En Catia se salvaron las vacunas tras el #MegaApagón

Vacunas

Vacunadoras preparadas y residenciadas cerca de los ambulatorios permitieron que 96 % de las fórmulas para inmunizar del Distrito Sanitario Nº 2 pudieran conservar su potencia pese al apagón que afectó a Venezuela. Para el epidemiólogo Alejandro Rísquez es difícil prever el daño nacional dado que la sensibilidad de las vacunas varía según su tipo y estará sujeta a la temperatura del lugar.

Caracas. “En este distrito estamos salvados”, asegura la licenciada en Enfermería Elisina Cañizález, del área de Epidemiología del Distrito Sanitario Nº 2, ubicado en Catia, parroquia Sucre del municipio Libertador.

A juicio de Cañizález, la preparación previa de las mujeres vacunadoras y especialmente su proximidad a los centros ambulatorios permitió conservar la eficacia protectora de las vacunas suministrando la temperatura requerida para el adecuado proceso de refrigeración.

En el distrito tenemos 54 ambulatorios, y solo en 3 registramos pérdidas de vacunas como consecuencia del apagón, y fue porque las vacunadoras estaban muy lejos de sus ambulatorios y no pudieron llegar para mantener la cadena frío”, explicó Cañizález.

Dijo que las pérdidas fueron muy bajas, pues representaron solo 4 % del total de sustancias para inmunización. “Logramos salvar el 96 % de nuestras vacunas”.

Algunas vacunas son más sensibles que otras a los cambios de temperatura

Alejandro Rísquez, epidemiólogo, médico pediatra y profesor titular de la Escuela de Medicina Luis Razetti de la Universidad Central de Venezuela, no cuenta con un balance de pérdidas de vacunas producto del apagón nacional, pero calcula que la falla eléctrica tiene que haber repercutido por lo menos a nivel local (ambulatorios), dada la falta de transporte y de plantas eléctricas, claves para garantizar la cadena de frío para las vacunas. “El diagnóstico del país solo lo puede hacer quien está al mando, es decir, el Ministerio de Salud”, agrega.

Rísquez explica que la cadena de frío para las vacunas comprende varios niveles: el nacional, los grandes almacenes a los que llegan las vacunas al ser importadas, luego pasan a un nivel estadal, posteriormente a un nivel distrital y finalmente a un nivel local, que vendrían a ser los laboratorios en los que aplican las dosis a la población.

“En casos de apagón como el que vivimos, las vacunas pueden durar 48 horas cumpliendo la normativa establecida para la cadena de frío. En el mejor de los casos pueden durar hasta 72 horas si la zona no es muy caliente”, detalla.

Esto en líneas generales. Sin embargo, dada la composición de cada vacuna y la caracterización climática de cada lugar, los requerimientos de refrigeración varían, así como varía también la sensibilidad de las sustancias destinadas a generar inmunidad.

El experto lista una serie de consideraciones importantes que deben tomarse en cuenta al desarrollar un plan de contingencia por fallas eléctricas en el ámbito epidemiológico:

  • Algunas vacunas son más sensibles que otras a los cambios de temperatura.
  • Donde la temperatura supera los 35 ºC el riesgo es mayor.
  • Hay vacunas que conservan estabilidad si la temperatura se mantiene entre 22 °C y 25 ºC, de lo contrario pierden su potencialidad inmunizadora.
  • En lugares con más de tres días sin servicio eléctrico, la posibilidad de pérdida es mayor.
  • La vacuna de sarampión pierde entre el 20 % y el 50 % de su potencialidad cuando transcurren más de cuatro días sin luz eléctrica.
  • Las vacunas de virus vivos, como la trivalente viral, son más inestables, por lo que requieren mayor cuidado de su proceso de refrigeración.
  • Los toxoides tetánicos son más estables.
  • La poliomielitis es una vacuna mucho más sensible; con temperaturas por encima de los 23 °C – 30 ºC es muy inestable.

Escasez y disponibilidad de vacunas

Tanto Cañizales como Rísquez se refirieron a la escasez de importantes vacunas desde hace varios años en el país. La diarrea severa, la gripe y las infecciones en las vías respiratorias son algunas de las enfermedades que seguirán afectando a la población, dada las dificultades para controlarlas sanitariamente. 

Cañizález explicó que la vacuna contra el rotavirus que causa diarrea severa, vómitos, fiebre y deshidratación, no llega desde hace aproximadamente cinco años. Igualmente, las vacunas contra la influenza (gripe) y el neumococo (neumonía) escasean desde hace aproximadamente tres años. Esta falta de vacunas es corroborada por el epidemiólogo Rísquez. 

Actualmente en el Distrito Sanitario Nº 2, los ciudadanos pueden acceder a vacunas contra hepatitis, fiebre amarilla, enfermedad meningocócica, toxoide diftérico, poliomielitis (oral o intramuscular), pentavalente (contra difteria, tosferina, tétanos, poliomielitis e infecciones producidas por Haemophilus Influenzae tipo b), trivalente (contra sarampión, parotiditis y rubéola) y bivalente (contra el virus de papiloma humano).


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