Cruz Roja advierte que desigualdad en el acceso a las vacunas exacerbará repercusiones socioeconómicas

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La pandemia no ha afectado a todos por igual. La investigación del organismo internacional señala que desde un principio la crisis se ha caracterizado por desigualdades graves y persistentes tanto en lo que respecta a las personas que están más expuestas a riesgos como a la manera en que ha reaccionado el mundo.

Caracas. Un informe de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja advierte que la pandemia ha afectado a la población de forma desigual. Las personas que ya eran vulnerables antes de la emergencia sanitaria, lo fueron todavía más en este periodo. Además, la institución apunta que si la vacunación se mantiene de forma desigual, se retrasará aún más la recuperación del impacto socioeconómico que provocó la COVID-19 desde marzo de 2020.

“La desigualdad en el acceso a las vacunas también exacerbará las repercusiones socioeconómicas y obstaculizará la recuperación. Si en los países persisten los niveles de transmisión elevados, con la consiguiente pérdida de empleos y reducción de la movilidad de las personas, se agravarán aún más los efectos nocivos como las pérdidas económicas y la inseguridad alimentaria”, se lee en el documento de 60 páginas publicado este lunes 22 de noviembre.

La Organización Panamericana de la Salud registra que en Venezuela 32,3 % de la población ha completado el esquema de vacunación, sin embargo, las autoridades nacionales desestiman las cifras de la institución y aseguran que hasta noviembre la cifra se ubica en 70 %. A la fecha el país reporta un total de 425.213 casos, según datos oficiales emitidos este 21 de noviembre. El número de fallecidos es de 5079.

Entre las consecuencias socioeconómicas de la pandemia de COVID-19 está la reducción del empleo y la pérdida de ingresos, el aumento de la inseguridad alimentaria, la disminución de la protección contra la violencia y la agudización de los problemas de salud mental. La Cruz Roja sostiene que el coronavirus ha amplificado las desigualdades, desestabilizado a las comunidades y revertido los avances en el desarrollo logrados en los últimos decenios. 

“Muchos países se enfrentan a un repunte de la transmisión y, en paralelo, a desastres a gran escala y a otras crisis humanitarias complejas”. Venezuela, por ejemplo, enfrenta una emergencia humanitaria compleja desde 2015, que ha profundizado la pobreza y deteriorado los servicios públicos.

La pandemia no ha afectado a todos por igual. La investigación señala que desde un principio la crisis se ha caracterizado por desigualdades graves y persistentes tanto en lo que respecta a las personas que están más expuestas a riesgos como a la manera en que ha reaccionado el mundo.

“Las personas que viven en entornos vulnerables han tenido mayores probabilidades de infectarse que la población general; una vez infectadas, más probabilidades de morir que las personas dotadas de abundantes recursos y menos probabilidades de recibir el apoyo durante la intervención. Esta tendencia se ha puesto de manifiesto en las repercusiones secundarias de la pandemia. En primer lugar, las mujeres se vieron afectadas de manera desproporcionada con respecto a los hombres. Según un estudio 27 % de las mujeres señalaron que tenían más dificultades asociadas a su salud mental, frente a un 10 % en el caso de los hombres”.

El organismo apunta que en muchos países los habitantes de las zonas urbanas sufrieron en mayor medida las consecuencias socioeconómicas de la pandemia; esto debido a la naturaleza del trabajo urbano, que a menudo se volvió insostenible, en comparación con el trabajo rural, realizado al aire libre y manteniendo un distanciamiento físico.

“Los pobres de las zonas urbanas, los grupos marginados y los habitantes de los asentamientos informales desprovistos de suficiente alojamiento, atención sanitaria e infraestructura sufrieron de manera incluso más desproporcionada las consecuencias sanitarias y los efectos económicos subsiguientes”, asegura.

La Cruz Roja sostiene que antes de la situación provocada por el coronavirus existían ya muchas vulnerabilidades socioeconómicas, por lo que es difícil, y a veces imposible, determinar si una crisis concreta se debió a la pandemia o simplemente se vio exacerbada o prolongada por ella. “No cabe duda de que las repercusiones socioeconómicas de la pandemia perdurarán durante muchos años. Tardará incluso decenios en subsanar los daños socioeconómicos causados”. Asimismo, acota que no se podrá decir realmente que la pandemia ha acabado si no se subsanan los daños socioeconómicos que esta ha causado. 

