Al menos seis billeteras digitales han dejado de operar en el país en los últimos tres años, unos por problemas políticos o penales, pero otros por no lograr adaptarse a la dinámica económica venezolana y un marco regulatorio restrictivo. La integración con la banca nacional también es tarea pendiente para las fintech.

Caracas. En los últimos tres años, Carla Andrade ha usado al menos cinco billeteras digitales distintas para recibir pagos por su trabajo, resguardar su dinero de la devaluación del bolívar y movilizarlo, en vista de los problemas que ha vivido con la banca tradicional. 

Carla empezó a usar Airtm a inicios de 2019, cuando era una de las pocas opciones que había para cambiar bolívares a dólares, y junto con PayPal lo mantuvo como formas de pago por su trabajo como diseñadora gráfica hasta 2020, cuando el gobierno de Nicolás Maduro la bloqueó por motivos políticos.

Los cambios y adaptaciones de Carla a nuevas billeteras se han dado “por obligación o por seguridad” ante los problemas que han tenido las empresas de tecnología financiera (fintech) desde que empezaron a hacerse notar en el mercado venezolano, conforme se fue dolarizando la economía.

Con el problema que había con Airtm comencé a usar Shasta y Valiú hasta que las dos cerraron. Intenté con Uphold, pero era complicado cambiar allí, y con Bancumbre hasta que también dejó de operar. El último fue Reserve, es desesperante que no haya formas seguras de cobrar estando en Venezuela, dice Carla.

Foto: Manuel Díaz

El pasado 3 de julio, Reserve se unió a la larga lista de fintech que han cesado sus operaciones en el país por diversos motivos: desde penales (Shasta App) y presuntas estafas (AKB Fintech) hasta dificultades para cumplir con las sanciones estadounidenses (Uphold).

Mientras que en casos como los de Reserve y Valiú, “el marco jurídico y la propia actividad económica del país hace que sean inviables mantener sus modelos de negocios en un mercado como el venezolano”, explica el economista y especialista en Finanzas de Empresas, Aarón Olmos.

Para Olmos, la situación actual del bolívar y de las principales monedas de Latinoamérica “no es muy favorecedora” con respecto a monedas duras como el dólar y el euro. Esto no solo les supone problemas financieros, sino jurídicos y operativos para las aplicaciones. 

Muchas de estas plataformas generan ingresos por la vía de las comisiones por servicio, pero principalmente son comisiones que se cobran en la moneda de curso legal (…) Puedes tener un flujo increíble de usuarios y muchas operaciones al día, pero al final del día tienes bolívares que debes tratar de cambiar por otras monedas, explica.

Foto: Manu Díaz
Cuesta arriba con las regulaciones

Aarón Olmos explica que en Venezuela existen tres entes que regulan la actividad financiera digital: el Banco Central de Venezuela (BCV), para proveedores de pagos no bancarios; la Superintendencia de las Instituciones del Sector Bancario (Sudeban), para las fintech; y la Superintendencia Nacional de Criptoactivos (Sunacrip), que regula a las billeteras que se manejan con criptomonedas y cadenas de bloque (blockchain).

El también profesor de posgrado del Instituto de Estudios Superiores en Administración (IESA) detalla que “no necesariamente estas plataformas estaban o están registradas ni tienen el aval de esos entes de supervisión”, sino que muchas funcionaban al margen de la normativa, lo que hacía cuesta arriba sus operaciones. 

Foto: Manuel Díaz

Las normativas vigentes, sin embargo, no facilitan la “migración” o la creación de estructuras formales de las fintech en el país. Olmos pone como ejemplo la providencia de Sudeban, que a su juicio complica aún más la creación de empresas de tecnología financiera, pero al mismo tiempo les exige tener figura jurídica en el país. 

Asegura que la existencia del marco jurídico es necesaria para prevenir estafas y hacer reclamos con problemas que ocurran con las billeteras. Pero, si se toma en cuenta el caso reciente de Reserve, “se puede inferir que la normativa que creó Sudeban hace dos años ha supuesto trabas para el desarrollo y funcionamiento de las fintech”.

Las dificultades para operar con la banca

Al momento de anunciar su retiro de Venezuela, Reserve informó que su modelo de negocio, en las condiciones actuales, dificulta su capacidad de integrarse directamente con las instituciones bancarias. Aarón Olmos reconoce que uno de los principales problemas que tenían los desarrolladores de fintech era “lograr conectar  con la banca nacional”.

En reuniones con directivos de bancos salían siempre las mismas preguntas: ‘¿Qué ventajas tiene eso (la billetera o fintech) para mi banco?’; ‘¿El hecho de que tú te conectes conmigo va a hacer que yo tenga más clientes?’ ‘¿Cuál va a ser el beneficio?’, cuenta el economista.

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Foto: Manuel Díaz

Al final, la mayoría de las billeteras que han dejado de operar, y algunas que aún se mantienen, funcionaban con la plataforma de la banca local como pasarela de pagos. Ahí los intermediarios y usuarios depositaban y retiraban bolívares a cambio de las divisas digitales. 

A juicio de Olmos, las fintech podrían tener más salida y vigencia en el mercado si fuesen proyectos generados por los propios bancos, o por terceros y apoyados por los bancos, siempre que tengan el aval de la Sudeban. Un ejemplo de esa dinámica es Ubii, que opera exclusivamente con la plataforma del banco Venezolano de Crédito.

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Foto: Manuel Díaz

Otras opciones propias, como Mony que es desarrollada por Banco Mercantil, se encuentran con factores como las sanciones estadounidenses, que privan a la hora de tomar la decisión de crear o no ciertas plataformas por sobrecumplimiento y temor a que sus operaciones se utilicen para evadirlas. 

La gente sabe que hay un grupo de personas allí que quieren prestar soluciones reales a problemas reales. El venezolano creo que tiene una carrera contra el tiempo que ha ganado en varias oportunidades con la adopción de tecnología, dice Olmos sobre las consecuencias de estas trabas en la confianza de los usuarios.

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