Remos son los nuevos “motores” del transporte fluvial en el río Apure

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La falta de combustible ha ocasionado que los pescadores deban remontar el río Apure en embarcaciones a remos, con lo cual arriesgan su vida, o comprar la gasolina en divisas en el mercado negro. La escasez también ha impactado en el consumo de pescado.

San Fernando de Apure. Hace tres años comenzó la crisis de la gasolina con las colas para el surtido; entonces, Rafael Castillo, productor agrícola de la Isla Elba, kilómetro y medio río Apure adentro, hacía cola de algunas horas, pero conseguía el combustible para el motor fuera de borda de su embarcación.

Hoy día, dice: “Estamos viviendo una mala situación que no estábamos acostumbrados a vivir. Diariamente, tenemos que trasladarnos a San Fernando. a lo que nosotros llamamos canalete y otros le llaman remos, para vender nuestros alimentos, que producimos allá para comprar otros alimentos aquí en San Fernando”.

El productor agrícola de 50 años de edad, de los cuales 40 lleva en la Isla Elba, asegura que estos maratónicos recorridos fluviales a canalete, porque no tiene gasolina para su motor, son diarios desde las 6 de la mañana hasta las 6 de la tarde. Hace entre 4 y 5 viajes con una duración de una hora a hora y media, cada uno, ida y vuelta.

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Tres horas- ida y vuelta- dura un viaje en una embarcación empujada con remo entre la isla  Elba y San Fernando de Apure. Foto: Sulay García.

La isla Elba es una comunidad situada en medio del río Apure, entre San Fernando, la capital del estado, y la comunidad guariqueña de Puerto Miranda y es muy conocida en la región porque junto con la isla Catira y la isla Apurito, conforman 3 islotes de ricas tierras para la producción de caraotas, frijoles, maíz, auyama, patilla y melón.

El agricultor calcula que alrededor de 1000 familias entre las tres islas, por causa de esta escasez de combustible, están poniendo su vida en riesgo cada vez que atraviesan las bravías aguas del extenso río para ir a San Fernando a vender el producto de sus siembras y a comprar alimentos.

Esta rutina es de domingo a domingo porque lo que vayamos a comprar en gasolina, que nos están vendiendo un litro hasta en 3 dólares, nos sirve para comprar 2 kilos o 3 kilos de arroz y algo más para llevar para la casa”, explica el trabajador del campo.

El pasaje, por el traslado de isla Elba a San Fernando por el río Apure y viceversa, se incrementó de 15.000 a 200.000 bolívares “y todos los días aumenta, hay que pagarlo en efectivo y sino, uno colabora con un kilo de arroz, un espagueti, una harina o cualquier cosa”, detalla.

La escasez de gasolina ya ha cobrado vidas. En uno de estos riesgosos traslados a canalete, recientemente perdieron la vida tres familiares de Rafael Castillo.

Rafael Castillo
Dos sobrinos y un cuñado de Rafael Castillo murieron ahogados en las aguas del turbulento río.  Foto: Sulay García.

En un traslado así perdí a dos sobrinos y a un cuñado, que fallecieron en el río por culpa de que nos vinimos cargados. Nos trambucamos (volteamos) y se ahogaron. Uno siempre se encomienda a Dios y lo hace por la necesidad porque si no tuviéramos necesidad, en verdad no lo hiciéramos”, relata Castillo.

Yonathan Castillo, sobrino de Rafael, vive más adelante, en la isla Catira y está tostado por el sol porque es transportista fluvial. Asegura que el agotamiento que producen los viajes a canalete también juega en contra y constituye un riesgo para transportistas y pasajeros que transitan por el río Apure.

El joven describe los riesgos que enfrentan a diario con cada viaje entre la isla y San Fernando. “Uno no tiene descanso porque de allá tiene que venir todos los días para acá a comprar y luego irse otra vez y rogando a Dios que no esté el río tan bravo porque si no es un riesgo, porque uno va cargado y es un riesgo para remontar agua arriba, con esa corriente es demás de malo”.

