“Mi hijo casi se muere, pero eso no le importa a la Dirección del hospital”

Las mamás del servicio de Nefrología salieron una vez más a las puertas del J. M. de Los Ríos. Sus lamentos no han tenido eco, viven el suplicio de ver agonizar a sus hijos, mientras la directiva del centro asistencial rechaza los donativos que envían las fundaciones y particulares.

Caracas. La tarde de este 5 de febrero fue agonizante para Emilse Arellano. Su hijo, Winder Rangel, de 8 años, tuvo un paro cardíaco. No sabe si antes o después de que le hicieran una cirugía para cambiarle el catéter. Lo que recuerda es que pasó más de una hora esperando para que le dieran detalles de la condición de su hijo.

“Se fue, ya Winder no está”, era lo que escuchaba en el pasillo. Una eternidad le pasó por la mente. Llamé a mi otro hijo y le dije que estaba muy angustiada, me decía que esperara. Estaba sola en ese pasillo, luego llegaron las otras mamás a acompañarme.

Carrillo calculó una hora, hasta que una doctora salió y le dijo “ya regresó. Fue demasiado duro, vivir y ver al niño así desvalido y todo porque al hospital no le importa nada”.

El 30 de enero, Arellano salió con otras mamás a protestar por la falta de insumos, de medicamentos y para que la directiva del J. M. cumpla con las medidas cautelares dictadas por la CIDH el 21 de febrero de 2018, que protegen a los niños del servicio de Nefrología.

En 2017 murieron 10 pacientes en este servicio, como consecuencia de la insalubridad, la falta de limpieza de los tanques de agua y de la planta de Osmosis, la que filtra el que agua para las diálisis.

Entre las recomendaciones de la CIDH estaba hacerle mantenimiento preventivo a la planta. Sin embargo, eso no se cumple. Por tanto, las mamás sufren un calvario y cada día ven desmejoras en las condiciones de sus hijos. “Esa limpieza debe hacerse cada tres meses y no ocurre, por eso nuestros hijos están llenos de bacterias y se consumen en fiebres, temblores y dolores en los huesos”, denunció Arellano.

En la actualidad, 9 pequeños están hospitalizados en el área de “nefro”, como suelen llamarla. La mayoría tiene contaminados los catéteres, precisamente por la falta de higiene.

El niño de Emilse tiene ya tres tipos de bacterias. El dispositivo que le colocaron el septiembre pasado se le infectó y el que le retiraron este martes —de apenas 15 días de injertado— también estaba malo, lo que retrasaba las diálisis, tratamiento al que se somete desde 2016, el mismo tiempo que tiene esperando por un trasplante renal.

Este martes, además del suplicio que vivió Emilse en el pasillo del quirófano, tenía que hacerle exámenes, entre ellos los gases venenosos. Me costaban 55.000 bolívares, aquí no los hacen. De dónde saco esa plata. Mi hijo empeora, pero a la directora, la doctora Natalia Martinho, lo que hace es prohibir que entre la ayuda de las fundaciones. Uno tiene que salir a recibir en la calle cualquier donación, así sea de comida. Uno no puede mantener a un niño aquí con una dieta de arroz con caraotas, pero si alguien nos trae un menú balanceado, se oponen.

Mientras ella, con los ojos hinchados y la voz quebrada, narraba sus penurias, Mayerlin Meza contaba que iba apurada a un laboratorio para hacer un examen y descartar hepatitis C en su hijo, también de Nefrología.

Ella, docente de profesión, no sabe cuánto ha gastado en la hospitalización de su hijo. “Gracias a una fundación es que podemos socorrer. A diario nos mandan a hacer pruebas y todos esos estudios son por fuera, pues aquí lo que se hace es hematología básica. Más de 100.000 bolívares soberanos puede gastar uno en un día, mi sueldo no me alcanza ni para comer”.

Lo que sucede en Nefrología no es distinto a lo que enfrentan las madres de Neurocirugía, Hematología, Cardiología. En todas esas salas se vive a diario enfrentando la muerte, la falta de medicinas, de insumos, de intervenciones quirúrgicas. Es algo con lo que no han podido lidiar, a pesar de las protestas, de los informes y de los plantones hechos en la puerta de la Dirección.

El pasado 5 de abril les quitaron los beneficios de albergue y alimentación. La oficina de atención social que tenía el Ministerio de Salud en el J. M. de Los Ríos cerró sus puertas, no dio explicaciones, dejando desamparadas a las madres, muchas del interior del país y desempleadas. Por tanto, no se ven sin el apoyo de las fundaciones y ahora de la ayuda humanitaria.

Videos: Mabel Sarmiento


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