Los habitantes solo salen de sus apartamentos cuando es necesario. Subir a diario las escaleras afecta su salud de los más viejitos. El bloque tiene 19 pisos
Alejandra Pineda / @Alejandra11294
Caracas. “Primero se dañó un ascensor, luego el otro. La mayoría de nosotros somos de la tercera edad, hay días en los que ni siquiera bajamos”, comentó María Soto, quien a sus 77 años le toca subir y bajar 10 pisos.
Hay otra vecina en el piso 19, de 94 años de edad, a quien sacan cargando cuando tienen que llevarla al médico.
Este es el karma que padecen los vecinos del edifico Marine, ubicado en la UD 4 en Caricuao, que casi llegan a los cuatro años sin elevadores.
Miguel Peralta, administrador de la torre, agregó que las guayas de los ascensores no se cambian desde 1995, y que actualmente no se consiguen repuestos para aparatos tan viejos como los de este edificio.
Marlene Pacheco mostró todas las cartas enviadas a la Fundación Vivienda del Distrito Capital (Funvi) y a Jacqueline Farías (cuando era jefa de Gobierno). A la fecha no han obtenido ningún tipo de respuestas.
“Cuando enviamos el comunicado a Funvi vinieron unos chinos a tomar medidas y dijeron que para marzo de este año estaría resuelto el problema, más nunca aparecieron”, dijo Pacheco.
El bloque Marine, conocido como el edificio 30, tiene 19 pisos, 79 apartamentos y se promedia entre 6 a 9 personas por viviendas, de las cuales aproximadamente 50 son de tercera edad y 1 con algún tipo de discapacidad.
Olga Durán, una de las propietarias explicó que muchos de los viejitos del edifico sufren de artritis y que cuando suben o bajan las escaleras les termina doliendo todo el cuerpo.
“Nosotros solo queremos que nos ayuden a agilizar proceso para cambiar los ascensores, están muy viejos y arreglarlos es como colocarles pañitos de agua caliente” expresó Melis Karan del piso 9.
Otros problemas
Estos vecinos no solo tienen que lidiar con los ascensores, sino también con las múltiples filtraciones en las paredes, los huecos en los ductos de basura y, lo que a la mayoría les parece más grave, la contaminación del tanque de agua que está oxidado.
“El agua sale con óxido, hace poquito me enfermé del estómago por consumirla”, comentó Melis Karan.
Al rosario de quejas sumaron las filtraciones del techo. Peraza, el administrador, confesó que con la ayuda de unos vecinos consiguieron asfalto del que sobraba cuando rompen las vías y taparon algunos huecos, pero denunció que cuando llueve la terraza se vuelve una piscina.
Fotos: Cristian Hernández
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