628 privados de libertad fallecieron por enfermedades entre 2017 y 2021

Según el Observatorio Venezolano de Prisiones, desde 2017 y hasta el primer semestre de 2021 murieron 381 personas en cárceles y 247 en centros de detención preventiva. En la investigación revelaron que la población reclusa no tiene una alimentación balanceada y en algunos penales comen cada 24 horas. 

Caracas. El Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP) documentó que hay reclusos que comen cada 24 horas, no consumen proteínas y en ciertos centros penitenciarios ingieren agua de arroz o granos. Las deficiencias en la alimentación han contribuido con la desnutrición y las muertes por problemas de salud.

Aunque la desnutrición no es la causa principal de las muertes en los centros penitenciarios, sí genera complicaciones y produce consecuencias fatales para los detenidos. Los reclusos se convierten en un blanco para enfermedades.

La organización no gubernamental documentó que entre el año 2017 y el primer semestre de 2021 fallecieron 381 personas por condiciones de salud, en 34 cárceles del país investigadas, mientras que en los calabozos policiales murieron 247.

Durante la presentación del informe, Carolina Girón, directora del OVP, detalló que la desnutrición que presentan los reclusos complica sus condiciones por el hacinamiento (177 % hasta el primer semestre de 2021) y la insalubridad, que incrementa el riesgo de muerte. 

Según las encuestas de la investigación, 97,2 % presos han perdido peso durante su detención, generalmente pierden peso en prisión, lo que no es normal es que pierdan más del 40 % de su peso. Cuando un cuerpo está desnutrido tiene inmunosupresión y comienzan a darse las muertes. La tuberculosis, por ejemplo, es una enfermedad típica de los centros penitenciarios a nivel mundial y comienzan a registrarse las muertes por salud, explicó Girón. 

Los testimonios por el OVP señalan que el desayuno, en algunos centros penitenciarios, es una arepa sin sal, agua de bollos de harina de maíz o panquecas simples. En cuanto al almuerzo, los reclusos reciben una taza de arroz sin sal, agua de granos o agua de pasta. Las proteínas no son frecuentes. 

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97,2 de los privados de libertad han perdido peso, según el OVP. Archivo: Miguel González

En cuanto a la frecuencia con la que comen los privados de libertad destacaron que hay días en los cuales no reciben alimentos o les dan una sola porción

La mayoría comen granos y harinas, algunas veces les llevan sardinas como proteína y la fruta que comen, rara vez, es el mango. Son porciones muy pequeñas como el equivalente a cuatro o cinco cucharas grandes en un platico, dijo Elena, abogada del estado Nueva Esparta para el OVP.

El informe también denuncia que las cárceles venezolanas no cuentan con la infraestructura adecuada ni con las políticas para mantener a las personas privadas de libertad bajo los estándares de dignidad. La investigación recopiló que no hay comedores en los centros penitenciarios y en los penales que cuentan con ellos no se usan, lo mismo sucede con las cocinas, por este motivo los presos deben cocinar y comer dentro de sus celdas.

Los investigadores evidenciaron que en muchos de los casos varios compañeros de celda compraron, con ayuda de los familiares, cocinas eléctricas, para cocinar lo que le llevan sus parientes.

Cuando tienen acceso a las cocinas tienen el problema de que no hay gas y cocinan con leña. Según la Organización Mundial de la Salud el permanente uso de la leña para cocinar ocasiona enfermedades cardiovasculares y respiratorias, añadió Girón.

De acuerdo con el OVP, el Estado venezolano “es el único responsable de garantizar el efectivo cumplimiento de los derechos humanos de las personas en prisión, lo cual solo puede ser posible con mecanismos y políticas públicas que permitan condiciones de reclusión acordes con la dignidad humana.

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Algunas personas en prisión comen y cocinan en sus celdas. Foto: Miguel González/ Archivo

Las personas de la comunidad de lesbianas, gais, bisexuales, trans, intersex y queer (LGBTIQ) también pagan las consecuencias de la mala alimentación de las cárceles. Las mujeres y hombres trans, que tienen requerimientos específicos cuando se encuentran en tratamientos hormonales, han presentado cambios o pérdida de sangre en los procedimientos quirúrgicos, para lograr el cambio de sexo. 

Las mujeres privadas de libertad embarazadas o en periodo de lactancia no tienen la ingesta adecuada de nutrientes para garantizar el adecuado desarrollo del bebé y la salud de la madre.

Sin agua 

Otra de las fallas que encontró el OVP en su investigación es la escasez del agua. Los familiares, principalmente mujeres, deben llevar agua a los privados de libertad para que cocinen, laven la comida y la ropa, se bañen y aseen sus áreas. 

En los calabozos deben usar el agua aunque su calidad no sea la adecuada. Foto: Miguel González/Archivo

A las cárceles no pueden entrar los hombres y por eso las madres, las mujeres, deben cargar con agua en dos envases de cinco litros. Los penales no están en zonas urbanas del país y deben caminar largas distancias con el peso, agregó la directora del OVP. 

La escasez del servicio de agua potable, la mala higiene de los espacios y el hacinamiento convierte los espacios en caldo de cultivo para enfermedades gastrointestinales y de la piel.

Corrupción a cambio de comida

Entre 2020 y el primer semestre de 2021, el OVP documentó que se registraron protestas continuas en los centros penitenciarios para exigir alimentos, agua, atención a la salud y celeridad procesal.

Girón, quien es abogada y activista de los derechos humanos, denunció que hay casos de mujeres que presuntamente, deben pagar la comida suministrada con sexo. Según lo registrado, las reclusas se ven obligadas a hacer tareas domésticas a los funcionarios o a tener relaciones sexuales con ellos, a cambio de un plato.

Las mujeres pagan la peor parte porque si no pagan con sexo, no comen.

Otro de los hechos de corrupción que han detectado entre funcionarios es que, supuestamente, se quedan con la comida que llevan los familiares para los privados de libertad y las venden. En otras ocasiones los efectivos exigen dinero a los reclusos a cambio de la comida. 

Además hay pranes (líderes negativos de las prisiones), que exigen montos de dinero a cambio de que los privados de libertad estén en sitios privilegiados del penal. Lo mismo sucede con algunos custodios. 


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