Sara estaba alterada, sus hijos ya se habían despertado por el ruido. De los nervios comenzó a gritar “¡auxilio vecinos!” y en la casa de al lado prendieron las luces y gritaron.

Cuándo los tipos se dan cuenta que los vecinos estaban despiertos, le dieron un golpe a la reja y salieron corriendo a montarse en el jeep que los esperaba.  Los hombres iban con dirección a la autopista, subieron a toda velocidad, dijo Sara.

Desde esa noche Sara no duerme con tranquilidad, presume que eran civiles armados y que la buscaban a ella, porque había recibido una amenaza directa dos días antes.

maestra
Foto referencial: El gremio docente se concentro en Plaza Venezuela el lunes, 30 de enero. Foto: Manuel Díaz
Constante en las protestas

Previo a la amenaza Sara compartió por el grupo de WhatsApp de la escuela, el cual integran maestros y directivos, la convocatoria a la marcha que saldría de la Universidad Central de Venezuela (UCV) el 23 de enero.  Además envió una noticia en la que se relataba que las docentes solo trabajaban tres días a la semana, como protesta por el salario insuficiente, lo que ganan no les alcanza ni para el transporte de toda la semana.

La noche del 22 de enero, a última hora, Sara recibió una llamada de la directora de la escuela para la que trabajaba.

¿Qué es lo que quieres lograr? No vas a venir a voltearme las cuentas. Mi escuela está tranquila, todos están trabajando, la única que no está trabajando eres tú y esto va a tener consecuencias, dijo la directora.

La docente en total asistió a cinco protestas en el centro de Caracas. Junto a ella otros docentes, activos y jubilados que también protestaron de manera pacífica para exigir sus derechos laborales y un sueldo digno. A ellos se unieron diferentes gremios y los pensionados, por la misma lucha: un salario suficiente. 

Amenazas y acciones 

Edgar Machado, presidente del sindicato de maestros del Distrito Capital, aseguró que los docentes viven mucha presión en los centros educativos por ejercer su derecho a la protesta. Añadió que el Consejo de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes presuntamente visita los colegios y presionan a los docentes diciéndoles que van a relevarlos de sus cargos

Escuche el audio de Edgar Machado: 

La directora de la escuela donde trabajaba Sara la convocó a firmar un acta por los días que no trabajó por ir a protestar. Ella aceptó.

Amenazas - maestra
Foto referencial. Foto: Manuel Díaz
Renuncia

Sara ejerció la docencia durante 10 años. Ahora no quiere saber nada de su profesión, está decepcionada. Teme por la seguridad de sus hijos, quienes estudian cerca del sitio donde la amenazaron –se omiten detalles por medidas de protección a la víctima–. 

Desde ese día vive un calvario, aunque los hombres no han vuelto a su casa ella revive el pánico que sintió.  No se ha presentado más a esa escuela.

Sara tiene llagas en la boca y una fuerte alergia en el cuerpo, ella lo atribuye a la situación de estrés que atraviesa. No duerme, tiene dolores de cabeza y no logra concentrarse.

Pidió una cita en el Seguro Social para ir al psicólogo pero estamos en Venezuela y la cita se la dieron para marzo. Cree que de aquí a marzo su situación de ansiedad se agravaría mucho más. 

Cada vez que Sara escucha ladrar al perro de la vecina por la noche, siente que los hombres volvieron y la desesperación la embarga.

Los nombres y otros detalles fueron modificados por medidas de protección (*).

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