“Si surge un imprevisto en semana radical, cuesta Dios y su ayuda comprar lo que necesitas al momento”

Las urgencias no son las únicas situaciones que no se pueden resolver gracias al 7+7, que además de afectar al comercio y los servicios, impide planificar paseos, esparcimiento o una salida al cine para celebrar cumpleaños de los hijos.

Caracas. El esquema de cuarentena 7+7 vigente desde 2020 afectó tanto la vida familiar como laboral y de consumo de Yelitza Malavé, quien ahora, más que nunca, suplica que no se dañe algún implemento del hogar pues, además del gasto económico, ahora debe sumar las dificultades para trasladarse y ligar que no ocurra en semana radical, porque el calvario de encontrar lo que necesita es mayor.

Adicional a la inflación y la dolarización que de por sí afectan al consumo en los hogares venezolanos, el 7+7 también pone en jaque a las familias en un país donde hasta 2020 la pobreza de consumo ya afectaba a 68 % de la población. Las restricciones, además de impedir el normal desarrollo del comercio en el país, sumaron otro escollo en la adquisición de bienes y servicios. 

En enero, por ejemplo, se nos dañó la cocina y estuvimos casi dos semanas buscando arreglarla, a pesar de que ya teníamos el dinero. Donde conseguimos el repuesto nos dijeron que lleváramos la pieza al día siguiente, pero fuimos y la policía estaba obligando a cerrar, no fue sino dos días después que pudimos comprarla”, dice Yelitza.

Además, cuenta que luego tuvieron que comprarle otra pieza que estaba desgastada, “pero en la tienda a la que fuimos no tenían, sino en otra que abre solo en semanas flexibles”. Diez días después de haberse dañado la cocina fue que lograron reponerla. Para Yelitza, resolver imprevistos durante una semana radical “cuesta Dios y su ayuda”.

Perjudica a ambos actores del consumo

Según el Consejo Nacional del Comercio y los Servicios (Consecomercio), en 2020 al menos 30 % de sus afiliados tuvo “afectación catastrófica” con riesgos de cierres y migración hacia la informalidad debido a la pandemia y el 7+7, aunque su nueva vicepresidente, Tiziana Polesel, es partidaria de que el esquema de flexibilización no solo perjudica al comercio, sino también al ciudadano.

Al igual que Polesel, Patricia Martínez, profesora de un colegio privado, destaca que no solo las urgencias son las únicas situaciones que no se pueden resolver gracias al 7+7, pues hasta necesidades ocasionales como querer ir al cine, celebrar un cumpleaños o planificar un viaje se ven truncadas por restricciones que expertos aseguran no resuelven el problema sanitario.

Patricia pone como ejemplo el cumpleaños de su hijo, el segundo consecutivo que cae en semana radical, para el que ella y su esposo querían planear llevarlo a ver una película con sus primos o celebrarlo en un parque con sus amigos, pero que terminó siendo una pequeña reunión familiar en su casa.

“Esto de la semana radical y la flexible te limita muchas cosas, se entiende lo de los contagios, pero igual cuando hay cuarentena la gente sale y no le veo sentido a que unos puedan abrir y otros no”, critica Patricia. Consecomercio asegura que los sectores de cultura, recreación, entretenimiento y esparcimiento han sido los más afectados por las medidas restrictivas.

La odisea de buscar dónde comprar

Pero incluso los consumidores que buscan locales o comercios que tienen “más posibilidades” de subir sus santamarías se encuentran con la odisea de saber cuáles están realmente abiertos y cuáles no. En el bulevar de Sabana Grande, por ejemplo, funcionarios de PoliCaracas y la Policía Nacional Bolivariana (PNB) patrullan y obligan a los comercios a cerrar, si es el caso.

El encargado de una tienda de zapatos del sector, que pidió no ser identificado, denunció que los funcionarios han llegado a tratar de extorsionarlo a él y otros comerciantes, incluso con clientela dentro de los locales. “Si te niegas, ahí mismo te obligan a cerrar, ojalá las autoridades fuesen así de severas recogiendo la basura, que eso sí no tardan en cobrar”, señala.

William Estrada, transeúnte asiduo del bulevar, menciona que el hecho también perjudica a quienes buscan algún producto, como teléfonos, accesorios o ropa, pues además de “adivinar” dónde se debe comprar, los consumidores tienen que pasar a escondidas a los locales o centros comerciales. “Todo es como clandestino, de repente te sientes como un criminal cuando solo quieres comprar unos audífonos”.

Una medida cuestionable

Desde su implementación a mediados del año pasado, cuando los contagios comunitarios de COVID-19 aún eran menores, el gobierno de Nicolás Maduro mantiene el 7+7 como “herramienta” para, dicen, cortar las cadenas de transmisión. Expertos aseguran que no es posible determinar su eficacia mientras persista el desfase de la poca capacidad diagnóstica que tiene el país. 

Y a juzgar por la data oficial, no dista mucho la diferencia del número de contagios reportados respecto a cuando la cuarentena ha sido “estricta”. Durante la segunda ola de casos, que colapsó la red hospitalaria entre marzo y mayo, el Gobierno endureció las medidas y empezó a reportar más de 1000 contagios diarios por el SARS-CoV-2.

Al 17 de junio el ritmo superior al millar se mantiene y la curva sigue elevándose, con un total de 255.457 contagios y 2886 fallecidos, con un sistema de salud sumido todavía en crisis y, adicional a eso, tanto comercios como consumidores afectados por el 7+7 en una economía que no agarra vuelo y suma ya siete años en recesión y más de tres en hiperinflación.

Las consecuencias de la crisis económica y sanitaria en el comercio se ven incluso en las cifras oficiales. Sectores “no priorizados” como esparcimiento y cultura, vestido y calzado o equipamiento del hogar reflejan hasta mayo tasas de inflación acumulada superiores a la general (264,8 %), con 296,5 %, 387,6 % y 388 %, respectivamente, según el BCV.

Mientras que solo al primer trimestre de 2019, un año antes de la pandemia y últimos datos oficiales disponibles, el PIB del sector comercio y servicios de reparación se había contraído 39 % respecto al año anterior, cifra que llega a -76 % si se compara con 2013 y que expertos aseguran que seguirá en decrecimiento de continuar las restricciones.