Lejos de haberse resuelto los problemas de funcionamiento de la Universidad de Oriente, estos parecen incrementarse. A la situación de abandono se le suma el reclamo de los trabajadores, quienes aseguran que el Gobierno violó su contratación colectiva al someterlos a salarios de miseria.

Puerto La Cruz. Las universidades autónomas se han convertido en un fiel reflejo de las calamidades por las que actualmente atraviesa Venezuela. Presupuestos escasos, deserciones, problemas de inseguridad, servicios que no funcionan, escasez de personal, reclamos laborales por deficiencias salariales y un largo rosario de etcéteras, dibujan un panorama sombrío sobre las casas que forman a gran parte de los profesionales de la república. La UDO no escapa a ello.

“Las universidades atraviesan problemas, pero a la UDO (Universidad de Oriente) parece que le hubiese caído la pava macha”, replica Jorge Salcedo, bachiller que cursa la carrera de ingeniería de petróleo”.

Adentrarse en la UDO es como estar en una especie de “insólito universo”, lo que se corrobora al escuchar los relatos tanto de estudiantes como del personal administrativo y docente que hace vida en el alma mater oriental. Desde su fundación, a finales de los años cincuenta, en la UDO las clases nocturnas formaban parte de su quehacer diario; hoy, solo es una anécdota para el recuerdo porque ya a las 5:00 p. m. no se ve un alma por los pasillos de la universidad.

Desde hace casi un año, en las áreas de ingeniería mecánica y eléctrica, los estudiantes tienen que ingeniárselas para realizar las respectivas prácticas que exigen ambas especialidades. ¿La razón? Ambos laboratorios fueron desmantelados por la delincuencia al punto de que quedaron prácticamente inoperativos.

El laboratorio de ingeniería mecánica fue desmantelado por la delincuencia

Mientras se recorren las 45 hectáreas del campus, enclavado en medio de los municipios Bolívar y Sotillo, se evidencia el abandono al que ha sido sometida la universidad. Llegar al área de cursos básicos, afirman sus estudiantes, es un riesgo. Para hacerlo, primero hay que atravesar una zona semejante a la de la historia de Jumanji, donde el monte predomina y, una vez en ella, se suma el factor inseguridad, el cual se incrementa al ser un lugar prácticamente desolado.

Delincuencia no dejó espacios que no ultrajó en la universidad

“Si llegas allá, tienes que tener cuidado porque pueden robarte. Hace un mes, nosotros realizamos un trabajo allí: desmalezamos parte del terreno, limpiamos algunos salones y restituimos parte de la electricidad. Lo que descubrimos daba tristeza. En mis 22 años en esta universidad, nunca la había visto en este estado”, dice el Secretario General de Sintraudo, Ignacio Díaz.

Díaz, con toda una vida en la institución (además de cursar estudios en ella y ser dirigente estudiantil en el área de Ciencias Administrativas, el ahora sindicalista ha laborado allí por 17 años), sostiene que “la universidad se mantiene a duras penas y guapeando”.

Los laboratorios están totalmente desmantelados, los delincuentes arrasaron con el aluminio, el cobre y todo lo que encontraron a su paso. Hace unos meses estábamos reunidos con la decana y tuvimos que salir corriendo porque un loco se cayó de uno de los postes porque estaba robándose el aceite y el cobre interno de un transformador. Estas son cosas que uno cuenta y nadie las cree. La situación es tan caótica que del presupuesto total presentado para el año académico 2017-2018 solo aprobaron 10 %. ¿Cómo funcionamos así?”, sostuvo Díaz.

Apatía en puertas

Díaz sostiene que el ambiente que se vive en la universidad es de total apatía, tanto en el personal que labora como en los estudiantes. Estos últimos, por cierto, son cada vez menos. “La demanda de alumnos es tan baja que ni siquiera por las actas convenio que tenemos los trabajadores, los estudiantes quieren inscribirse. Anteriormente había solicitudes por montón porque el convenio se extiende a familiares en tercer grado, pero solo hoy tenemos tres”.

