El largometraje protagonizado por Riz Ahmed relata las decisiones que tiene que tomar un músico que queda sordo. Amor, rabia, aceptación y duelo son parte de la historia
Caracas. Ruben es un baterista de una banda de metal. En los más oscuros locales, se presenta en las noches junto con su novia, quien es la vocalista.
La multitud congregada enloquece, exaltada, vitorea a los músicos, quienes se entregan en esa catarsis que caracteriza al género, entre rabia, depresión, fervor y temores.
Él es el protagonista de Sound of Metal. Ruben, interpretado por Riz Ahmed, parece tener todo bajo control, seguro de sí mismo, hasta que empieza a perder la audición. Primero comienzan a manifestarse sonidos extraños, para que paulatinamente el silencio vaya solapando lo que anteriormente era común para sus oídos.
Disponible en Amazon Prime, tras su paso por el Festival de Toronto, es el primer largometraje de ficción de Darius Marder, quien se encarga también del guion.
Ruben fue adicto a la heroína, pero tiene cuatro años limpio, el mismo tiempo que tiene el noviazgo con Lou, encarnada por Olivia Cooke.
Ambos tienen una buena relación, no solo como pareja, sino como miembros del dúo Backgammon, que está a punto de grabar un disco. Viven en una casa rodante, pues están constantemente de gira por distintas ciudades.
En ese contexto el autor presenta el conflicto de Sound of Metal. Cuando aparecen los primeros síntomas y el posterior diagnóstico, hay una compenetración entre la pareja, la que se espera de un noviazgo sólido, pero todo se tambalea.
Una operación para colocar unos implantes surge como solución, pero es demasiado costosa para el músico. Hay la posibilidad de recluirse en un campamento liderado por Joe (Paul Raci), quien se encarga de ayudar a un grupo de personas sordas a entender que lo que les pasa no es un asunto que debe repararse, sino aceptarlo.
Vale la pena detallar que Joe tiene una mascota llamada Louie, en honor a Luis Aparicio, el grandeliga venezolano miembro del Salón de la Fama.
Es en este punto cuando Sound of Metal se vuelve más interesante. Porque presenta los dilemas de Ruben y hace partícipe al espectador de estos. El departamento de sonido de la película estadounidense cobra cada vez más importancia en la descripción de los sentimientos del personaje. Los sonidos tenues o disminuidos, y el silencio cada vez más presente en su vida, son determinantes para sentir su perspectiva en su interacción con el mundo que lo rodea. Por momentos se aprecia el ambiente de su entorno, y luego el autor traslada al espectador a la percepción del protagonista.
Quien mira siente que debe ser partidario de las opciones a elegir. Irse al campamento, situado en medio de la nada, implica además alejarse de su novia, pues le exigen dejar atrás todo vínculo con la vida hasta ahora conocida para emprender una nueva, por lo menos hasta que acepte lo que ahora ocurre y no insista en otras alternativas que no solo son costosas, sino muy inciertas.
Ya en 2014 el ucraniano Miroslav Slaboshpitsky había hecho del lenguaje de señas un mensaje estético en su película The Tribe, sobre un grupo de adolescentes sordomudos que sobreviven en un internado. En esa obra no hay palabras. La vida se entiende a través de los signos.
Sound of Metal combina ambos discursos. Claro, se trata de una persona en transición que conocía y vivía del sonido, para luego quedar en un limbo en el que la existencia se desploma en sus propósitos. Y eso es un gran logro del filme, que sabe cómo presentar ambas situaciones para transmitir el miedo, la angustia, la rabia, las dudas y el ímpetu del protagonista. Hay un grito en cada mirada, un pedido de auxilio en sus silencios y movimientos. Si en Whiplash (2014), de Damien Chazelle, la meta era ser el mejor, en Sound of Metal el objetivo es recuperar la vida que se tuvo, aunque los caminos siempre son insospechados.
En la actuación, Riz Ahmed carga sobre sus hombros la película. Transmite cada momento con una sensibilidad cercana y dada a la empatía; ese proceso en el que cuando parece estar todo decidido, la trama da un giro inesperado y aún más sorprendente en sus consecuencias, en las que el trabajo en el sonido vuelve a ser importante en el tormento de Ruben en medio de otra realidad que va descubriendo casi al final del largometraje.
Cada gesto, movimiento, mirada y palabra está tan bien interpretado por el actor británico, de quien es inmediata la vinculación que surge por cada momento que descubre en su nueva percepción del mundo.
Y la cámara siempre ahí, como auscultando su mente y alma, en cada toma hay una muestra de angustia e incertidumbre, así como el entendimiento progresivo a lo que transcurre diariamente, pero siempre con el ancla en lo que se dejó.
Sound of Metal es una obra íntima e inquietante sobre los cambios repentinos en la vida, sobre esos virajes en los que toda dinámica se ve alterada por la transformación de lo que se consideraba seguro. Y un aspecto importante es cómo ningún personaje es cuestionable. Cada quien representa una opción válida en el complejo entramado de las zozobras que experimenta el protagonista, aunque también existe cierto desdén a la imprecisión de la ciencia cuando tiene retos todavía indescifrables. Pero más allá, el largometraje protagonizado por Riz Ahmed es de esas obras que pudieran pasar inadvertidas en el mundo de las plataformas por la poca promoción que se ha hecho, pero que resultan una grata sorpresa cuando se le da clic en ese universo vasto del streaming.
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