“Voy con los zapatos rotos a la universidad porque no tengo plata”

Luis Quintero, de 20 años, estudia Contaduría Pública en la Universidad de Yacambú, en Barquisimeto. Contó que cuando tiene que sacar copias no le queda dinero para almorzar

Mabel Sarmiento Garmendia/@mabelsarmiento

Barquisimeto. Cada día más la crisis pega en el bolsillo. Pero para los padres que tienen hijos en edad para ir a la universidad, la situación es mucho más difícil, sobre todo si estudian o quieren hacerlo en instituciones privadas.

Pagar los semestres, comprar los libros, tener que costear el pasaje, la vestimenta, la recreación y la manutención diaria, no es una situación fácil para un familia venezolana de escasos recursos. Por eso la alta demanda que hay para las universidades públicas del país.

Así una familia cuente con tres salarios mínimos al mes (Bs. 28.407), no alcanza para comprar comida, pagar servicios y garantizar la educación universitaria de un hijo.

Un ejemplo de ello es Luis Quintero, de 20 años, quien cursa sexto trimestre de Contaduría Pública en la Universidad de Yacambú, en Barquisimeto estado Lara. Sus padres, como todos los que están preocupados por el bienestar y el futuro de sus hijos, lo ayudaron a inscribirse en esta casa de estudios privada.

“A pesar de que soy hijo único, los sacrificios son enormes. Mi mamá limpia casas y mi papá trabaja como taxista. Ellos hacen todo lo posible para que yo siga estudiando. Trato de no exigirles nada porque sé lo difícil que está todo, pero en estos días cuando me estaba preparando para ir a clases me di cuenta que el único par de zapatos que tengo estaba roto. Me dieron ganas de llorar, pero como quiero salir adelante me dije que eso no me detendría”.

Luis vive hacia el norte de Barquisimeto, en una población desfavorecida llamada El Cují. Viaja todos los días un promedio dos horas. Cruza la ciudad hasta llegar a Cabudare, capital del municipio Palavecino. Agarra hasta tres buses y se gasta 200 bolívares solo en pasajes.

“Por eso no puedo ir a almorzar a mi casa. Es muy lejos, si voy ya no puedo regresar. Son muchas las veces en las que no tengo para comprar comida y más si ese día tengo que sacar algunas copias o comprar material para las clases. En ocasiones en las que comparto mi almuerzo con otro compañero que está en la misma situación”, dijo con tristeza.

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En este sector vive Luis, por aquí no pasa mucho transporte público

Desde que tenía 14 años se inclinó por las finanzas. “Siempre me gustó la contabilidad y por eso estoy muy motivado con mi carrera. Ahora que van a subir el costo del trimestre, dicen que va a quedar por encima de los 23 mil bolívares, no sé cómo vamos a hacer”.

Explicó que está explorando una oferta para estudiar en la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA). “Soy atleta de voleibol y creo que tengo una opción allá. Si salgo beneficiado me evito este gasto y mis papás estarán más tranquilos”.

Pero no solo el pago de su carrera le preocupa. Como solo tiene para comer, pagar pasaje y la universidad, Luis se limitó en todo lo que un muchacho de su edad puede hacer. Narró que por ahora no va ni al cine, ni sale con sus amigos y, menos tiene un teléfono inteligente, o una buena ropa.

“Eso es un lujo para mí. Gracias a Dios no sufro por eso, estoy enfocado en sacar la carrera para ayudar a mis padres. Por lo menos aquí me permiten financiar un porcentaje en el momento del inicio del trimestre”.

La situación que vive este muchacho es parecida a la muchos de sus compañeros. De hecho contó que hay unos que viven en Cojedes y en Guanare que no la tienen fácil para pagar las residencias. “Me han contado que pasan hasta tres meses sin viajar a sus casas porque no les queda para pagar pasaje. Yo hago el sacrificio de ir y venir, y por lo menos duermo en mi casa”.

En estos momentos Luis le mete el coco a la agronomía. Piensa desarrollar un huerto en su casa como una vía para mantenerse. Pero hay otros bachilleres que trabajan medio tiempo como vendedores, ayudantes en consultorios médicos, colectores en una buseta y hasta son mototaxistas.

En la misma Universidad de Yacambú hay estudiantes que están en el turno de la noche, y que venden yogur y tortas caseras en los pasillos. “Hay mucha gente buscando como ganar dinero para poder estudiar, hoy en día no está fácil la cosa”, finalizó.

Fotos: Cristian Hernández


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