Pescadores de la entidad indicaron que solo tienen un cupo asignado de 120 litros de gasolina que reciben de manera fraccionada. Esa cantidad de combustible les limita las salidas de faena y, por ende, la oferta de especies es limitada al consumidor. Para salir cinco días de pesca, un bote debe contar con una provisión de 500 litros de gasolina, y para reunir esa cantidad de carburante los pescadores deben esperar mínimo tres meses, lo que hace inviable el método.

Barcelona. “Vamos a tener que montar a la gente de Insopesca y la Armada en los botes para llevarlos de faena y enseñarles cómo es el trabajo de la pesca, porque no entendemos por qué nos tienen en esta situación”. La afirmación pertenece a Neida Rivas, miembro del Conppa (Consejo de Pescadores y Acuicultores) del Casco Central de Lechería, ante la situación que viven los pescadores de la zona. 

Rivas asegura que de cara a la Semana Santa será complicado llevar el tradicional alimento a las mesas de los anzoatiguenses, en especial para aquellos que preparan el tradicional cuajao oriental, puesto que las restricciones para echar combustible complican las labores de la faena pesquera. 

La dificultad a la que se refiere Rivas se muestra en los diferentes locales de venta de pescado en la zona norte de Anzoátegui. En un recorrido realizado por el equipo de Crónica.Uno, se evidenció que la oferta de especies al consumidor es prácticamente limitada. Lamparosa, cojinúa, cabaña blanca y sardinas es lo que más se ofrece a los anzoatiguenses en los mercados y puestos ambulantes. Y la principal razón, afirma Rivas, se remite a la poca cantidad de combustible que reciben los pescadores. 

Igual que los transportistas de carga pesada, los pescadores también tienen una cantidad de combustible establecida para surtirse. Esto, añade Rivas, les complica el trabajo y, por ende, la producción, lo que se traduce en la poca oferta de especies para el consumidor. 

Según Rivas, los pescadores tienen acceso a 120 litros de gasolina, que reciben de manera fraccionada, 60 en un primer despacho y luego los 57 botes inscritos en el Conppa de Urbaneja tienen que esperar entre cinco y siete días, para poder recibir los 60 litros restantes. “Esto así no sirve”, señala. 

Estamos graves. Si no se soluciona el problema de combustible, no podemos garantizar que el pueblo tenga pescado ahora en Semana Santa y los días posteriores. Nos hemos reunido y les hemos explicado a la gente de Insopesca y la Armada, que son los encargados de surtirnos, cómo es la faena, pero ellos no entienden. Ese sistema así no sirve para nosotros”, sostuvo.

Luis Peláez es uno los 52 capitanes de botes pesqueros inscritos en el Conppa de Lechería, y sostiene que a raíz de las restricciones con el combustible, el pasado 23 de marzo, apenas siete de los 52 botes pudieron salir de faena y esto porque, afirma: “Tuvimos que inventarnos una para poder salir”. 

Para salir tuvimos que reunir el combustible entre varios y así irnos de faena. Nosotros para salir de faena cinco días necesitamos alrededor de 500 litros de gasolina, que un solo bote reúna esos 500 litros nos tomaría prácticamente como tres meses y así no podemos trabajar. Cómo garantizamos el alimento a la gente, e incluso a la comunidad cercana, si no podemos salir”, sostiene.

La realidad de los pescadores de Urbaneja contrasta con los anuncios del ministro de Pesca, Juan Laya, quien aseguró que para Semana Santa de tiene previsto activar el Plan Pescado 200 con la finalidad de distribuir la proteína en todo el país.

Destino “vedado”

Rivas asegura que debido a la medida de restringir el despacho de gasolina, la pesca se ha limitado a zonas cercanas y se ha dejado de ir a otras áreas, como La Tortuga, lo que también contribuye a que la variedad de especies ofertadas sea limitada.

“A raíz de todo esto, hace un año nosotros no vamos a La Tortuga. De allí, por ejemplo, traemos el pescado salado. Pescábamos ya sea el cazón, el atún, etc., lo salábamos y nos regresábamos; ahora eso es imposible sin gasolina. Nosotros nos adentrábamos 50 millas náuticas para pescar, pero con lo que nos surten de gasolina apenas si podemos traer de regreso 60 kilos de especie, eso es prácticamente nada”, lamenta Rivas.

Para los pescadores es un misterio lo que ocurre con la gasolina en la marina donde se surten de combustible. Algunos, que prefirieron no identificarse, cuentan que en la marina no queda ni la reserva al momento de despachar la gasolina, y el misterio radica en que, en el instante de sacar las cuentas sobre la cantidad de litros recibidos, las mismas no cuadran. 

Una gandola puede dejar 5000 litros de gasolina en la marina para surtirnos. En Urbaneja hay tres Conppas y en ocasiones solo surten a 21 botes con combustible, y eso da un poco más de 1000 litros. Entonces, no nos explicamos qué pasa con el resto, porque cuando vamos y revisamos los tanques de la bomba no queda ni la reserva”, indican.

Sin la fuente del cuajao

Anthony es dueño de un puesto de venta de pescado en el centro de Barcelona. Cuenta que en otros tiempos, para la fecha, ya tenía en exhibición y depósito alrededor de 100 kilos de pescado salado para vender en los días previos y durante la Semana Mayor. Hoy solo tiene un poco de cabaña blanca, sardinas y no más de 10 kilos de raya en exhibición. 

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Tras el levantamiento de su veda, la sardina reapareció en los puestos de venta. Foto: Cortesía

“No tengo casi nada y la gente, más que comprar, solo pregunta por los precios. La cabaña y la lamparosa las tengo en cuatro millones el kilo y la raya en cinco; con las sardinas juego un poquito porque, como ya se puede pescar, es lo que más se está trayendo y la oferta va en un kilo en 500.000 bolívares en efectivo o dos kilos por un dólar”, dice. 

La llegada de la sardina se puede apreciar en el mercado de Puerto La Cruz y los alrededores del sector La Chica en Barcelona. “¡Llegó la ayuda humanitaria. Mira, te tengo las bluejeans, las que combinan con todo, llévate las quita ruido!”. Así anuncian los llamados toberos la llegada de la sardina. 

Dependiendo del gusto del consumidor, tanto los toberos como en los diversos puestos de venta de pescado, la ofertan entera o fileteada. La variación de precios es poca, con respecto a cómo las vende Anthony, salvo cuando se compra por punto de venta o en filet, pues así el kilo se ubica en un millón de bolívares.

Pero hasta la sardina podría tener una baja en su producción. Rivas argumenta que, si bien se está consiguiendo, las restricciones para la carga de combustible podrían afectar toda la pesca, porque, dice: “Si los pescadores no pueden salir al mar, los pescados no llegarán solos a los puestos de venta”.


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