Antonio Fernández usó una pistola por primera vez a los 12 años. Fue vicepresidente del colectivo Abre Brechas de Petare y decidió salir del mundo de la delincuencia.

Caracas. A los 12 años agarré un arma por primera vez. Tenía una PPK doble acción de paseo y una Col .45. No las llevaba a mi casa, las dejaba en el barrio San Isidro y le decía a mi mamá que iba al colegio, pero iba para allá.

Antonio Fernández estudió hasta sexto grado porque le gustaba hacer cosas malas. Me gustaba el saborcito de agarrar billete fácil, rápido y decir: gasta plata que mañana consigo.

Nació y se crió en el barrio 19 de Abril, en Petare. Su mamá hizo el papel de padre porque este los abandonó cuando Antonio tenía seis años.

Por muchos años fue vicepresidente del colectivo Abre Brechas, principalmente ubicado en Petare, aunque con varios nexos en partes del país, e hizo muchas cosas feas —que prefirió no decir— aunque aclaró que jamás mató a nadie.

Yo no podía dormir tranquilo, sentía un ruido por ahí y ya agarraba ‘la foca’. Vivía con mucha presión, le decía a mi esposa que se tenía que ir unos días a casa de su mamá. A veces debía ‘garitear’ con los colectivos.

Confesó que su mentalidad era siempre ayudar a los del barrio y se dejó llevar por los miembros del grupo armado, ya que en principio fueron registrados para meterles la mano a personas con problemas de drogas y alcohol pero nunca fue así. Se sintió engañado.

Trabajábamos por las comunidades en Petare, pero cuando pedíamos apoyo de logística nos lo negaban; por eso acudíamos a comercios que resguardábamos. Le pedí ayuda a José Vicente Ávalos para actividades deportivas y me dijo que el trabajo de nosotros era ser anillos de seguridad.

Después de que hacían “sus cosas” y todo les salía bien brindaban una parrillita en el barrio, recuperaban algo que estuviera dañado, entregaban donaciones a la iglesia o compraban refrescos para los vecinos.

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Sufre la familia

Tocar el tema de su “maíta” fue el punto débil para Antonio. Paró su relato por unos segundos para secarse las lágrimas, al contar que cuando ella murió todavía estaba en ese mundo negro.

Nunca creyó que yo estuviera en los malos pasos. Me dio lo mejor pero yo quería vender droga, dijo con la voz entrecortada.

En su expediente tiene ocho prontuarios y un antecedente penal. Fue detenido por averiguación de asesinato, así como por drogas. Estuvo al borde de la muerte varias veces e hirió a muchas personas.

Con ocho días operada de la vesícula, mi mamá se fue a verme sola a Barinas, donde caí preso. Yo estaba gariteando con un compañero y la reconocí cuando andaba en la cola. Sufría ella, yo no.

Salió como varón

Antonio piensa que si Dios no se lo llevó en todas las veces que estuvo a punto de morir, fue porque tenía algo preparado para él. Por eso quiere levantar una fundación que organice actividades deportivas para niños y para el barrio.

Cuando decidió dejar el colectivo lo hizo sin acusar a nadie. Como un varón, algunos se molestaron, pero fue mi decisión.

Sus malas andanzas hicieron que mataran a uno de sus hijos y casi se divorciara de su esposa.

A sus 40 años, Antonio piensa regresar a los estudios, está trabajando en lo que sale y ha hecho varios cursos con la Gobernación de Miranda para formarse. Nunca es tarde y ahora estoy preparado para cosas buenas para mí y la comunidad.

Fotos y video: Cristian Hernández @fortunecris


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