“Por ser trans no nos dejan entrar a los baños públicos”

No solo en el barrio un homosexual es rechazado, también en los sitios públicos como hospitales, bancos, tiendas y en el ámbito universitario es discriminado

Mabel Sarmiento Garmendia@mabelsarmiento 

Caracas. Donatella Martínez nació varón. Pero a los 14 años salió del closet y desde ese momento no volvió a usar ropa de hombre. Las carteras, las extensiones y los zarcillos forman parte de su atuendo las 24 horas del día.

Se inyecta hormonas, se mantiene delgada y trata de no ser exagerada con los gestos y con el manoteo de las manos.  Pero aún así mientras camina por el bulevar de Sabana Grande las miradas de los heterosexuales la siguen; ella se da cuenta pero parece no importarle.

“Ser transexual en Venezuela no es nada divertido. Se sufre cuando uno sale de casa y en la calle hay que enfrentar de todo. Una no puede entrar a un baño público, a menos que el vigilante se descuide. Pero por lo general trato de no ir para evitar insultos”, dijo.

Además de no poder entrar al baño de un centro comercial o de una plaza con normalidad, cuenta que tampoco va tranquila al cine, la playa o a una disco sin que hagan malos comentarios.

Y si se trata de buscar trabajo la cosa se le pone color de hormiga. “Intenté en una tienda y me dijeron que usara el pelo corto y me vistiera de varón. Me gustaría dedicarme al tatuaje pero ese mundo es muy exclusivo de los rockeros. Cuando voy a comprar algo o al banco lo que hacen es ridiculizarme. A veces le pido a la vendedora que me llame por mi apellido y a propósito gritan el nombre, por supuesto la gente se ríe. Eso no se lo deseo a nadie, es un trago amargo”.

A sus 18 años dijo estar segura del camino que lleva. De hecho si tuviera de nuevo 14 escogería ser transexual. “Vine aquí con la idea de estudiar, pero si lo hubiese podido hacer como mujer sería otra voz”.

derechos
Donatella Martínez, transexual de 18 años, siente discriminación en los sitios públicos

Por ahora de martes a viernes a partir de las 3:00 pm se dedica a su transformación. “Son tres kilos de maquillaje que me pongo en la cara, uso ropa elegante, perfumes caros. carteras y tacones bonitos. Una debe venderse bien a la clientela. Por eso me molesta cuando los travestis salen a hacer sus shows en la calle y la gente nos compara con ellos”.

Al mes gasta entre 15 y 20.000 bolívares en trajes y accesorios. Paga mil bolívares a diario en el hotel donde vive, en Sabana Grande, y por si fuera poco gasta 8.000 bolívares semanales para mantener los glúteos, colocarse las hormonas, arreglarse las uñas y las extensiones. “Es una inversión que hago en mi cuerpo, pero más difícil es sobrevivir a este mundo homofóbico”.

Violación a los derechos

Wendell Oviedo, subdirector de Venezuela Diversa, que vela por los derechos de la comunidad gay, ratificó lo dicho por Donatella.

Expresó que en los espacios públicos, puestos de trabajo, centros de salud e instituciones educativas los LGBTI son discriminados y estignatizados. Indicó que en los últimos meses recibieron denuncias de dos personas transexuales que no fueron admitidas en los Colegios Universitario de Caracas y Nuevas Profesiones.

“Los tratos desiguales y discriminación que experimentan las personas  en el ámbito educativo fueron expuestas en marzo de este año ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos,  como por ejemplo el caso de Ángelo Alfredo Prado Perdomo, un joven gay de 18 años, a quien rociaron con gasolina y prendieron fuego frente a las puertas de un liceo, en Aragua, donde buscaba cupo, causándole quemaduras de tercer grado en 30% en su cuerpo”,subrayó Oviedo. Por ese caso un vecino del joven declaró a medios de comunicación: “Aquí en este barrio no se aceptan gays”.

Detalló que esta población experimentan día a día situaciones de estigma y discriminación en contra de la diversidad sexual, incluso de funcionarios policiales, vigilancia y orden público.

En el caso de sitios privados como restaurantes y las discos la situación es más crítica. “Las expresiones de afecto, tales como caminar tomadas de la mano o abrazadas o cualquier otro gesto de cercanía son objeto de censura, burla y violencia. También está el tema de que como algunos programas de televisión nos ridiculizan, somos estereotipados y usados como fuente de burla”, finalizó Oviedo.

Foto: Cristian Hernández

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