#MaestrosADistancia Adriana de Gil: “Empezamos a trabajar muy temprano y terminamos al final de la tarde”

Adriana

Adriana de Gil es profesora y coordinadora en un colegio privado en Puerto Ordaz. Cuenta que un cuarto de los docentes de ese plantel no tienen Internet ni equipos para las clases a distancia. A través de llamadas telefónicas, los profesores le dictan a Adriana las clases que luego enviará a los estudiantes.

Caracas. Adriana de Gil inventa, diseña, organiza, corrige y vuelve a inventar. Desde que comenzaron las clases a distancia el 16 de marzo intenta buscar el lado ameno de las actividades escolares que se van a enviar a los estudiantes.

Ensayo, error, corregir. “Prácticamente, vamos tomando la temperatura cada semana para ver si las indicaciones que estamos dando son las más adecuadas”, dice. Le toca pensar por tres: cómo dar sus clases de castellano a los estudiantes de cuarto y quinto año, coordinar y unificar con los profesores la presentación de los contenidos y atender el grupo de orientación y convivencia.

Adriana es docente y coordinadora en un colegio privado en Puerto Ordaz. “Ha sido abrumador”, expresa sobre la experiencia de educar a distancia. Recuerda las aulas de clases, llegar y presentar un contenido a los alumnos y recibir un feedback. “De repente se nos viene todo esto encima y, en ese fin semana, planificar e idear todo”.

Como coordinadora, cada semana revisa los contenidos que los profesores enviarán a los estudiantes: que todo salga con el formato de cada materia, que no sean muy largos o pesados, que sean más didácticos. En las materias prácticas, seleccionan tutoriales que puedan explicar los procesos en video. También envían la clase teórica escrita.

Lo primero que decidieron fue que los estudiantes copiaran todas las actividades en el cuaderno, “pensando que íbamos a regresar pronto a las aulas”, dice. Para verificar que estaban haciendo las tareas, los alumnos tenían que enviar fotos. Pasaron los días, semanas, y el confinamiento por la COVID-19 continuó. Ya esta estrategia no estaba funcionando, porque no podían hacer correcciones al momento. Así que la nueva orden fue que escribieran en Word y enviaran en PDF a los profesores.

“Empezamos a trabajar desde muy temprano en la mañana y terminamos al final de la tarde tratando de hacer lo mejor posible para que le pueda llegar el contenido a nuestros alumnos”, comenta Adriana, mientras el celular no para de sonar. Cada vez vuelve sobre las mismas preguntas: ¿Qué contenidos priorizar? ¿Las clases van a salir semanal o cada quince días? ¿Serán actividades evaluadas? ¿Todos los estudiantes están recibiendo el material?

Adriana también se ha convertido en el puente entre los estudiantes y profesores. Un cuarto de los docentes no tienen Internet o equipos tecnológicos para trabajar desde casa. Ella, como coordinadora de Ciencias Sociales y Castellano, ayuda a esos docentes a montar las clases en Power Point para luego enviarlas a los alumnos. “Tomo el dictado por llamada telefónica de lo que ellos quieren presentar a los alumnos”, cuenta.

Adriana lo ve como un apoyo que puede facilitar el trabajo, tiene Internet y un computador para hacerlo. “Nos ofrecemos con mucho cariño”, dice. Por teléfono, le pregunta al docente qué contenido quiere desarrollar. “Si el tema es en Biología, el reino mónera, entonces trabajamos sus característica, conceptos”. Se guía por las pautas que el docente le dicta. Constantemente, llama y dice: “Profe, así está quedando la clase. Hemos encontrado esto”. También tomó previsiones de sacar algunos libros de la biblioteca para Media y Bachillerato para desarrollar los contenidos.

Del otro lado están padres y estudiantes, tampoco es fácil. Adriana los orienta sobre cómo liberar la carga, el trato entre los miembros de la familia, cómo hacer las tareas y establecer horarios. Algunos papás han solicitado que los docentes trabajen con los estudiantes a través de plataformas digitales, pues han manifestado que no tienen la habilidad académica para ayudar a sus hijos. Pero esto no es posible.

“Hay muchos profesores a quienes les falta hasta el teléfono inteligente o no tienen internet y tienen que salir de sus casas, a pesar de la cuarentena, a una sala web”, explica Adriana. Le hubiese gustado cerrar el año escolar y retomar las clases en agosto con una nivelación. Luego iniciar el siguiente bloque académico en octubre. Pero el 7 de abril Nicolás Maduro anunció que el periodo terminaría online.

“Todos estamos trabajando con mucha intensidad. Los docentes están cansados y siguen dando la talla. Trabajamos más en casa que lo que normalmente hacemos en el salón de clases. Nuestros profes son heroicos”, enfatiza Adriana.

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