El Proyecto Remo ha logrado la construcción de 20 bibliotecas en distintas comunidades de Caracas, Carabobo, Aragua y Miranda, donde las personas toman un libro y dejan otro. Oscar Hernández, su fundador, explicó que con esta iniciativa contribuye a la generación de tejido social.
Caracas. “Ya he leído cuatro libros de la biblioteca, pero mi favorito es el Señor de los Anillos”. Guzmari Rodríguez tiene 13 años de edad y forma parte del club de lectura de la microbiblioteca que está ubicada en la comunidad Brisas de la Arboleda, parroquia Filas de Mariche.
Demora 10 minutos en llegar a la biblioteca desde su casa. Allí recoge libros prestados y se los lleva a su hermana para que también lea. Esta actividad mejoró la relación entre ambas.
En la columna de una vivienda, que derrumbaron, está ubicada una microbiblioteca de madera en forma de casa. Desde el 7 de noviembre de 2023 se convirtió en un refugio de conocimiento para niños, niñas y adolescentes de la comunidad.
“Los libros me ayudan a reforzar mi lectura. Hablo con mis amigos de los libros”, dijo Guzmari.
Darmelys Morillo, docente y promotora de la biblioteca en Filas de Mariche, contó que hace cinco meses la biblioteca era un plan piloto realizado por Proyecto Remo en las comunidades vulnerables. Actualmente es un espacio de convivencia y reforzamiento de conocimientos.
“Los niños han aprendido a intercambiar las ideas de los diferentes libros. Animan a sus mamás a leer y en definitiva es un proyecto que ha marcado un antes y después”.
El objetivo principal fomentar el hábito de la lectura en la niñez y en la adolescencia para disminuir la deserción escolar. Además, se benefician alrededor de 100 personas de diferentes comunidades de la parroquia Filas de Mariche.
Cada 22 de abril se celebra el Día Mundial del Libro, establecido por Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) para fomentar la lectura de jóvenes y adultos.
Para Darmelys la lectura es una actividad que forma parte de la vida de las personas, pero se pierde poco a poco.
“Busco con la biblioteca que los niños lean para que conozcan nuevas culturas a través de los cuentos o libros”.
Proyecto Remo
Oscar Hernández, politólogo y fundador del Proyecto Remo, afirmó que esta iniciativa nació para homenajear a un gran amigo y periodista venezolano, quien falleció, y dejó una donación de libros.
“Al momento dudé qué iba a hacer con tantos libros y fue cuando se me ocurrió hacer una biblioteca en forma de casa que estaría al aire libre”.
La idea terminó de materializarse cuando recibió la colaboración de varios vecinos y fue así como se creó la primera microbiblioteca que lleva por nombre Argenis Martínez, quien fue periodista y vicepresidente editorial de El Nacional.
“La primera fue construida en mi casa, urbanización Los Chorros, al este de Caracas. Se realizó con material reciclable y con ayuda de unos vecinos que eran carpinteros. Ya tenemos 20 bibliotecas”.
Hernández enfatizó que con este proyecto busca contribuir a la generación del tejido social y demostrar la honestidad de los venezolanos.
“Las personas se llevan los libros, dejan otros y hasta ahora la experiencia ha sido maravillosa”.
Hernández también considera que la microbiblioteca es una manera incentivar la lectura en todas las edades e intercambiar culturas. “Estas casitas en Caracas han generado que los jóvenes conozcan el talento de los escritores de épocas anteriores”.
El Proyecto Remo ha llegado hasta:
1. Los Chorros
2. La Carlota
3. Urbanización Miranda
4. Filas de Mariche
5. Terrazas de Guaicoco
6. Santa Rosa de Lima, parque Asolima
7. Palo Verde.
8. Lomas del Ávila, parque Lomas del Viento
9. El Paraíso, parque La Paz
10. Altamira. parque El Caballito
11. El Calvario (El Hatillo), plaza La Cruz
12. Horizonte, parque Monegui
13. La Urbina Alta, parque Miguel Otero Silva
14. Los Chorros, espacio San Remo
15. Puerto Cabello, centro histórico
16. Puerto Cabello, colegio Niño Jesús
17. Maracay, urbanización Los Olivos.
Club de lectura
Darmelys indicó que por ser maestra de un colegio público notó que los niños y niñas pasaban de un grado a otro con déficit de lectura.
“Seis de cada 10 niños que van a la escuela no saben leer y muchas veces es porque sus padres tampoco saben”.
La docente se dio cuenta de que era necesario fomentar la lectura en las personas de las tres comunidades de Filas de Mariche. Cuando no existía la biblioteca ella creó un pequeño rincón de lectura dentro en su casa para los niños, niñas y adolescentes que recibían tareas dirigidas.
De acuerdo con el monitoreo de la Red de Observadores Escolares de la Asociación Civil Con La Escuela, 13,08 % de la población de niños y niñas, de 10 años de edad, no saben leer.
21,97 % de los estudiantes de tercer grado logró leer 60 o más palabras por minuto.
Darmelys contó que una vez instalada la biblioteca desarrolló un club de lectura, el cual es un espacio para que los niños y adolescentes puedan aprender a leer y cultivar el amor por los libros. Además de que sepan cómo cuidarlos y tener un debate posterior a la lectura.
“Entre todos hacemos un conversatorio de los libros. Además, hacemos ejercicios de lectoescritura, esto ha permitido que los niños avancen un poco más, ya que algunos tienen mucho déficit porque pierden clases por el horario mosaico”, destacó.
Darmelys admitió que algunos colegios de Filas de Mariche solo dan dos días de clase porque se adecuaron al horario mosaico, una modalidad que regula la asistencia de los educadores a los centros educativos. El objetivo es que los maestros dediquen esos días a hacer otros trabajos que les permitan subsistir económicamente, ya que su salario no es suficiente.
Todos la cuidan
Darmelys acotó que cuando le planteó la idea de la microbiblioteca a la comunidad, muchos no estaban de acuerdo por el temor de que las personas tomaran los libros y no los regresaran. También había personas que le decían que al poco tiempo la biblioteca estaría destruída.
“Siempre tuve la combinación de que este proyecto iba a sacar lo mejor de cada persona. Desde el día uno los niños tuvieron sentido de pertenencia por la biblioteca”.
Los niños y niñas junto con sus representantes son quienes cuidan la microbiblioteca, la organizan y siempre están pendiente de quien se lleve los libros, los regrese.
“Escucha a los niños decirse entre ellos mismo que hacer y que no. Ellos ya saben cuáles son las normas y las cumplen”, reiteró la docente.
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