A pesar de que las máquinas fueron presentadas a los integrantes de los partidos, todavía se desconocen detalles sobre su origen, número y si hay una empresa responsable de regir el proceso automatizado.
Caracas. El 9 de octubre, a menos de dos meses del 6-D, los integrantes de los partidos que van a participar en los comicios vieron por primera vez las máquinas de votación. Se trata de las EC21, unos aparatos con una gran pantalla táctil, con un dispositivo para el sistema de autenticación biométrica, una batería de litio que garantiza su funcionamiento en caso de que no se disponga de energía eléctrica y una impresora incorporada para imprimir los comprobantes de votos. Poco más es lo que han revelado las auditorías que se han hecho esta semana sobre los equipos.
El día de la presentación de los EC21 el rector incorporado del Consejo Nacional Electoral (CNE) Carlos Quintero aseveró que estos fueron “diseñados” en Venezuela, por lo que también habrían sido ensamblados en el país. Sin embargo, esta declaración contrasta con las de las rectoras Tania D’Amelio y la presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE), Indira Alfonzo, que hablaban de una “empresa” encargada de traer los “equipos” al país y no las partes para ser ensambladas, como aparentemente ocurrió, pues todavía se desconocen cuántos equipos fueron ensamblados, cuál es el proveedor de las partes y cuál fue el monto destinado.
Si bien la rueda prensa en la que se presentaron las máquinas despejó algunas de las dudas planteadas, también abrió nuevas preguntas. Solo se conocen versiones extraoficiales de que la empresa argentina Ex-Cle habría sido la que estuvo a cargo del ensamblaje, lo que está soportado por lo afirmado por la rectora D’Amelio, que nombró a esa empresa como encargada de la parte automatizada del proceso en una entrevista en Unión Radio. También el nombre de la empresa ha aparecido en algunos de los equipos del Sistema de Autenticación Integrado (SAI) que se usarán el 6-D, sistema del que se han encargado desde el 2004.
El politólogo y experto en el área electoral Jesús Castellanos precisa que siguen sin aclararse aspectos como: número de máquinas habilitadas para el proceso, número de máquinas que se encuentran en el país, licitación y costos de las máquinas (y, en específico, sus componentes) y la empresa responsable del sistema automatizado.
¿Y el software?
El software era y sigue siendo una de las principales interrogantes, porque de este dependen aspectos claves como el secreto del voto, la transmisión de datos (que los resultados de las actas se envíen sin modificaciones) y la totalización de las actas de cada una de las 29.600 máquinas que se usarán el día de los comicios.
El consultor político en temas electorales Aníbal Sánchez –que trabaja con los técnicos que iniciaron las auditorías esta semana– aseguró que se trata de un software nuevo. Detalló que los partidos de la oposición que participan en el proceso tienen una “sala situacional” en la que comparten sus impresiones sobre el sistema. Consideró que las dos semanas que durará la revisión son suficientes: “Como es la primera vez, se auditó el código fuente. Se buscaron programadores y especialistas en el área de programación”.
Añadió que, como en procesos anteriores, el Poder Electoral y las organizaciones políticas armaron una firma electrónica, con una clave compartida, que no puede ser modificada a menos de que cada organización política introduzca la parte que tiene de la contraseña. Resaltó que antes de que las máquinas sean enviadas a los estados, y después del 6-D, se revisa que esta firma no haya sido modificada, como garantía de que se usó el mismo software auditado. “No hay una sola persona, ni en la oficina del CNE, ni el mismo (rector Carlos) Quintero, que conoce todos los caracteres de eso”, aseguró.
Agregó que los técnicos comprobaron que, tanto cuando el SAI identifica al votante como cuando el voto es emitido, los archivos son mezclados (guardados de forma aleatoria), lo que impide que se pueda relacionar al elector con su selección, preservando el secreto del voto. Aseveró, igualmente, que no hay manera de modificar las transmisión o totalización de actas, por cuanto está el comprobante físico de la voluntad del elector que sirve para auditar esos procesos: “El problema no es el sistema, es el proceso el que es fraudulento. El problema es la coacción, la forma en que capturas los votos, que los llevas presionados porque no quiere que le quiten el Clap, o cuando hago uso abusivo de los recursos del Estado”.
Sánchez aceptó que se desconoce el número de máquinas, cuántas y dónde fueron ensambladas y cuáles técnicos venezolanos habrían diseñado el software que se va a usar el 6-D. Sin embargo, considera que muchas de esas preguntas se responderán en las auditorías posteriores, como la de producción de las máquinas. “No se ha aclarado, no es parte de esta auditoría”, dijo.
Explicó que este viernes se hizo la auditoría del hardware en la que se revisaron todos los componentes de las máquinas y del SAI sin que se encontrara ningún tipo de red inalámbrica o cualquier otro dispositivo de comunicación en los equipos que pudieran alterar los datos que esta guarda.
Castellanos, por su parte, se refirió a algunos aspectos que quedaron de las auditorías que está haciendo el CNE, que fueron transmitidas por Internet. “En la auditoría del día 13 de octubre el representante del PPT planteó que la máquina de votación, cuando se genera la ‘opción del voto alternativo’, aparecen más difusas las tarjetas de los partidos. La respuesta del técnico del CNE fue que para esa oportunidad y para el simulacro se verían así y que ‘probablemente se cambien para el 6-D”, precisó.
También se refirió a otro incidente del proceso: “En la auditoría de hoy (16 de octubre) el representante de Copei expuso su preocupación por el aparente fácil acceso a la memoria de la máquina de votación. El técnico del CNE admitió que, si bien no es tan sencilla su remoción, en el diseño de la máquina se pudo haber previsto esa debilidad”.
También consideró que el nuevo sistema al que se enfrentará el votante exige una “imperiosa necesidad de educar al elector” que asistirá el 6-D. Se refirió a la aparición de la palabra “Nulo” cuando el elector ha dejado de marcar alguno de los votos que le corresponde, lo que, a su juicio, puede “dificultar el voto al presionar” al votante. “Queda claro el esquema eminentemente partidista del nuevo instrumento de votación, que promueve el voto por partido en claro detrimento de la personalización del sufragio, supuesta razón para modificar inconstitucionalmente el sistema electoral e incrementar en 110 escaños el número de diputados a elegir”, destacó.
Foto: Archivo Crónica Uno
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