Al músico bolivarense lo mataron el domingo en la noche en frente de la casa de su mamá para robarle el carro, en Ciudad Bolívar. Mientras sus colegas condenaron el hecho como un “vil asesinato”, algunos voceros gubernamentales matizaron el crimen con eufemismos. El más notorio fue el del ministro de Cultura, Ernesto Villegas, quien lamentó la “absurda partida” del guitarrista.

Puerto Ordaz. Se lo contó a unos amigos a quienes, por casualidad, vio hace pocos días: estaba pensando seriamente en emigrar. Ya estaba adelantando diligencias, algunas de ellas dolorosísimas, por cierto: había vendido varias de sus guitarras.

Para él, José Luis Lara, sus guitarras y sus cuatros no eran adornos: vivía de ellos porque vivía de la música. De la composición de la música. De la interpretación de la música. De la grabación de la música. De la enseñanza de la música. José Luis Lara era músico a tiempo completo.

En el estado Bolívar, su base de operaciones, descolló durante los últimos 18 años como fundador y presidente, junto con Douglas Esteves, del Festival Internacional de Guitarra de Angostura (FIGA) y como profesor titular de la Cátedra Antonio Lauro de la Escuela de Música Carlos Afanador Real, sin contar sus aportes a Cuarteto de Guitarras José Reyna, Ensamble Orinoco y Orquesta Típica Angostura.

Lara dividía su talento entre lo popular venezolano y lo más clásico: saltaba sin problemas del Concierto en re mayor para guitarra y cuerdas, de Vivaldi, a la Suite venezolana de Lauro hasta aterrizar en Garota de Ipanema, de Vinícius de Moraes y Antonio Carlos Jobim.

Con esa versatilidad también trascendió de escenarios: desde una tarima en el Hotel La Cumbre, de Ciudad Bolívar, hasta los teatros más selectos de América Latina, Estados Unidos, China y Europa: en todos ellos deleitó. Y ahora era cuando le faltaban conciertos. Era su meta, la meta que no pudo cumplir por un viraje de los planes en otro escenario, el de una calle del sector Los Próceres, de Ciudad Bolívar, con un sonido que no fue de cuerdas sino de balas: su asesinato, en la noche del domingo.

José Luis Lara se inició en la música guiado por su padre, según la reseña biográfica de su primer disco en solitario, Caminos. La formación académica tuvo dos ejes: el Conservatorio de Educación Integral Musical (San Félix) y la Escuela de Música José Reyna (Caracas).

Durante esos años de formación conoció al guitarrista Douglas Esteves, uno de sus profesores. Con él formó la alianza cultural de la que nació, a finales de los años 90, el FIGA. La visión fue una sola: “Difundir la obra guitarrística de la región (…) es una ventana de la guitarra de Guayana para el mundo”, según dijo, en 2014, en una rueda de prensa previa al inicio de la edición de ese año del festival.

Para Lara y Esteves, el FIGA era una manera de avivar el mermado movimiento cultural de Ciudad Bolívar: durante una semana, músicos de varias partes de mundo tomaban hoteles, teatros, esquinas, plazas y el Museo de Arte Moderno Jesús Soto. Una semana al año, la ciudad era un hervidero cultural

El FIGA trascendió de la capital regional y hasta hace algunas ediciones se celebraba en Ciudad Guayana y en Upata. La debacle económica nacional hizo mella en esa trascendencia. Fue entonces cuando José Luis tomó la decisión de emprender otros caminos junto con su esposa e hijo.

El hermetismo 

Desde el domingo ha habido hermetismo al respecto. Lo que ha trascendido ha sido lo que al Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) relató la familia de José Luis Lara.

A las 9:30 p, llegó en su carro (un Mitsubishi Lancer) a la casa de su madre, en la urbanización Los Próceres, de Ciudad Bolívar. Los sorprendió un grupo de asaltantes que se bajó de otro carro. La orden fue clara: que entregara el carro. Se resistió y le dispararon.

Los ladrones se llevaron el carro y su familia se lo llevó a él al hospital Universitario Ruiz y Páez. De acuerdo con el informe de la Redip Guayana, llegó vivo pero murió minutos después. José Luis Lara Sanó tenía 41 años.

El Observatorio de Violencia y Criminalidad del estado Bolívar calcula que, desde principios de año, en el estado Bolívar han sido asesinadas más de 300 personas: es el caldo de cultivo que han propiciado la impunidad y la complicidad gubernamental con las bandas criminales: el terreno fértil para el asesinato de José Luis Lara.

La reacción de los músicos no tardó. Jorge Glem, cuatrista e integrante de C4 Trío, expresó su “impotencia y tristeza por el asesinato de mi hermano, guitarrista, cultor y gran amigo. No puede ser que se lleven a nuestros héroes musicales”.

Héctor Molina, también integrante de C4 Trío, calificó el hecho como “vil asesinato”, así como Asdrúbal “Cheo” Hurtado, fundador del concurso La siembra del cuatro, en cuya tercera edición José Luis Lara fue ganador en afinación de octava aguda.

Pero hubo quienes matizaron el hecho. Por ejemplo, el constituyente Francisco Ameliach se refirió al asesinato de Lara como una “inesperada partida”, mientras que el ministro de Cultura, Ernesto Villegas, lamentó la “absurda partida” de José Luis Lara.

Al músico lo velarán a partir de este martes en Ciudad Bolívar. El jueves habrá un homenaje de cuerpo presente en el Teatro Angostura, escenario de las últimas ediciones del FIGA.

“Es notable la calidad del sonido y el temperamento con la que asume la interpretación de las obras. Sirvan estas palabras como preámbulo para asegurarle un futuro extraordinario en el desarrollo de su vida artística”, escribió, en 2011, Esteves sobre Lara. El “futuro extraordinario” le duró siete años más porque esa “vida artística” que prometía muchos más conciertos la terminó el desconcierto de los balazos.

Fotos: William Urdaneta


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