Niños de la calle son el terror del estadio Universitario

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Grupos de chamos ingresan sin restricciones al parque de pelota, donde muestran una conducta violenta e inclusive han cometido algunos robos.

Caracas. Es domingo en la noche en el estadio Universitario de la UCV y pese a que ya se colgó el out 27 en la pizarra, el terreno de juego se mantiene ocupado por un grupo de niños que improvisa una caimanera, ante la mirada del personal de mantenimiento y algunos peloteros, ya prestos a retirarse del recinto caraqueño.

Los chamos visten ropa harapienta, se ven sucios y en ciertos casos exhiben rasguños y golpes en la cara, quizá producto de alguna riña callejera donde el grupo —cercano a 40 menores de edad— libra una batalla más decisiva, que las escenificadas a diario en el coso, que por estos días los alberga con asiduidad: la de la supervivencia.

A la pandilla de chamos se le ve salir con frecuencia de los alrededores del río Guaire, a pocos metros del acceso de gradas del parque de pelota, al que logran ingresar debido al mal estado de la cerca perimetral. Al margen del drama que viven los menores por encontrarse en situación de abandono, su presencia en cada jornada de la temporada 2015-2016 se ha tornado incómoda para aficionados, vendedores, agentes de seguridad, periodistas y hasta atletas.

Como es de suponer, el comportamiento de estos peculiares asistentes a las jornadas beisboleras no es el mejor. Día a día se trepan de las tribunas a las gradas, se montan en las sillas y molestan al público, y peloteros pidiéndoles dinero o souvenirs. Las pelotas que logran atrapar producto de un foul las venden a 100 bolívares. Cuando consiguen una firma antes de cada partido ese precio se eleva considerablemente.

Algunos han incurrido en robos y delitos menores denunciados por el público que va a los juegos en el coso de Los Chaguaramos. La conducta de esta muchachada, cuyas edades mayores están entre 13 y 17 años, es un dolor de cabeza para el personal del estadio, que se ve de manos atadas para meterlos en cintura.

“Saben más que los abogados: si uno se les acerca te dicen que te van a denunciar por la Ley Orgánica de Protección del Niño y Adolescente (Lopna)”, comentó un funcionario del orden público y un representante de la empresa de resguardo que trabaja para los Tiburones da fe del carácter revoltoso de los menores.

Les caen a botellazos a los empleados que cuidan las entradas, o los amenazan diciéndoles que saben por dónde se van y los van a esperar para apuñalarlos, relató.

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Desprotegidos

El presidente de los Leones del Caracas, Luis Ávila, admitió que el equipo se encuentra desprotegido ante la continua visita de estos sorpresivos “abonados”.

No se les puede tocar, ni siquiera la policía puede hacerlo. Si me tocas te aplican la Lopna, se la pasan diciendo. Han llegado a romper botellas y amenazar con los picos rotos al personal de seguridad, y no podemos hacer absolutamente nada. Necesitarías la presencia de un juez de menores para expulsarlos, y con el pésimo estado de la cerca perimetral los sacan por un lado y vuelven a ingresar.

El abogado Antonio Quintero difiere con Ávila en cuanto a la imposibilidad de desalojar a los niños. Hay leyes y normas. Es como decir que si esos jóvenes se quieren meter en mi casa, yo no los puedo sacar porque son menores. Leones quizás esté cuidándose de no generar un problema mayor. Lo de utilizar un juez para el desalojo no es necesario. Es para verificar que se les saca de buena manera, más por una cuestión de imagen, señaló el experto en derecho deportivo.

Más allá de la actuación de las novenas que hacen vida en el campo de la UCV, entes gubernamentales como la Alcaldía del municipio Libertador o el Instituto Nacional de Atención al Menor (Inam) deberían estar prevenidos al bate para darle respuesta a este problema social que en la actualidad pica y se extiende.

Foto: Karla Calderón


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