Riesgo del coronavirus no es impedimento para ir a Colombia por las trochas para comprar alimentos y gasolina

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La compra de alimentos por lo general es lo que mueve a los tachirenses a arriesgarse a cruzar el río y a pasar por las trochas, pues pese a los peligros, incluyendo contagiarse de COVID-19, la necesidad de ahorrar en tiempos de cuarentena vale más.

San Cristóbal. La frontera entre San Antonio del Táchira y Cúcuta ha sido la más viva de América Latina. Los pasos binacionales entre Venezuela y Colombia se han prestado históricamente para todo, desde comercio legal, hasta aquello que pasa por debajo de los puentes, es decir, por las llamadas trochas. Cientos de estos “caminos verdes” se encuentran en los más de 200 kilómetros de frontera y es difícil para las autoridades de ambos países controlar esta situación.

El tránsito nunca se ha suspendido. Incluso en tiempos de conflictos fronterizos, siempre hay maneras para movilizarse entre ambas naciones. Durante el cierre de los pasos binacionales por la pandemia del coronavirus la cosa no ha cambiado.

Pese a las restricciones impuestas por el gobierno en materia de movilidad, sigue el desplazamiento desde y hacia Colombia. Unos en busca de medicamentos y a quienes se les permite por razones humanitarias cruzar por el Puente Internacional Simón Bolívar y otros, que ven un negocio el cierre de los pasos.

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Para algunos cruzar las trochas significa un negocio. Foto: Ana Barrera.

Roberto (nombre creado a petición de la fuente) sale a eso de las 6:00 de la mañana de su casa. Oferta viajes a través del WhatsApp hacia San Antonio con retorno a San Cristóbal. En algunas ocasiones acompaña a quienes solicitan sus servicios.

Explica que en todos los puestos de control hay que contar una historia diferente: “Si llegas a El Mirador y te paran, dices que vas a El Valle. Después dices que vas a Capacho, luego que vas hacia La Mulera, y así sorteas los puntos de control”.

Comentó que cuando se llega a San Antonio hay que hablar “de frente” con los guardias apostados en la zona. “Uno les dice que va a buscar agüita (gasolina colombiana) o a llevar a un pasajero que va a comprar medicinas. De ahí te dejan pasar. En Peracal es el problema. Ahí a veces no dejan pasar, entonces uno debe buscar a los que cobran por el paso. Con 10.000 pesos te dejan seguir y así llega uno”, dijo.

Para Roberto el riesgo de contagiarse en Cúcuta es preocupante, pero le preocupa más el hecho de no tener qué llevar a su casa. Si bien no puede pasar por el puente internacional, puede hacerlo a través de las trochas.

La trocha de Las Pampas, La Marranera y la de Llano Jorge están abiertas. Uno debe pagarle a la gente que está ahí, pero pasa. En algunas trochas hay carros que lo llevan a uno al centro, lo esperan y lo regresan a la trocha, por 50.000 pesos (2,5 millones de bolívares, aproximadamente). En otras, lo llevan en moto hasta el centro histórico de Villa del Rosario por 2000 pesos.

Más barato

Ante el alto costo de los alimentos, los tachirenses viajan hacia la frontera para abastecer sus despensas en la medida de lo posible, pues en la entidad una harina de maíz puede costar en un supermercado 200.000 bolívares, mientras que en Cúcuta, cuesta 2500 pesos, es decir, 125.000 bolívares y así con casi todos los alimentos.

La venta de gasolina que era un negocio para los contrabandistas se revirtió, pues ya no es la venezolana que se lleva a Cúcuta, sino la de Colombia la que llega a Venezuela para satisfacer las necesidades de quienes no cuentan con un salvoconducto para abastecerse de combustible en las estaciones de servicio tachirenses.

Precisamente la comida y la gasolina son mercancías que suelen traerse de la frontera, para paliar los altos costos. Incluso, quienes venden comida colombiana en San Cristóbal ganan más que los mismos supermercados.

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Ahora es más fácil vender gasolina proveniente de Cúcuta. Foto: Ana Barrera.

En cada esquina se ven ventas de harina, arroz, jabón, papel higiénico, aceite y leche proveniente de Colombia y la oferta es mayor a medida que pasan los días.

Hay quienes se dedican a la venta de alimentos para evitar que la gente cruce a Colombia. Andrés Montilla, que antes trabajaba vendiendo gasolina en la región fronteriza de San Antonio, ahora “pone” comida por bultos proveniente de Cúcuta.

Yo me voy y traigo lo que la gente necesita. Harina, arroz, pasta, leche, pañales por bultos y la gente viene y los busca aquí. La gasolina vale 45.000 pesos la pimpina de 25 litros, lo que equivale a 2.250.000 bolívares. Un bulto de harina de trigo o de maíz cuesta 60.000 pesos, el bulto de papas cuesta 45.000 pesos”, indicó.

Aseguran que los costos de cada encargo dependen de la dificultad para pasar las trochas, pero que resultan más baratos los peajes en las trochas que los instalados en la carretera.


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