Con dos reconversiones monetarias a cuestas y una en camino, las políticas económicas del chavismo siguen sin resolver el problema de fondo: la inflación. Ocho ceros menos y 27 billetes distintos en 13 años no lograron paliar la escasez de efectivo y la histeria por los precios.
Caracas. Que en los tres años de existencia del bolívar soberano (tercera denominación que ha recibido la moneda nacional en su historia) los precios hayan aumentado más de 30.000.000 % da a entender la razón y lógica detrás de una nueva medida de reconversión monetaria que podría quedarse corta frente al avance inflacionario del país.
Este 1° de octubre entra en vigencia una nueva denominación del bolívar, acuñada informalmente por el gobierno de Nicolás Maduro como “bolívar digital”, que restará seis ceros a la expresión actual y, como reconocen los mismos voceros gubernamentales, buscará principalmente facilitar las transacciones, que con el pasar de los últimos años volvieron a ejecutarse en millones, millardos y billones.
Tal y como coinciden economistas y analistas, la medida es solo una consecuencia de las políticas económicas del gabinete de Maduro que siguen agravando el panorama, con mayor ahínco desde finales de 2017 cuando Venezuela entró en hiperinflación. “Lo que nos dice la reconversión es que quien está gobernando no tiene muchas opciones”, asegura el economista senior de Ecoanalítica, Luis Arturo Bárcenas.
El camino al colapso
Al igual que para sus pares latinoamericanos, la inflación fue un dolor de cabeza para Venezuela durante finales del siglo XX, con la diferencia de que ya en los 2000 el índice de precios seguía por encima de 10 % anual, luego de que a finales de los años noventa se alcanzara un, para entonces, pico máximo de 103,24 %.
La reconversión dictada por el gobierno de Hugo Chávez en 2008, sin embargo, tuvo poco o nada de efecto en el espiral inflacionario del país. Durante el resto de su mandato, que finalizó con su muerte en 2013, Venezuela acumuló una inflación de 218,90 % con la vigencia del bolívar fuerte, en un período marcado por controles de precios y cambio, fuga de divisas y un elevado gasto público financiando mayormente por la renta petrolera.
La economista Rosamnis Marcano señala que la caída de los precios petroleros, alrededor de 47 % en 2014, y la falta de financiamiento externo e interno impulsaron al recién electo gobierno de Nicolás Maduro recurrió al Banco Central de Venezuela (BCV) para cubrir sus gastos y el déficit fiscal, lo que explica la aceleración más pronunciada de la inflación a partir de ese año.
Ya en 2015 el país cerraba con uno de los índices de precios más altos del mundo: 180,87 %. Al año siguiente se aceleró 274,35 % más, con precios que ya rozaban el 20 % de incremento mensual, transacciones que eran cada vez más difíciles de procesar y una escasez histórica de dinero en efectivo producida por la poca capacidad de compra del billete de más alta denominación (Bs. 100) y su presunta reventa en zonas fronterizas.
A finales de 2016 en Venezuela circulaban 13.246 millones de billetes y al menos 53 % de ellos eran de 100 bolívares, según la data del BCV. El total equivalía a más de 81 billones de bolívares, pero menos de 4 % de la liquidez monetaria de entonces, una de las causas de la falta de efectivo. Ya en ese punto, se reportaban problemas para pagar el transporte público, cuyo pasaje ya era cobrado en Bs. 100.
Hiperinflación en puerta y sin salida
Tras el caos provocado por el “tira y encoge” de la salida de circulación del billete de Bs. 100 y la improvisación del Gobierno para proveer a la banca con los billetes nuevos de 500 y 2000 bolívares, no fue sino en enero de 2017 que empezaron a circular las piezas de la ampliación del cono monetario.
Pero la inflación pulverizó, otra vez, el poder adquisitivo de las nuevas piezas de 500, 1000, 2000, 5000, 10.000 y 20.000 bolívares y obligó a que, en noviembre de 2017, Maduro anunciara la emisión de otro billete, en esta ocasión de Bs. 100.000. El país cerró el año con seis nuevas denominaciones y 15.241 billones de billetes en circulación que no fueron suficientes frente a una inflación de 862,63 %, con precios que aumentaron hasta 2 % diario en diciembre.
En ese contexto, en marzo de 2018 Maduro anunció una reconversión monetaria que le restaría cinco ceros a la moneda a partir de junio, pero la Asociación Bancaria solicitó prorrogar la medida para ajustar sus plataformas al cambio y, finalmente, se llevó a cabo el 20 de agosto.
En mayo, septiembre y noviembre de ese año la inflación mensual superó el 100 % por primera vez en la historia y a finales de 2018 el Gobierno dio signos de dar un giro de 180 grados a sus políticas al reducir el encaje legal y obviar el control de precios que sumió al país en una profunda escasez de alimentos y medicamentos durante años, con su respectivo mercado negro.
2019, sin embargo, arrancó con 196,6 % de inflación en enero y, en marzo, un apagón nacional que se prolongó por días expuso las carencias del sistema económico y social de Maduro. Sin efectivo ni puntos de venta por la falta de electricidad, quienes pudieron compraron bienes con dólares, euros y hasta pesos, lo que aceleró la decisión del Gobierno de decretar libre convertibilidad de divisas en agosto.
La inflación también hizo que el tercer cono monetario del bolívar fuese ampliado, con tres billetes nuevos que empezaron a circular de inmediato. La circulación de billetes nuevos de 10.000 y 20.000 bolívares duró hasta diciembre de 2020, mientras que los nuevos de Bs. 50.000 llegaron hasta marzo, aunque aún coexisten con los más recientes de 200.000, 500.000 y 1.000.000 de bolívares.
Según las cifras del BCV, hasta agosto de este año circulaban 5579,4 millones de piezas de bolívares soberanos, equivalentes a 217,8 billones de bolívares con un incremento de 436,1 % respecto al total de bolívares en efectivo que circulaban en agosto de 2018. Ecoanalítica calcula que en los últimos tres años los precios aumentaron 31.000.000 %, mientras que cifras del BCV muestran que entre la reconversión de 2008 y la de 2018 la inflación fue de 5.918.947,9 %.
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