Denuncian que más de 178 recién nacidos han fallecido en lo que va de año en el principal centro asistencial del estado Anzoátegui. Las parturientas deben costear una larga lista de materiales médicos para lograr que las atiendan, bajo el riesgo de que ellas y sus hijos sufran complicaciones por las deficientes condiciones del recinto.
Barcelona. El alumbramiento es el momento de mayor emoción y felicidad para una madre, pero para las parturientas que acuden a diario al Hospital Luis Razetti de Barcelona, ese instante significa “parir” literalmente recursos de los cuales no disponen para afrontar el parto de su hijo.
En medio de las contracciones y los rigores del nacimiento, las madres son recibidas por los pocos especialistas que aún prestan servicios en el principal centro hospitalario del estado Anzoátegui y, además, con una lista interminable que suma una preocupación más al nacimiento del bebé.
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“Te piden prácticamente todo, desde gasa para arriba”, dice Angerys Balán al relatar todo lo que ha vivido desde el pasado 27 de mayo, día en que llegó al Hospital Luis Razetti para dar a luz.
“Lo que compré tuve que pagarlo tanto en bolívares como en dólares. Si lo sumo son como 400 dólares. De verdad no sé cómo hice, uno tiene ángeles que lo ayudan. La pesadilla, por decirlo de alguna manera, no ha terminado: la cesárea se me complicó, aún tengo la herida abierta y hay que conseguir los antibióticos”, cuenta Balán.
El panorama del área de Obstetricia inmediatamente deja ver que las parturientas no la tendrán nada fácil. El piso 5 del centro asistencial es fiel reflejo de la crisis de Venezuela.
El lugar donde las mujeres reposan luego de los trabajos de parto es una especie de gueto donde las paredes sucias son la principal referencia: nada de privacidad, hacinamiento (un cuarto es compartido hasta por seis madres), baños insalubres, basura expuesta y un calor semejante al de un horno, nada recomendable para pacientes con heridas abiertas.
Complicaciones de alto costo
Balán se puede considerar privilegiada en medio de ese drama: comparte una habitación llena de telarañas, moscas y sin agua con Oneidis Bolívar y su mamá Neida Paruta.
Bolívar tienen 17 días recluida en el centro asistencial por complicaciones de su parto que derivaron en que su pequeño estuviese ocho días en el área de cuidados intensivos. Hoy su bebé ya está mejor, pero tanto ella como su madre están preocupadas por lo que viene. “Estamos pensando cómo hacerle un pañal al niño porque no tenemos”, dicen.
“Aquí cuando entras no te preguntan cómo estás, sino que te dan una lista con todo lo que tienes que comprar. No te puedo decir cuánto he gastado, pero con todo y que no tenemos recursos ya pasamos por bastante el millón de bolívares. Han sido 17 días horribles; en principio los médicos la pusieron a parir, pero después se dieron cuenta de que no podía y le hicieron la cesárea. Eso se complicó y ella estuvo tres días hospitalizada. En medio de todo lo que pasamos, el niño también se complicó y ella comenzó a drenar por la herida porque presentó un absceso de pared. Todo lo que piden en esa lista lo tuvimos que comprar doble porque debido a las complicaciones tuvieron que abrirla nuevamente”, dice Paruta.
A simple vista, con solo darse cuenta de que necesitan ocho unidades de solución al 0,9 %, como señala la lista, de inmediato los familiares de las parturientas comienzan a sacar cuentas. “Nada más en soluciones son más de 200.000 bolívares”, dicen.
El inventario también contiene Propofol (2 ampollas), Efedrina (2 ampollas), Neostigmina (2 ampollas), compresas (4 paquetes), yelco #18-2 (2 unidades), clamp (1 unidad), kit quirúrgico, suturas, gasas y guantes.
Familiares y parturientas se aferran a la fe y confían en Dios para que sus problemas se solucionen. La estadía en el Razetti también implica costos extrahospitalarios que no pueden solventar porque en la mayoría de los casos son de escasos recursos.
Precariedad alimentaria
La alimentación para las madres es fundamental en el desarrollo de los recién nacidos. Balán y Bolívar están lejos de poder cumplir los requerimientos nutricionales sugeridos por organismos internacionales. En el Hospital Luis Razetti la comida brilla por su ausencia y el poco alimento que consumen se lo proveen sus familiares.
A las 11:20 de la mañana, Oneidis Bolívar apenas estaba desayunando con una arepa sin relleno y un ala de pollo que su madre le pudo preparar con lo poco que tenía en casa.
“Debemos seguir una dieta, pero ¿cómo hacemos? Tuvimos que elegir entre comprar cosas para los bebés o todo lo que piden aquí. Los medicamentos se consiguen en dólares. Aquí se habla de ayuda humanitaria, pero nosotros no sabemos qué eso, tenemos que pagar por todo. Aquí no hay laboratorio, un estudio me sale en 60.000 bolívares, al niño lo tenemos sin pañales. Hoy mi mamá tuvo que salir a la calle a pedir y un ángel se apareció y le regalaron tres soluciones de 0,9, gasas y el antibiótico que necesitaba”, dice Bolívar.
