Empresarios de Maracaibo se asfixian entre impuestos municipales y restricciones derivadas de la pandemia

Fedecámaras Zulia

Mantener una empresa a flote en la ciudad de Maracaibo es toda una odisea. La alcaldía marabina cerró en septiembre 70 empresas por retraso en el pago de tasas e impuestos municipales que los comerciantes consideran desproporcionadas. Luis Sánchez y su familia fueron pioneros en el concepto de MiniMarket en la capital zuliana, la pandemia por COVID-19 les dio la estocada final para llevarlos a la quiebra. Fedecámaras Zulia indica que la economía de la región está paralizada en 75 %.

Maracaibo. Mantenerse a flote como empresario en Maracaibo, una de las ciudades más golpeadas por la crisis económica y de servicios públicos en Venezuela, es cuesta arriba. A poco más de 200 días de cuarentena en el país por la llegada del COVID-19, Fedecámaras Zulia informó que existe una paralización de la economía de 75 % en la región.

El gremio que agrupa a los empresarios difundió a principios de mes un comunicado en el que alertó que al final de la cuarentena la economía estará en ruinas: “Muchas empresas no podrán reactivarse”. 

En este sentido, Ricardo Acosta Cedeño, presidente de Fedecámaras Zulia, dijo a Crónica.Uno que actualmente 5000 empresas zulianas han cerrado o están en vías de pasar al comercio informal. 

La Cámara de Comercio de Maracaibo, a través de la unidad de información y estadística, acompañó las cifras de Fedecámaras Zulia al indicar que 80 % del sector productivo en la entidad evaluó de manera desfavorable el tercer trimestre de 2020 con una disminución de 74 % en las ventas. 

Este es el panorama que pesa sobre los hombros de los empresarios que intentan mantenerse en pie. Luis Sánchez es uno de los que no lo logró y este año vio como su empresa familiar sucumbió ante la crisis, que, unida a la pandemia, dio la estocada final para apagar las luces y bajar la santamaría, corroborando la tesis de Fedecámaras Zulia.   

Una herencia en quiebra

Luis Sánchez y su hermana sucedieron a sus padres tras 21 años de trabajo haciéndose cargo de la empresa familiar. Un concepto que para sus inicios fue pionero en el Zulia: el primer MiniMarket de Maracaibo. Una idea traída de Aruba que funcionó prósperamente en la ciudad. 

El paro petrolero de Venezuela en los años 2002-2003 fue su primera caída, sin embargo, lograron inyectar capital y salir a flote. 

En 2019, los racionamientos eléctricos, la falta de gasolina y transporte, sumado al incremento de los impuestos municipales, tambalearon de nuevo la economía y la estabilidad emocional de los Sánchez. 

La cuestión se puso dura cuando la alcaldía tomó el Sedemat (Servicio Desconcentrado Municipal de Administración Tributaria). El negocio de mis padres, que tanto nos dio, se vino abajo y luego, cuando comenzó la pandemia, no pudimos más y decidimos cerrar por la presión de la alcaldía y además, nuestra salud”, dijo Luis.

Para el ingeniero civil, dedicado al comercio desde su adolescencia, el precio que tenía que pagar por mantener su local abierto era demasiado alto. 

En media pandemia aumentaron la unidad tributaria solo en Maracaibo. Comenzaron a cobrarme 100 millones de bolívares mensuales por el aviso exterior, 10 millones por el aseo urbano que nunca pasa y 200 millones por el servicio de gas, que no tengo en el negocio. Entonces si abro, ¿con qué compro mercancía si estoy desabastecido? No tengo con qué pagarle a la alcaldía”, dice.

La Alcaldía de Maracaibo, bajo la administración de Willy Casanova, creó su propia unidad tributaria. En la Gaceta Oficial Número 41.839 de fecha 13 de marzo de 2020 se publicó la providencia administrativa del Seniat, que establece el nuevo valor de la unidad tributaria (UT) a 1500 bolívares.

Para la segunda semana de marzo de 2020, la Cámara de Comercio de Maracaibo emitió un comunicado solicitando al Gobierno, a la Gobernación del Zulia y a la Alcaldía de la ciudad otorgar “una baja en los impuestos (IVA e ISLR) para sobrellevar la crisis e incentivar la rápida recuperación” en medio de la pandemia por COVID-19.

De empresario a comerciante informal 

“Yo le dije a mi papá: ‘Voy a cerrar el negocio porque yo no puedo seguir así’. Prefiero poner una tela en el frente de la casa y vender alimentos. No tiene sentido que después de tener un local en la avenida más famosa de Maracaibo, no pueda tener ni un aviso decente”, contó Luis.

Dejar de percibir ingresos de un momento a otro no fue fácil para la familia. Guillermo, el hermano mayor residenciado en Estados Unidos, se tuvo que hacer cargo de sus padres: Mario con alzhéimer y Carmen con artrosis.

A mis padres se los tuvo que llevar mi hermano a vivir con él, porque ya no los podíamos mantener y menos podíamos pagar los medicamentos. Emocionalmente, les pegó mucho ver en lo que paró todo y, además, saber que nosotros nos quedamos aquí es duro para ellos”, cuenta.

Reinventarse en la economía los ha mantenido a flote. Lucía, arquitecto, vende repostería, cócteles, ponche crema y desayunos a domicilio, Luis vende perfumes y carteras de dama y caballero. Guillermo les envía mensualmente una remesa de 200 dólares, de los cuales 100 son para pagar el alquiler del MiniMarket.

“Te han llevado a trabajar escondido, porque si no te cobran, te multan o te quitan lo poco que te queda. Me siento un delincuente”. 

Este mes la familia Sánchez cumple seis meses del cierre de su negocio, pero la Alcaldía de Maracaibo continúa sumándoles impuestos y multas por incumplimiento de pago. 

Fedecámaras Zulia informó que el ayuntamiento cerró en septiembre un promedio de 70 empresas, alegando retraso en el pago de tasas e impuestos municipales. Para ellos, esta medida incumple los acuerdos de exoneración tributaria durante la pandemia. 

“Será que quite el aviso y ponga un cartón para que la gente sepa que yo existo. Yo no quiero ser buhonero, ver así el negocio de mis padres, nuestra herencia, su sacrificio por años, es devastador”, soltó el empresario, quien mantiene la esperanza de volver a abrir, por eso una vez a la semana va al negocio a limpiar y verificar que todo esté en orden.

“Yo me imagino que así se deben sentir los trabajadores de RCTV cuando llegaron al canal y estaba apagado. Es un vacío enorme, estoy rendido. Este gobierno acabó con mi vida, mi familia está separada, nos arrebató el negocio, tengo que hacer cola para la gasolina, no puedo comprar medicinas. Entonces cómo no sentir repulsión por las personas que nos han hecho daño. Me siento abandonado en mi propia tierra. Quisiera preguntarle al alcalde: ‘¿Qué más quiere? ¿Cuál es su interés en destruirnos?'”, concluyó.


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