El hampa y la desidia dejan al INIA en Aragua sin laboratorios para la investigación agrícola nacional

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Desde 2015, el hampa ha desmantelado los 20 laboratorios en los que se generaba el conocimiento y capacidad científica para sustentar la agricultura y el desarrollo de tecnología para la soberanía agroalimentaria del país. Los 15 edificios que comprenden la sede en Aragua, no cuentan con sistema eléctrico, equipos, insumos y reactivos. Se trata del desmantelamiento del patrimonio científico agrícola de Venezuela.

Maracay. “Se han llevado todo”. Con esas cuatro palabras, investigadores, empleados y obreros, describen el estado actual en el que se encuentra el Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas, INIA, en Aragua. La institución es referencia nacional e internacional en la producción de conocimiento científico para la agricultura venezolana.

Desde 2015, el hampa ha desmantelado los 20 laboratorios y 15 edificios que componen la sede del INIA. Lo que incluye, además del campus universitario de la UCV en Maracay, estado Aragua, a instituciones adscritas, como el Centro Nacional de Investigaciones Agropecuarias, CENIAP, ubicado en la avenida Las Delicias.

Comenzaron por robar la Unidad experimental de Investigación de aves, en Turmero, explica Fanny Requena, presidenta de La Asociación Venezolana de Investigadores de las Ciencias Agropecuarias, AVICA.

A partir de ese momento, la delincuencia ganó cada vez más espacio en el campo experimental, ubicado en El Limón, municipio Iragorry. En cada incursión se llevaron no solo equipos y cableado eléctrico y desmantelaron, por ejemplo, el laboratorio de biotecnología de alto nivel, sino también los cultivos de maíz, sorgo y mango, entre otras especies.

Recursos invaluables 

El INIA contaba con laboratorios de referencia nacional e internacional para el diagnóstico de enfermedades zoonóticas y una planta de producción de vacunas para los animales, ubicados en la Unidad de laboratorios de sanidad animal del CENIAP. Estos últimos que fueron saqueados en 2017. Desde entonces nunca fueron recuperados. Hoy se encuentran inoperativos.

Nosotros éramos parte fundamental para la producción nacional. Porque lo que allí se investigaba estaba dirigido a reforzar y mejorar los cultivos, su rendimiento, así como preservar razas de ganado autóctono. Eso se perdió”, contó Requena.

Las pérdidas son incuantificables. No solo en dinero, sino en años de investigación científica. El hampa arrasó con los edificios de producción vegetal y animal, de agroeconomía, agricultura familiar, biotecnología vegetal, de nutrición animal, suelos, recursos agroecológicos y protección vegetal.

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Lo que abunda en los edificios del INIA es la maleza / Foto: GD

Y con la biblioteca del instituto, el principal centro de documentación agropecuaria o los bancos de germoplasmas, en donde se conservaban las semillas de todos los materiales genéticos para el futuro.

Esas colecciones de frutales y hortalizas, como las de yuca o plátano, se perdieron porque las cavas que requerían para su preservación, fueron dañadas o robadas.

El abandono, además, permitió que hasta se perdiera toda la información almacenada en el portal web del INIA, cuyo servidor se dañó y nunca más fue recuperado.

Para la presidenta de AVICA, la destrucción sistemática a la que se ha sometido al INIA, incide en la soberanía y seguridad alimentaria del país, pues ya no se puede generar conocimiento científico para rescatar la producción nacional, mejorar los cultivos y las razas animales, entre otras investigaciones.

La pandemia empeoró el abandono

Con la llegada de la pandemia por la COVID-19, la situación del INIA y el CENIAP se agudizó. Las restricciones de los trabajadores para asistir a sus puestos, se sumó posteriormente a la escasez de gasolina y a la imposibilidad de movilidad del personal. Y la delincuencia recrudeció sus incursiones.

Los robos eran casi a diario y la institución no contaba con un personal de vigilancia capacitado y dotado para cuidar las instalaciones.

La controversial medida de permitir rondas policiales dentro del campus universitario de la UCV propuesta por el entonces gobernador de Aragua, Rodolfo marco Torres, apenas disminuyó los ataques delictivos.

Y duró poco.

Se han ejecutado una que otra acción paliativa, pero no contundente y las autoridades pareciera que no toman esta situación con la suficiente seriedad. Me atrevería a asegurar, que el 90 % de la infraestructura está desmantelada”, refiere una de las investigadoras del INIA que se plegó a una protesta pacífica que empleados y obreros realizaron en días recientes, frente a la sede del organismo.

Tairé Cantoro, profesional del INIA en Aragua, refirió que el instituto está casi cerrado, en parte, por la indiferencia de las autoridades.

“Hemos denunciado a través de innumerables comunicaciones ante las autoridades del Ministerio de Agricultura y Tierras y no hemos obtenido respuesta”, dice Cantoro.

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En todas las edificaciones del INIA sustrajeron los cables / Foto: GD

La desidia afecta en similar medida a los trabajadores, quienes señalan la indiferencia de la gerencia general y del ministro de agricultura y tierras, frente a la pérdida del estatus salarial y laboral.

Deuda ministerial

“Es muy difícil venir a trabajar en estas condiciones salariales. Pero también, en una institución totalmente desasistida y desmantelada. Hoy arreglamos un laboratorio para laborar y en la noche vienen los ladrones. Por eso decimos que hay personas interesadas en que esto suceda“, refiere Edgar Cumana, secretario general del sindicato de obreros del INIA.

Trabajadores de la institución señalan que la renuncia del personal también afecta al organismo. AVICA calcula que la merma de investigadores ronda 50%. De esta forma, el instituto también pierde un valioso e irrecuperable patrimonio humano, con altos niveles de formación.

Y es que los sueldos son simbólicos. Un investigador 7 nivel 3, gana un poco más de 12 $ al mes. Ni qué decir de empleados y obreros, quienes apenas perciben un salario mínimo.

La situación- advierte Requena- es más compleja, porque abarca todas las sedes y campos experimentales del INIA que existen en al menos 20 estados. Todas están en iguales o peores condiciones.

La presidenta de AVICA también alerta sobre la poca o nula capacidad para producir ciencia y conocimiento y herramientas para mejorar la producción nacional, porque además, entre otras cosas, no ha habido una formación de la generación de relevo de investigadores.

La pérdida- recalca- no es solo para el INIA. Es para el país


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