Richard Medina, perdió a su hijo de tres años la madrugada de este lunes 14 de diciembre. Tenía cáncer de pulmón y, según denunció, si se le hubiese dado tratamiento médico oportuno estaría vivo

Mabel Sarmiento Garmendia/@mabelsarmiento

Caracas. 10 meses en tratamiento, reaccionando a las quimios, superando las crisis respiratorias y a un paso de que lo declararan niño sano. Ese fue parte del expediente médico de Ricardo Andrés Medina, de tres años, quien no logró superar las barreras del cáncer y al amanecer del lunes 14, falleció.

Su papá, Richard Medina, dijo que no pensaba dar declaraciones sobre el infortunio que vive. “Pero lo que quiero es que esto no ocurra con otros niños, no culpo al hospital por su muerte, ni digo que fue consecuencia de la falta de medicamentos. Solo considero que sí se le podía prolongar su vida. Ahora mientras muchos se preocupan porque no tienen harina para las hallacas, debajo del arbolito de mi casa quedará un regalo sin abrir”.

Un dolor que no se cura 

Este jueves pasado el mediodía desde las puertas del Hospital Militar Carlos Arvelo, narró parte de lo que fue su via crucis desde que le diagnosticaron pulmón de cáncer a su pequeño hijo.

“En enero lo trajeron transferido desde el Hospital El Algodonal. En esa primera etapa siempre fue muy bien atendido por todos los médicos pediatras del área oncológica. En el lapso de 10 meses mi hijo recibió quimio y el 16 de octubre pasado estuvieron a punto de declararlo niño sano. Esa fue una alegría para la familia. Lamentablemente recae en noviembre”.

El día 23 lo llevaron de emergencia y ya el 28 había colapsado. “Sí le pusieron una quimioterapuia al entrar, pero el 28 que fue un día sábado entró en crisis y cuando llamé al doctor me dijo que esperáramos el día lunes para ver si se le podía colocar otra. Incluso firmé una autorización para que se la pusieran. No lo hicieron porque se podía intoxicar. Pero mi hijo estaba comiendo, caminando y se paraba de la cama. Luego empezó a desmejorar. No le colocaron el tratamiento pese a que lo autoricé”.

Según Medina en 10 meses de ciclos nunca le pasó nada. “Además ocurrió que durante la segunda etapa del tratamiento los médicos oncólogos no fueron constantes. Me decían que el especialista tratante estaba de vacaciones y que había que esperarlo. Yo les decía que el tumor de mi hijo no se iba de vacaciones, y que le podían poner toda la terapia respiratoria posible, pero que si no le trataban el cáncer, se iba a morir, y eso ocurrió finalmente. Sabíamos que era un tumor muy agresivo, pero se le podía prolongar la vida”.

Richard Medina dijo que dejó de abrazar a su hijo mientras hacía colas para conseguir medicinas

Medina no responsabilizó al hospital ni a los médicos. Pero sí se quejó de las políticas internas. “Al principio uno está pendiente de su caso. Yo no quería hablar de esto, porque nada revivirá a mi hijo. Pero ahora quiero que esto no le pase a otros pequeños. Aquí en este centro pareciera que no quieren a pacientes no afiliados. Actualmente en la hospitalización tienen niños sin recibir tratamientos por tres meses, porque están desahuciados. Pero los veo caminando. Entonces por qué no darles  una mejor calidad de vida”.

Contó que había días en los que llegaba con su hijo a las 6:00 am y era mediodía y todavía no le asignaban cama. Cosas como esas le hacen pensar que las políticas internas no son tan humanas como parecen, y no benefician a los civiles.

“Yo siempre tenía que traer las soluciones y en estos últimos meses los antipiréticos y los antibióticos. Y el día que murió mi hijo, la capitana jefa del servicio me pidió que desalojara la habitación, pues era requerida para otro paciente. No había salido porque el acta de defunción estaba mala. Sabemos que ya no teníamos más nada que hacer allí, pero no era la forma”.

En cuanto a las quimios dijo que siempre las conseguía bien en las farmacias del Seguro Social, a través de una donación o de un amigo. “La última que busqué por todos lados, nos llegó el martes 15 desde Europa. Ya era tarde”.

Lo que sí no conseguía por ningún lado era Cardioxane, un protector cardíaco. “Desde hace meses que no hay. Y era muy necesario para cuidarle sus órganos”.

Ahora que su más pequeño hijo no está (tiene uno de 13 y otro 5)  lamenta incluso que durante los últimos meses no estuvo a tiempo completo con él para abrazarlo y mimarlo. “Andábamos en una corredera y en una cola para conseguir los medicamentos. Así es la vida ahora cuando uno tiene un paciente con cáncer”.

Fotos: Cristian Hernández


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