Según una fuente extraoficial, el presunto homicida, identificado como Cristian Jesús Gil Cedeño, se encuentra detenido en la PNB de San Agustín. Tomás Enrique Pérez fue asesinado de 25 puñaladas dentro de su casa, el domingo 5 de noviembre.
Caracas. En en el apartamento B-10.01, del piso 10, las constantes discusiones hacían eco en las casas los vecinos. En el edificio Gran Misión Vivienda de Sábana Grande, vivía alquilado Tomás Enrique Pérez Rodríguez, 19 años de edad, y allí fue asesinado.
Tomás no vivía solo, se mudó hace poco tiempo con su novia, pero debía compartir el inmueble con el hijo de su arrendataria, quien más tarde se convertiría en el autor de su muerte.
Según informaron algunos vecinos, el hijo de la dueña del apartamento tenía problemas de adicción a las drogas y anteriormente estuvo detenido pero lo liberaron al poco tiempo. Se desconocen los motivos.
La madrugada del domingo, 5 de noviembre, Tomás recibió al menos 25 puñaladas. Su novia, presuntamente fue víctima de abuso sexual luego de que el atacante cometiera el crimen. Según la versión extraoficial, la mujer corrió hasta la sede de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) de El Recreo, ubicada al lado del edificio de Misión Vivienda Venezuela, y denunció.
De acuerdo con una fuente, el presunto homicida identificado como Cristian Jesús Gil Cedeño, de 22 años de edad, aparentemente actuó bajo los efectos de sustancias psicotrópicas y estupefacientes. Ya se encuentra privado de libertad y fue trasladado hasta la sede de resguardo del detenido en San Agustín.
Miedo entre residentes
Lida* no se ha atrevido a decirle a sus nietos, menores de edad, que hace tres días mataron a un joven de la forma más cruel en el edificio donde viven. En el piso abajo de ellos, específicamente.
En los 10 años que tiene como residente en el complejo habitacional de la Misión Vivienda Venezuela, parroquia El Recreo, nunca antes había pasado algo así. Su mayor temor es que el patrón de violencia del barrio en donde una vez vivió, se quede como inquilino en las torres de su edificio.
“Yo vengo traumada del barrio en el que vivía, ¿para venirme a encontrar con esto?” dijo con angustia.
Hace 10 años Lida vivió en una zona popular de Antímano, donde casi todos los fines de semanas escuchaba detonaciones o se enteraba de que asesinaron a alguien.
Por su parte, Yolanda* tiene tres hijas, una de ellas es adolescente. Ya casi no quiere salir de su casa desde que se enteró de la tragedia. Sale por la obligación de llevar a las niñas al colegio y para comprar alimentos. “Va a ser difícil superar esto que pasó. Va a llevar mucho tiempo”.
Vecinos de este conjunto habitacional temen que el homicida sea libeado, tal como pasó anteriomente.
(*) Se reservaron algunos nombres por medidas de seguridad de la fuente.
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