Los trabajadores del área obstétrica no escapan de las penurias. Las camareras tienen que realizar el aseo de las habitaciones y baños con zapatos de goma, coletos improvisados y sin guantes. Si bien es cierto que reconocen que en un ala del piso la gobernación emprendió mejoras, esperan que estas se traduzcan en una mayor dotación de implementos tanto para ellas como para las parturientas.
“Si nosotros no tenemos ni cloro para limpiar los pisos de qué nos servirán esos arreglos. Hace rato que aquí no nos dan uniformes ni implementos. Estamos expuestos a contraer cualquier enfermedad porque esto en cualquier país decente lo habrían clausurado por insalubre”, sostiene una camarera del piso.
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Eliana Carreño experimentó hace dos meses todo el drama de las parturientas en Razetti. Lo vivió a través de su sobrina, quien tuvo allí a su bebé. Le tocó regresar con ella a la ciudad hospitalaria porque el recién nacido requería hospitalización debido a que contrajo una bacteria.
Su visita al área obstétrica tenía una misión: conseguir que le facilitaran un centro de cama para hacer pañales y medicinas como Liolactil o Enterogermina para el tratamiento del pequeño Paúl.
“Si los niños se mueren es porque esto está contaminado. Mi sobrina también presentó complicaciones con su embarazo, contrajo Escherichia coli porque el quirófano está contaminado. Yo no me voy a quejar de los médicos porque ellos trabajan con las uñas. El laboratorio no sirve, al hijo de mi sobrina no le han podio suministrar el tratamiento porque no hay medicinas ni tampoco yelco, esto es increíble”, dice Carreño.
A la espera de la ayuda
Carlos Andrés Michelangeli, diputado a la Asamblea Nacional por Anzoátegui, indicó que debido a la crisis que afronta el país, 178 neonatos han fallecido en lo que va de año por diversas causas en el Hospital Luis Razetti.
Indicó que es injusto que las madres de escasos recursos tengan que hacer grandes sacrificios para buscar sumas extraordinarias de dinero para poder costear los gastos que implica traer a sus hijos al mundo en un hospital de la red pública.
“Por la ineficiencia del régimen de Nicolás Maduro los hospitales están sin nada y las madres tienen que llevar todos los insumos que no pueden costear”, afirma.
Antonio Barreto Sira, gobernador de Anzoátegui, admite que los hospitales de la entidad están paralizados y la crisis del sector salud se agrava cada día más.
“Depende del Ministerio de Salud la llegada de insumos y medicamentos. Ellos los secuestran en sus grandes mafias y los distribuyen como quieren. Al hospital Razetti no están llegando medicamentos, si el ministerio no manda los recursos la situación va a seguir, la ayuda humanitaria se ha convertido en un bluff, a Anzoátegui no ha llegado nada”.
Trabajadores desasistidos
La crisis de la salud no solo la sufren los pacientes. Los trabajadores del Hospital Luis Razetti han adquirido enfermedades debido a las condiciones de insalubridad.
Una de las trabajadoras del centro asistencial, que prefirió mantener su nombre en el anonimato, indicó que tiene 14 años de servicio y sufre una miomatosis de cuello uterino de 6 centímetros. Contó que hace 20 días le realizaron el diagnóstico y para la intervención le pidieron una lista de insumos que supera con creces la que indican a las parturientas.
“Nada más las compresas salen cada una en 50.000 bolívares y yo gano 20.000. Esto es un verdadero desastre”, refirió.
Edison Hernández, delegado de prevención del Hospital Luis Razetti y secretario del Movimiento de Trabajadores de la Salud en Anzoátegui, sostuvo que hace dos meses el ascensorista principal del recinto, Nelson Mejía, murió por un cuadro sospechoso de paludismo.
“Los trabajadores se enferman y no consiguen medicinas, las camareras tienen que manipular todo sin guantes. Hace dos años se cayó el techo del área de desarrollo social por una invasión de comejenes, y lo dejaron así. Ahora los trabajadores no quieren entrar en la oficina porque debido a la humedad se formó un hongo que devino en infecciones respiratorias. Sabemos que la gobernación ha realizado inversiones en las áreas de emergencia, quirófanos y ahora en el piso de Ginecología y Obstetricia, pero de qué sirve eso si no hay con qué atender a los pacientes”, se preguntó.
Bolívar y Balán continúan hospitalizadas en este ambiente insalubre esperando ver que les deparará el día de mañana, cuando sus familiares tendrán que volver a salir en búsqueda de los insumos que necesitan para afrontar el postparto.
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