Al menos 20.000 indígenas están en riesgo por falta de suero antiofídico en la Sierra de Perijá

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Nelson Sandoval, párroco de la Misión Ángeles del Tukuko en la Sierra de Perijá del estado Zulia, inició este año una campaña de recaudación de fondos para comprar suero antiofídico ante el aumento de mordeduras de serpiente en la zona. En lo que va de año se han registrado cinco casos. El tiempo de atención es vital para salvar la vida de la víctima.

Maracaibo. El miércoles 15 de mayo de 2021, un joven de 22 años de edad llegó desde la comunidad de Tayaya, Sierra de Perijá, con una mordedura de mapanare a la Misión Ángeles del Tukuko, luego de caminar más de cuatro horas. Fue trasladado al ambulatorio de Machiques donde solo pudieron estabilizarlo porque no había suero antiofídico, ahí esperó tres horas más y, finalmente, en la noche lograron llevarlo en ambulancia hasta Maracaibo para su atención. Afortunadamente se encuentra estable.

Pero no siempre la suerte es la misma. De acuerdo con fray Nelson Sandoval, párroco de la Misión Ángeles del Tukuko, las cifras de mordeduras se han incrementado desde el año pasado. Lo ocurrido este 15 de mayo es el quinto caso que se registra en 2021. De marzo a diciembre de 2020 se registraron 11 ataques de las cuales dos resultaron fatales: fallecieron dos adolescentes de 12 y 14 años de edad.

La mayor dificultad que enfrentan las comunidades de la sierra ante la proliferación de las serpientes en esta época de lluvias es la falta de suero antiofídico y la atención médica oportuna en Machiques, donde no hay insumos para atender estas emergencias. Se hace necesario el traslado a Maracaibo y es cuando se presenta el peligro de muerte.

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Las mapanares tienen un veneno muy agresivo, destructor de tejidos y órganos. Foto: Cortesía.

Según las cifras de la Misión los Ángeles del Tukuko 20.000 indígenas entre yukpas, barí y guajiros corren el riesgo de ser mordidos por serpientes. La mayoría de ellos menores de edad por representar la mayor población.

Tito Barrios, especialista en Sistemática y Ecología, lamentó el drama que sufren los habitantes del piedemonte de la Sierra. Dijo que es vital que el paciente sea atendido en un rango de cuatro horas después de que ocurre el accidente.

Mueren porque el veneno ha causado mucho daño en hígado, riñones y en la circulación cuando llegan para ser atendidos. La sangre se vuelve nada. Es necesario que en Machiques se tengan al menos 150 kits de sueros antiofídicos por año. No se van a usar todos, yo calculo que podían utilizarse 60 y los otros serían para transferir a otros sitios, como La Cachama o incluso La Villa. Machiques sería la zona central”, dijo el especialista.

La Bothrops asper, conocida como mapanare o talla X, es la responsable de las mordeduras en la Sierra de Perijá. Son muy prolíficas y pueden tener hasta 26 crías por año. Generalmente nacen con la entrada de las lluvias, por eso aumenta la incidencia. Una de las razones por las que tantas personas son atacadas es porque buscan presas que suelen estar cerca de los humanos como ratas y lagartos. Son nerviosas y agresivas.

Las mapanares pueden llegar a medir hasta dos metros de largo y pueden expulsar el veneno a 1,8 metros de distancia. Para Barrios su letalidad varía dependiendo de la dosis de veneno que inocule.

“Si no tienes el suero a tiempo, es decir, en menos de cinco horas después de la mordida, hay que abrir la herida y drenar un poco la sangre. Luego aplicar corriente, por ejemplo, la que envía el carro al prender, la chispa de la bujía, algo de gran voltaje y poco amperaje para desnaturalizar la proteína”, explicó Barrios.

El especialista en serpientes agregó que las mapanares tienen un veneno muy agresivo, destructor de tejidos y órganos. También destruye la sangre y es doloroso, pero todo depende de cuánto veneno inyecte a la víctima y de la resistencia de la persona. “Una adulta puede inocularle cinco veces la dosis letal para un humano, pero es variable, en caso de que inyecte poco o que solo clave un colmillo”.

Los síntomas de la mordedura incluyen un fuerte dolor, supuración de la herida, inflamación local, moretones que se extienden desde el lugar de la mordedura, ampollas, entumecimiento, fiebre, dolor de cabeza, sangrado de nariz y encías, hemoptisis, hemorragias gastrointestinales, hematuria, hipotensión, náuseas, vómito, alteraciones de la conciencia, sensibilidad del bazo y necrosis local que puede requerir amputación así como insuficiencia renal aguda, choques hemorrágicos, septicemia y hasta la muerte.

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Un kit de suero antiofídico cuesta $247 con cinco viales de 10 ml de suero. Foto: Cortesía.

Fray Nelson insiste en que tener suero antiofídico es vital. “Lo que tenemos es por autogestión, pidiendo aquí y allá para tener unos pocos en la Misión”. Sin embargo, aclaró que las comunidades cercanas al Tukuko son solo un porcentaje.

“Yo reporto los casos de la cuenca del Tukuko, que es donde estoy y son los que me entero, pero no son los únicos casos que hay en toda la Sierra de Perijá”, dijo alarmado Sandoval.