Comenta, además, que: “Este es un trabajo demasiado forzado, yo no sé qué es lo que pasa con este gobierno, esto nos tiene acabados, acabados, acabados”, enfatiza.

Escasez de combustible y naturaleza afectan zafras de pescado y patilla
A la escasez de gasolina se sumó este año la crecida del río que no permitió la ribazón de peces, usual en la bajada del río a finales de agosto y durante los meses de septiembre a diciembre.

La creciente de borda a borda también impidió la formación de playones o vegas que se forman a la orilla del río con sedimentos ricos en nutrientes y que son tradicionalmente usadas en San Fernando para cultivos de ciclo corto como patilla, melón, maíz y caraotas.

Luis González, productor agrícola, fue uno de los pocos afortunados que logró cosechar caraotas porque no sembró directamente en los playones sino campo adentro en isla Catira, sin embargo, tiene problemas para terminar de cosechar y vender sus granos debido a la gasolina.

Tengo seis hectáreas de caraotas que se están secando, pero no hallo qué hacer porque necesitamos fumigarlas, necesitamos gasolina. Además, para sacarlas es un riesgo, si nada más para venir para acá venimos 20 personas en una canoa a canalete y eso es un riesgo total, imagínense cargados”, señala.

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Luis González pide solventar el problema de la gasolina. Foto: Sulay García.

El hombre cuestiona: “Nosotros no estamos incluidos en el presupuesto de la gasolina y necesitamos que alguien se aboque a esto y que haga algo por nosotros”.

Del otro lado, y afectada por la gasolina y la naturaleza, se encuentra Maryuri Bársena, vendedora de pescado en la avenida perimetral de San Fernando.

Esta maestra que vende pescado porque no puede mantener su familia con su sueldo, dice: “El año pasado en este sector había más de 12 puestos de venta de pescado, este año sólo hay 2 debido a que no hay pescado por la crecida del río y porque el Gobierno tampoco dio los permisos para la gasolina de la pesca”.

Explica Maryuri que con la gasolina los pescadores pueden movilizar sus embarcaciones hacia las sabanas y esteros, que son ramificaciones del río donde se localizan los peces, pero que sin combustible sólo pueden pescar en las riberas hasta donde se los permita el canalete, lo cual encarece lo poco que se consigue.

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Maryuri Bársena es maestra y también vende pescado para obtener  un mayor ingreso. Foto: Sulay García.

El kilo de pescado que el año pasado costaba Bs. 300.000, hoy día cuesta entre dólar y medio a 2 dólares”, asegura la vendedora.

Sostiene, además, que: “Este año, tampoco ha podido salir ni una cava de aquí de Apure a llevar pescado para el centro”, en referencia a ciudades como Caracas, Maracay y Valencia, destino usual de la zafra de pesca apureña.

Las vegas de isla Apurito, Diamantico y la vía perimetral también estuvieron inundadas hasta hace una semana atrás, por lo que la temporada de patilla y melón se retrasó y los vendedores tuvieron que buscar la fruta en la población vecina de Guayabal, estado Guárico.

“Nos cuesta mucho conseguirla, los pocos que tenemos puestos de patilla es porque las traemos de Guayabal y en carros de gasoil, porque gasolina es imposible”, expresa Eglis Solórzano, vendedora.

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Eglis Solórzano puede vender patilla porque la trae de Guárico. Foto: Sulay García.

Un apureño resume la situación de la siguiente forma: “En el estado Apure no se alcanza a contabilizar el impacto económico y social que ha tenido el desabastecimiento de gasolina, sin embargo, los habitantes de esta región llanera caminan porque no hay transporte público. Arriesgan su vida en embarcaciones a canalete porque no hay fuera de borda. Han dejado de consumir pescado, porque esta tradicional proteína local desapareció de su plato, ha disminuido su consumo de cosechas típicas porque no hay como trasladarlas”.

Agregó: “Han dejado de dormir y tener una relativa seguridad por permanecer días y noches en la cola de una estación de servicio, han dejado de usar sus vehículos porque si no tienen dólares para comer, mucho menos para pagar gasolina en el mercado negro”.


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