La disminución de la movilidad por las rutas transfronterizas llevó a incrementar los precios del transporte y, por tanto, de los alimentos. En Venezuela el costo de los alimentos se ha disparado no solo por la inflación, sino también por la escasez de combustibles. Algunos gremios estiman que solo por la falta de combustibles los precios se han incrementado hasta 30 %.

Migrantes entre los grupos más afectados

“La pandemia constituyó una singular amenaza para los migrantes, los desplazados internos y los refugiados. Muchos de ellos estaban ya en situación de vulnerabilidad, a menudo, como consecuencia de la precariedad de sus medios de vida y la ausencia o la escasez de apoyo estatal. Los peores efectos se sintieron en el empleo”. 

En Colombia, la Cruz Roja informó que los venezolanos se endeudaban para cubrir sus necesidades básicas. Colombia acoge a aproximadamente 1.700.000 personas procedentes de Venezuela. En marzo de 2020, el gobierno de ese país cerró su frontera con Venezuela, como parte de sus medidas de contención. Esto dio lugar a un aumento de los cruces de fronteras irregulares. En junio de 2021, Colombia comenzó a reabrir la frontera.

Los refugiados y migrantes venezolanos eran especialmente vulnerables ya que la mayoría de ellos afrontaban condiciones laborales precarias, sin gozar de protección como la de las prestaciones por desempleo. En una encuesta realizada en noviembre del año pasado a 3100 refugiados y migrantes venezolanos, 68 % de los que estaban trabajando lo hacían por cuenta propia, principalmente realizando actividades precarias, como la venta ambulante, que les reportaban ahorros mínimos. Más del 80 % ganaba menos del salario mínimo y solo 5 % aportaba contribuciones a un fondo de pensión.

Las personas de origen migratorio también sufrieron problemas de salud mental. En la encuesta citada, el 41 % de los participantes afirmó que, al menos, un miembro de su familia había experimentado síntomas que indicaban la presencia de problemas de salud mental, como ansiedad y dificultades para dormir. 

Recomendaciones de la Cruz Roja
  • El organismo apunta que la garantía de un programa de vacunación mundial y equitativo, para que todos los países puedan iniciar la recuperación socioeconómica pasa por varias condiciones:
  • La intervención ante situaciones o consecuencias a largo plazo, como el deterioro de la salud mental, la pérdida de acceso a la educación, el matrimonio infantil y el aumento de las privaciones.
  • El fomento de sociedades más justas en las que surjan nuevas formas de solidaridad y se ponga empeño en la prestación servicios públicos inclusivos como la sanidad, las instalaciones básicas y el acceso a la educación.
  • La necesidad de que las organizaciones humanitarias sigan reconociendo que la COVID-19 es tan solo una de las numerosas crisis intersectoriales y elabore programas de asistencia que fortalezcan la resiliencia general de las familias y comunidades vulnerables, mediante el impulso de la inversión y la participación locales.

La Federación Internacional advierte que la distribución desigual de las vacunas no solo permitirá que persistan los altos niveles de transmisión en las poblaciones más vulnerables, sino que además prolongará o exacerbará las repercusiones socioeconómicas de la pandemia y obstaculizará la recuperación tras esta. “La recuperación económica de cada país está estrechamente ligada a la eficacia de sus intervenciones en el ámbito de la salud pública para reducir la transmisión, en particular la eficacia y eficiencia de sus programas de vacunación”.

“Todo apunta a que la recuperación será muy dispar, ya que algunos países podrán reactivar su economía mientras que otros la mantendrán paralizada. Se prevé que los países pobres sufran las peores consecuencias. Ya en 2020, en más del 80 % de las economías emergentes y en desarrollo se produjo una recesión, siendo las más castigadas las que dependían principalmente de los sectores del turismo y de los servicios, y de las exportaciones de productos industriales”.


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