El cineasta británico Ridley Scott presenta una historia basada en el emperador francés en la que se toma licencias en honor de la ficción.

Caracas. Napoleón Bonaparte es uno de los personajes históricos con más presencia en la cultura pop. Parodias en los Looney Tunes y los programas de Chespirito son tan solo una muestra de la amplitud de interpretaciones del militar francés, ejemplo de cómo ha calado su historia en distintos ámbitos del ideario occidental durante décadas. 

Una revisión rápida además da cuenta de las decenas de películas inspiradas en su figura, en su afán conquistador y de trascendencia.

Ahora es el turno de Ridley Scott, quien acaba de estrenar su mirada del otrora emperador francés.

Napoleón
El largometraje es uno de los más esperados del año 2023

Mucho se le ha cuestionado la inexactitud histórica de algunos puntos de la trama, pero Napoleón no escudriña en la veracidad de los hechos, sino más bien toma a un personaje del que hay infinidad de fuentes para la profundización y lo baja del pedestal para desarrollar una historia que enaltece al cine épico mientras desentraña a un militar que en su ambición sucumbe al no sobrellevar la pérdida. 

Actuación soberbia

Joaquin Phoenix interpreta a Napoleón Bonaparte. Una actuación acorde a lo que se espera de él, una figura que paulatinamente va ascendiendo hasta llegar al pináculo de su poderío, ansioso por extender lo más posible su influencia.

Napoleón
Vanessa Kirby interpreta a una mujer que se debate en un mundo regido por un hombre en conflicto

Todo ese viaje está muy vinculado con su relación con Josephine, encarnada por una camaleónica viajera Vanessa Kirby.

El principal atractivo de Napoleón es el manejo del quehacer megalomaniaco del protagonista concatenado con las escenas de las batallas, un despliegue audiovisual que en pantalla grande revitalizan la maravilla de cine en medio de la oscuridad, capaz de transportar al espectador a otros mundos.

El guion fue escrito por David Scarpa, quien ya trabajó con el cineasta británico en Todo el dinero del mundo (2017) y que también es responsable de adulterar la historia en pos de la ficción en la serie The Man in The High Castle, que presenta la narrativa de un mundo gobernado por los nazis después de ganar la Segunda Guerra Mundial. 

Los responsables de la película asumen que la historia es extremadamente conocida, por lo que se concentran en el ascenso y caída del militar, en su viaje al ostracismo después de la derrota. Y este punto es uno de los riesgos de la obra, pues abre la puerta a que por momentos haya una desconexión con el personaje, pues al no sustentar sus cavilaciones de manera más intensa, resulta por momentos en una deriva argumental que torpedea su desarrollo.

Napoleón
Las batallas de Napoleón son un espectáculo visual de principio a fin

Dista en ese sentido de Gladiador (2000), en la que Ridley Scott se toma el tiempo necesario para explicar las razones de su protagonista, a quien pone en una posición idónea para la contemplación. Claro, se trataba de un ser totalmente nuevo para el público.

Al final, el realizador británico le da su toque a Napoleón. Lo ridiculiza sin temor como un deber por la desmitificación de quien lo quiso todo. Obviamente, se pueden intuir percepciones de las viejas diferencias europeas entre británicos y franceses.


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