Deportista dedica casi 40 años de su vida a Sidor y la empresa se desentiende de ella

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Carmen Elena Mata, jubilada de Sidor, representó a esta empresa en torneos de Kárate. La deportista debido a su desempeño tuvo problemas de salud que la empresa nunca le ha reconocido.

Ciudad Guayana. Carmen Elena Mata, jubilada de Sidor, representó a esta empresa en torneos de kárate. Hoy la deportista sufre una serie de padecimientos, cuyos gastos son difíciles de cubrir porque la empresa no garantiza el derecho a la salud.

En las diferentes protestas que trabajadores junto con jubilados y pensionados del holding de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG), es común encontrarse con Carmen Elena Mata, jubilada de Sidor.

Los reclamos de los más de 14.000 jubilados y pensionados en el estado Bolívar coinciden con el de los trabajadores: mejores salarios y pensiones, cumplimiento de los beneficios contractuales y que estos se homologuen a los empleados pasivos. Pero más importante aún, seguridad alimentaria y de salud. Este último en particular el más incumplido por las diferentes empresas.

Carmen Elena Mata es reconocida por ser deportista durante muchos años. Incluso, es la única atleta en Sidor con reconocimiento en kárate por parte del Círculo de Periodistas Deportivos en el estado Bolívar.

Fui la única atleta que salí a representar a la empresa, adquirí un problema de salud por el deporte, tuve desgaste de articulación del fémur y me tuvieron que meter tres veces a pabellón. El problema quedó resuelto en parte porque para terminar me tenían que realizar fisioterapias y la empresa nunca me lo reconoció”, lamentó con voz entrecortada.

Un problema más

Esas terapias que nunca le reconoció Sidor, consiguió para hacérseles en el CDI de Uchire, en Puerto Ordaz. Sin embargo, fue peor el remedio que la enfermedad. Carmen Elena terminó con un problema en la vista.

“Donde me hacían mi tratamiento, allí mismo le aplicaban láser a otro paciente. Hice la observación a la administradora, porque por muchos años trabajé en medicina ocupacional. Advertí que a mí no me ponían lentes protectores y eso dañaba la vista, se lo ponían a la persona que recibía el láser, pero nosotras estábamos muy pegadas una de otra”, relató.

Fueron 46 terapias que recibió en el CDI. Entonces, Carmen Elena notó algo extraño en su vista. Veía cocuyos y estaba segura de que eso no era normal por lo que acudió al oftalmólogo.

“El oftalmólogo me dijo que fuera al CDI a hacerme un eco, que no me quería alarmar. Cuando fui otra vez al CDI de Uchire, me atendió un buen médico, me hizo el eco y me dijo que había derrame de retina debido al láser. Me mandan un colirio que me cuesta 70 dólares, y Sidor no me reconoce nada”, dijo con impotencia.

Ese segundo padecimiento también deja ver las condiciones de atención a pacientes en cualquier módulo de salud en el país. Ya son cuatro años con ese padecimiento sin la más mínima ayuda de Sidor.

Para esta empresa laboró 22 años como trabajadora fija y 15 años contratada, 37 años de su vida.

El otro día me salieron unos hematomas y me mandaron un tratamiento urgente por tres meses. En Sidor me dieron unas lágrimas artificiales. Rogué a la farmaceuta para que me diera dos frascos porque uno me duraba solo 17 días, y no me lo quisieron dar”, agregó.

Oraciones y mendingar

Los ingresos de Carmen Elena son 7 bolívares por el Seguro Social, y menos de 10 dólares como jubilada de la siderúrgica.

“Lo que deposita Sidor no me alcanza ni para comer. ¿Cómo compro tratamiento? A fuerza de oraciones y de mendingar es que me he mantenido. ¡Madrecita!, jamás en mi vida pensé pasar por esto. Por eso fue que me sacrifiqué tanto en mi trabajo, por cumplir, por el deporte, por todo, y no es posible que estemos pasando por esta situación”, lamentó.

Y agregó: “Da dolor. Ves a los compañeros jubilados en la calle y no los reconoces de los desnutridos que están. Ni nos aumentan el sueldo, ni nos pagan nuestras deudas ni nos cumplen con la comida, que además no son comidas apropiadas. ¿Hasta cuándo nos van a tener en esta situación?

Ni Sidor ni el resto de las empresas tuteladas por la CVG, incluso esta, dan respuesta a los jubilados y pensionados. La mayoría depende de familiares en el extranjero. Otros mueren sin recibir atención médica adecuada. Incluso hay casos de trabajadores, como Hermes Bastardo, dirigente sindical del sector cementero, que fue sacado de madrugada de una clínica en Puerto Ordaz porque la empresa no aprobó la extra cobertura del seguro médico, y estuvo a punto de morir.

Carmen Elena Mata es uno de los rostros que refleja lo que padecen miles de jubilados en todo el país.


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