Grupos de la etnia yukpa se convirtieron en un azote para comunidades del Zulia

Esta semana un grupo de más de 200 indígenas de la etnia yukpa arremetieron contra locales y casas en la urbanización El Soler, del municipio San Francisco. Destruyeron cuatro casas, hubo varios heridos, un fallecido y más de 10 locales comerciales violentados.

Maracaibo. Ingrid Loaiza vivió momentos de pánico la tarde de este martes, 3 de octubre, cuando un grupo de yukpas, que tomaron de forma violenta la urbanización El Soler, en el municipio San Francisco del estado Zulia, entraron a su casa.

Yo estaba agarrando agua, cuando me vi encima a los yukpas, querían secuestrar a mi hija. Entré y cerré rápido la puerta de la casa y mientras destrozaban todo me gritaban: ‘Vamos a matar a tu hija, la vamos a descuartizar delante tuyo y después te matamos a vos.

A Loaiza aún le tiemblan las manos, tuvo que sacar a su hija de ahí, llevarla a la casa de una amiga porque aún tiene crisis de nervios. La casa de la mujer quedó totalmente destrozada. “Lo que vivimos fue horrible”, soltó con voz temblorosa.

La puerta de metal de la entrada de la humilde vivienda es la mayor evidencia del ataque, quedó totalmente doblada. Afortunadamente para Loaiza y su hija la turba no logró abrirla, pero mientras Ingrid trataba de resguardar a su pequeña, ellos hicieron estragos.

Los indígenas partieron los vidrios de las ventanas del frente, del baño, tumbaron el aire acondicionado y aprovechando que la mujer estaba lavando, ingresaron al patio. “Me partieron la lavadora, tumbaron una pared, lanzaron piedras y arena, me destrozaron la casa”, lamentó Loaiza.

¿Qué desató el ataque?

El detonante ocurrió el domingo, 1° de octubre, cuando un yukpa a bordo de una moto le llegó a un señor que se desplazaba en un vehículo, modelo Optra, color azul, por el corredor vial 200.

“Eso fue con total alevosía porque inmediatamente llegaron varios yukpas y le cayeron a golpes al señor, le partieron los vidrios al carro, quedó inservible”, explicó William Ramos, director ejecutivo del Comité de Defensa de los Comerciantes del municipio San Francisco.

Aseguró que todo ocurrió en presencia de la Policía Nacional Bolivariana (PNB), por lo que la comunidad decidió organizarse para sacar a este grupo de la zona, que desde hace casi tres meses vendía gasolina de contrabando en la vía principal y provocaba violentamente a los ciudadanos.

La comunidad salió a la calle el lunes, 2 de octubre, y durante el enfrentamiento hubo varios heridos de ambas partes. La situación se mantuvo hasta altas horas de la noche.

El martes los yukpas respondieron y tomaron la urbanización y el corredor vial con más de 150 parientes disparando y causando destrozos y pánico en la población.

Otros afectados

Mientras ocurrían los destrozos en casa de Ingrid, otro grupo de yukpas atacó los comercios de la urbanización. Leonardo Bracho, un hombre de la tercera edad, fue despojado de su moto mientras hacía unas compras en la panadería propiedad de José Arteaga.

Cuando los vi venir, solo me dio tiempo de bajar la santamaría, pero eso no evitó que nos atacaran con piedras y palos. Nos quedamos todos adentro, asustados. Ahora tenemos miedo de abrir porque esto es pérdida, sin razón alguna, dijo Arteaga.

A solo unos cuantos metros, Marina Cardozo compartía un café en la sala de su casa con una vecina cuando escuchó los gritos de los indígenas que perseguían a un policía. Inmediatamente cerró la puerta y eso pareció alertar a los violentos, quienes comenzaron a golpear el portón de la vivienda con la intención de entrar para saquearla.

Yo no sé de dónde saqué fuerza y les comencé a gritar, pero cuando vi que sacaron un revólver me callé y se fueron para la casa de al lado, contó la mujer.

En la misma calle, sin saber lo que ocurría, Luis Ochoa, un padre de familia, llegaba de su trabajo cuando lo sorprendieron. Se me acercaron siete yukpas armados, con pistolas y me quitaron el dinero que había hecho.

