Con la victoria 4-2 ante Croacia en la final de Rusia 2018, el técnico Didier Deschamps se unió a un muy selecto grupo de apenas tres integrantes.

Caracas. Probablemente, Didier Deschamps no ganará un concurso de popularidad ni será recordado por los “puristas” del balón que no conciben el fútbol sino desde las propuestas estéticas y desprecian el juego directo como filosofía para conseguir los objetivos.

No obstante, el timonel de 49 años ha dejado su huella desde que llegó en 2012 al banquillo de la selección francesa y con el título de Les Bleus en el Mundial Rusia 2018 se unió al exclusivo club de campeones del mundo como futbolista y entrenador donde también están el brasileño Mario “Lobo” Zagallo y el alemán Franz Beckenbauer.

El nativo de Bayona aceptó el cargo en medio de las turbulencias que atravesaba el balompié galo tras la eliminación en primera fase del Mundial Sudáfrica 2010, donde los problemas disciplinarios y la división entre futbolistas y el entrenador Raymond Domenech entregó una paupérrima imagen, que repercutió inclusive en las altas esferas del gobierno francés. Su antecesor, Laurent Blanc, tampoco escapó de los escándalos al ver con buenos ojos la aplicación de una especie de “cupo” para limitar la participación de los futbolistas con orígenes extranjeros en la selección absoluta y en las categorías menores del balompié de los ahora bicampeones.

Esas barreras en la era Deschamps no existen y la mejor muestra es la Francia mestiza que se coronó en Rusia, con 16 de los 23 jugadores con sangre africana y caribeña en sus venas. El propio Deschamps capitaneó hacia el primer título azul en la Copa del Mundo 1998 a un combinado multicultural en el que figuraba Zinedine Zidane.

Al margen del sensible tema étnico, el otrora estratega del Olympique de Marsella renovó y depuró de a poco el seleccionado nacional hasta dar la vuelta olímpica en el estadio Luzhniki de Moscú. Bajo su gestión, Francia clasificó al Mundial Brasil 2014 y ya en el certamen avanzó hasta cuartos de final con varios jóvenes, entre ellos Paul Pogba. Dos años más tarde, la Eurocopa en casa se saldó con una final perdida por la mínima ante Portugal.

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El capítulo ruso

En Rusia, Deschamps lideró un grupo que fue de menos a más y alcanzó su máximo potencial futbolístico en el tramo final del torneo. La propuesta futbolística que eligió privilegió la fortaleza física, el orden, la firmeza defensiva, el juego directo por las bandas y la pelota quieta como vía para desequilibrar los partidos.

En cuanto a nombres, el DT acertó al darle la confianza a dos laterales jóvenes como Pavard y Lucas Hernández y mantener a Antoine Griezmann como el eje ofensivo del esquema 4-3-3 donde el delantero centro Olivier Giroud cumplió la función táctica de ayudar a aguantar la pelota en el juego de espaldas al arco para así facilitar la llegada de los centrocampistas, incluso los de corte mixto como Pogba o Blaise Matuidi.

Con contrato hasta 2020, el ahora bicampeón mundial debe sentir la satisfacción del deber cumplido. Alzar el máximo trofeo del fútbol internacional es cuestión de muy pocos y sostenerlo nuevamente 20 años después como jefe de un grupo plagado de estrellas jóvenes es alcanzar un sitial que solo pertenece a los privilegiados.

Foto: Cortesía


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