La película cuenta la historia de una famosa cantante llamada Uta, agobiada por una ausencia del pasado
Caracas. No es necesario leer el manga o haber visto los más de 1000 episodios de One Piece para disfrutar de One Piece Film: Red, recientemente estrenada en el país.
Cuenta la historia de Uta, una cantante muy popular, con miles de seguidores que deliran por sus canciones, por su voz. Desde que la escucharon por primera vez la admiran, y ella se dispone a debutar en concierto frente a un multitudinario público cautivado por su talento y puesta en escena.
Desde los primeros minutos, la película es atrapante por los trazos de la animación, los colores, la puesta en escena que deslumbra, pues es acorde a la espectacularidad de ese comienzo, en el que Uta brilla como estrella.
Pero ese concierto es un punto de inflexión. Alrededor de esa tarima observan no solo fanáticos, sino también personas interesadas en Uta, figuras del pasado y del presente que ven en ella más que una estrella.
Uno de ellos es Luffy, de los Piratas de Sombreros de Paja, quien atraído por la voz de la cantante ve cómo Uta es en realidad alguien importante de su infancia.
Poco a poco se descubre que la popular cantante es la hija del famoso pirata Shanks, un hecho que genera revuelo a su alrededor, y que provoca que la artista esté cada vez más a la defensiva antes de tomar la verdadera batuta en One Piece Film: Red, dirigida por Gorô Taniguchi.
Es así como el largometraje se transforma en una historia de vaivenes en sus conflictos, donde la duda es permanente sobre quiénes son en realidad Uta, Luffy y Shanks.
Por un lado, Luffy quiere recuperar a la Uta que permanece en sus recuerdos, a aquella niña que jugaba con él y que un día se fue con su padre Shanks en un viaje del que nunca volvió. Por otro lado, la Marina está pendiente de acabar con cualquier actividad pirata, a la vez que Shanks se encuentra en aparente ausencia.
Uta tomará una actitud hostil hacia aquellos que pretenden sacarla de su vida, mientras es la responsable de tener al público bajo el dominio de una especie de encanto que los hace ver una realidad de esplendor.
Es así como One Piece Film: Red es una película sobre las heridas que se cargan desde la infancia, sobre el poder de las narrativas que determinan la vida, las consecuencias de las versiones que se creen menos maliciosas, la elección de las mentiras para no lastimar a otros y la posible reconciliación.
Uta toma una posición casi tiránica porque siente que ha sido defraudada, que su idílico pasado se rompió cuando sintió que la vida se le había roto por culpa de otra persona, entonces, la voz se convirtió en una manera de expresar, pero también de planes y defensa.
A su alrededor se idean planes para contrarrestar las acciones de la protagonista, en una trama que delinea muy bien la incertidumbre en aras de un conflicto atractivo cada vez más para el público.
La animación responde a cada impulso, a los sentimientos expuestos en One Piece Film: Red, de la luminosidad a lo lúgubre, de lo lúgubre a lo incierto, de lo incierto a la efusividad, de la efusividad a la tristeza ante la verdad. Todo impulsado mucho más por una música interpretada enérgica y emotivamente por Ado, quien se adentra en cada emoción de la historia, con una voz que se pasea por toda la rigurosidad de las pasiones.
Al final, Uta y su entorno, tanto del presente como del pasado, es presa de las distintas respuestas al infortunio y las derivaciones de ciertas vilezas.
Ante lo inesperado de cómo reaccionar ante la crueldad, se pueden tomar decisiones apropiadas en su momento para evitar más dolor. Es lo que pasa con Uta, quien, ignorante ante las causas de sus pesares, crece en un mundo mientras surgen en ella resentimientos y rencores que se vuelven poderosos.
One Piece Film: Red es una película animada valiente, que brinda distintas interpretaciones ante todo lo que ocurre, que da la oportunidad de lecturas sobre la vida sin caer en la obligada corrección de sus formas, que da cabida al dolor, pero también al reencuentro. Es fácil identificarse con sus personajes, porque bien humanos que son, con sus falencias y virtudes, presentados además sin ánimos aleccionadores.
Es un largometraje conmovedor en toda su esencia, repleto de acción, reacción y el justo sosiego para digerir sus momentos más álgidos, con una simbología además alrededor de la música, en la que recaen como elemento la manifestación del arte también como herramienta para la manipulación y el afianzamiento de narrativas que tergiversan lo verdadero.
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