En los pasillo de la UDO reina la apatía

Ese desgano se manifiesta en los pasillos de la universidad. En un recorrido que realizó el equipo de Crónica.Uno pudo escucharse la conversación que entablaban Luis, Rafael y Diego, tres estudiantes de ingeniería de petróleo, quienes discutían su futuro laboral.

Las palabras de Luis Vásquez reflejan ese sentimiento que describe el dirigente de Sintraudo, Ignacio Díaz.

Yo quiero graduarme, pero para irme del país. Trabajando en cualquier parte del mundo ganaría mucho más de lo que me pagarían aquí. ¿Para qué voy a entrar en la industria petrolera nacional?, ¿para recibir un sueldo que no alcanza?, ¿para vigilar que no se caliente una válvula? No vale la pena, hasta en Nigeria pagan mejor”, dijo.

Díaz afirma que el Gobierno es el gran responsable de todo lo que le sucede a las universidades autónomas del país. No justifica la creación de nuevas universidades donde “venden como novedades” carreras que ya son impartidas desde hace décadas en las universidades tradicionales.

“Hace días salió (Nicolás) Maduro creando una Universidad de Tecnología. Nosotros tenemos todas esas carreras, pero ellos no invierten en la mejora de las instalaciones. Crearon una Universidad del Turismo y en la UDO tenemos la licenciatura en turismo, consagrada con pénsum acorde a las necesidades del país, pero no hay inversión. Esas son las cosas que no entendemos. Lo que da a demostrar el Gobierno es que hay un ensañamiento claro hacia estas universidades de tradición, quieren acabar con la UDO”.

En medio de la conversación, Díaz indicó que, además de la UDO, la Universidad Central de Venezuela (UCV) y La Universidad del Zulia (LUZ) contarían otra historia si hubiesen concretado los proyectos que, en materia petrolera, fueron eliminados por la gestión gubernamental oficialista.

El convenio en oriente tenía por nombre Petroudo, y consistía en una especie de bloque ubicado en la localidad de Morichal, estado Monagas, que Pdvsa le asignó a la Universidad de Oriente para su explotación y desarrollo, ese convenio fue eliminado una vez llegó el oficialismo al poder.

Así las cosas, en la UDO el único autobús que prestaba servicio en la ruta de transporte dejó de trasladar a los estudiantes hace dos semanas por falta de batería, en parte de cursos básicos no hay luz, en el comedor no se sirve la comida completa, la biblioteca está en el suelo y en la escuela de Medicina se necesita de un milagro para que esta funcione a toda su capacidad.

Reclamos infaltables

Al rosario de calamidades hay que agregarle los reclamos de la masa laboral de la UDO Anzoátegui.

Díaz refiere que el Gobierno  ha violado ampliamente la actual contratación colectiva vigente y ni siquiera ha discutido la del período 2019-2020.

“Si vamos a la progresividad de la norma, que reza que, de acuerdo con aumento salarial, nosotros debemos ganar 4,75 salarios mínimos, un trabajador de menor rango debe ganar sobre los 8.500 bolívares soberanos y un profesor titular alrededor de 30.000. Eso no existe. Según las tablas que nos mostraron, un profesor titular de mayor rango ganará 3.100 bolívares soberanos. Eso es una burla. No estamos de acuerdo con eso porque nuestro sueldo está en el piso”.

En ese sentido, Díaz sostiene que, en el último año, de 400 trabajadores que tiene la universidad 15 % ha renunciado y la cuenta sigue. “Algunos se van y ni lo dicen”, sostuvo.

Con este cúmulo de problemas a cuestas, los estudiantes no descartan que la universidad vaya a un paro técnico dado la gravedad de sus problemas.

Fotos: José Camacho


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