El tiempo es vital
El laboratorio Biotecfar, asociado al Centro de Biotecnología de la Facultad de Farmacia de la Universidad Central de Venezuela en Caracas, es el único que produce suero antiofídico en el país. Según Sandoval un kit de suero cuesta 247 dólares con cinco viales de 10 ml de suero.

“El año pasado pude comprar cinco kits y el laboratorio Biotecfar, que son muy buenos conmigo, me regalaron seis, entonces me traje once sueros para el Tukuko. Eso se diluye en 100 cc de solución se pasa por la vena y luego de dos horas se hace un TP (prueba del tiempo de protrombina) que es un examen para medir el tiempo de coagulación de la sangre y si los tiempos están alargados hay que volver a administrar otro kit de suero y repetir el TP. Un paciente puede requerir hasta tres kits de suero y eso depende del tiempo que haya transcurrido desde el accidente hasta cuando se coloca el suero”, explicó el párroco.

Lo terrible es el tiempo que tienen que esperar los heridos, porque la mayoría no vive en la Misión. Dependiendo de la zona donde se encuentre, el paciente puede tardar de dos a cinco horas, y en los casos más extremos de siete horas hasta dos días caminando para llegar al primer punto de atención que es el Tukuko.

Aquí logramos estabilizarlos con una serie de medicamentos e hidratación para enviarlos a Machiques, allá tienen que esperar una ambulancia o pagarla para trasladarlos a Maracaibo. Eso puede tardar más de medio día, a mayor tiempo, necesitan más cantidad de suero en el organismo para contrarrestar el veneno”, aseguró Sandoval.

Una conexión milagrosa

La fundación Ojenke, creada por Migdalys Santiago y su esposo Ezequiel, son calificados por el párroco Nelson Sandoval como “una bendición de Dios”. Desde 2017 hacen conexión con los yukpas, principalmente, que requieren atención médica en Maracaibo, no solo por mordeduras de serpiente, sino por otras patologías. Comenzaron dando acompañamiento, traducción y gestionando atención médica en los principales hospitales de la ciudad, pero a medida que la demanda fue creciendo, ellos también.

“Hemos hecho un trabajo de hormiguita, comenzamos acompañando, haciendo jornadas médicas integrales en la Sierra, hasta convertirnos en un canal de medicamentos. En 2019 vimos que la situación era muy dramática no solo para los enfermos, sino para los familiares que llegaban hasta descalzos, entonces comenzamos con el comedor para asegurar las tres comidas, ropa, calzado, sabanas e insumos”, comenta Migdalys.

Cuando llega a Maracaibo una persona mordida por un ofidio, Migdalys confiesa que comienza “una sufridera”. “El suero antiofídico lo maneja Sanidad, si el hospital no tiene en el momento, la Sanidad se los ha puesto, pero pasa mucho que no hay tampoco ahí. Los pacientes han tenido que esperar hasta tres semanas por una dosis”.

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Foto: Cortesía Fundación Ojenke.

La fundación además corre con los gastos de otros insumos y medicamentos que piden en los hospitales para atender estos casos.

“El tratamiento es dexametasona, diclofenac y antibiótico como metronidazol o trimetoprim. Hay hospitales donde piden las soluciones para mantenerlos hidratados, el yelco, las jeringas y hasta los tubos para las muestras de laboratorios”, dijo la presidenta de la fundación.

Afortunadamente, Ojenke cuenta con aliados que hacen donativos particulares, otras fundaciones que comparten insumos y una serie de laboratorios que rebajan o hacen gratis los exámenes. Pero Migdalys reconoce que no es suficiente para la cantidad de pacientes que reciben.

En 2020, la fundación habilitó un área de su casa como refugio temporal. Al menos 70 personas han sido atendidas en lo que va de año, porque además atienden casos de neumonías necróticas, diarreas, desnutrición, fracturas por caídas, problemas renales, hipoxia cerebral, meningitis viral y convulsiones.

Les prestamos la mejor atención. Yo misma les lavo la ropa a mano, porque no tenemos lavadora, les hago la comida y gestionamos los traslados, que cada vez son más difíciles por la falta de la gasolina. Teníamos una bicicleta para llevar insumos a los hospitales, pero nos la robaron y por la pandemia nos quedamos sin voluntarios. Es difícil, pero nos mantenemos en pie, somos mi esposo y yo contra el mundo”, dijo.

Ojenke atendió 14 yukpas por mordeduras de serpientes en 2020. “Cuando hay una muerte tampoco hay traslado, tienen que abandonarlos en la morgue, porque no hay como sacarlos a la Sierra. Siempre he dicho que los yukpas son de hierro, porque ellos aguantan tantas cosas, me he conseguido gente que tiene hasta tres días de mordidos y con mucha brega se salvan, pero otros no”.

La fundación Ojenke y la Misión los Ángeles del Tukuko insisten en la importancia de dotar los hospitales cercanos a la Sierra de Perijá de suero antiofídico para salvar la vida de los indígenas. El fray Nelson Sandoval ha emprendido una campaña para comprar suero para la Misión.

A través de Crónica.Uno instó a la ciudadanía a salvar vidas donando a la Casa Hogar Fray Romualdo de Renedo en la cuenta Banesco 0134-0013-09-0131043711, Rif J-29852032-9; también a través de Zelle dona@tukuko.org.


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