Esta es la radiografía de lo que los habitantes de El Soler han denominado “una guerra civil”. El cansancio de la sociedad ante los abusos y violaciones de derechos humanos por parte de estos grupos de la etnia yukpa en el municipio resultó el disparador de los enfrentamientos.

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Al menos mil vecinos se unieron esta semana para sacar a los yukpas de El Soler ante los constantes hechos violentos por parte de algunos miembros de la etnia/Cortesía comunidad

El enfrentamiento cobró la vida de un hombre que ante la turba violenta sufrió un infarto, además hubo cuatro heridos. El saldo material hasta ahora es de cuatro locales destrozados, cinco viviendas y dos vehículos.

William Ramos explicó que los actos delictivos por parte de la etnia no son nuevos.

Hace aproximadamente un mes esta banda organizada de los yukpas desvalijaron la empresa Corporación El Soler, se llevaron todo el hierro. La comunidad y ellos llegaron a un acuerdo de que no iban a meterse nuevamente en El Soler, pero días después se metieron y se llevaron la bomba de agua que había dentro de la corporación que surtía a la comunidad desde un pozo que hay en el kilómetro 12, comentó.

Sigue la tensión en la comunidad

Un aproximado de 500 funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana, la PNB, la policía municipal y estadal mantienen el resguardo para evitar nuevos enfrentamientos, pero aun así la comunidad no confía y sigue atemorizada.

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Al menos 500 efectivos de varios cuerpos de seguridad permanecen en resguardo de la zona para evitar nuevos enfrentamientos/Cortesía comunidad

Yo salgo, compro rápido lo que necesito y me vuelvo a encerrar con mis hijos. El lunes fue horrible porque en pleno enfrentamiento tuve que salir a buscar a mis niños al colegio, los saqué del salón abrazados y me los traje corriendo. Esa gente no tiene que ver con nadie, la policía no es garantía de nada, dijo Lourdes Fuenmayor, una vecina de El Soler.

Los seis planteles educativos de la zona están abiertos, pero los padres se niegan a llevar a sus hijos.

Los vecinos de El Soler, Rafael Caldera, Caujaro, Samán, Villa Sur, Los Cortijos, Santa Fe, Villa Chinita, Villa Sur y los comerciantes del corredor calle 200 siguen unidos y han declarado la zona libre de yukpas.

Ese día (martes 2 de octubre) salimos más de 1000 personas a la calle y si las autoridades no dan respuesta, nosotros, apegados a la constitución, estamos dispuestos a defender nuestros bienes, patrimonio y la paz de nuestra comunidad, dijo Ramos.

Estamos viviendo como si estuviéramos en una pandemia, pero de violencia. La gente sale hace sus compras nerviosas y se vuelven a encerrar, no quieren salir aun cuando hay un despliegue fuerte de organismos de seguridad, no hay confianza, dijo un comerciante.

Por ahora son pocos los negocios que se atreven a abrir, siempre con la advertencia por parte de los cuerpos de seguridad de estar pendiente ante cualquier detonante.

Yo que tengo una carnicería y una distribuidora de pollo, no estoy surtiendo, estoy esperando que se acabe la mercancía que tengo y voy a dar largas hasta el fin de semana a ver si se restablece el orden. Claro que esto nos afecta, mucho porque no podemos pagar a los trabajadores y los impuestos, pero es necesario tener paz, dijo Wiliam Ramos.

Se conoció que los yukpas volvieron a la zona, donde viven hace más de 10 años, en el kilómetro 5 vía Perijá. Ahí desvalijaron el galpón de un aserradero.

Sobre el pronunciamiento de las autoridades, el representante de los comerciantes de la zona enfatizó: “Ellos dicen que los yukpas son patrimonio cultural pero para nosotros ellos deben ser representantes de su idioma, su cultura, su gastronomía, su artesanía, no de extorsión, delincuencia y violaciones a la propiedad privada”.

Se conoció que la noche de este jueves, 5 de octubre, la comunidad recibiría la visita de algunas autoridades municipales, regionales y el Ministerio de los Pueblos Indígenas para establecer mesas de trabajo y enfrentar la situación; sin embargo, la comunidad y los comerciantes se preguntan: ¿Quién nos va a pagar los destrozos que hicieron?


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