Albany González cambió la música por la pasión hípica en La Rinconada

Albany González

La joven de 25 años fue alumna y directora de orquestas juveniles e infantiles en el Sistema Nacional, donde aprendió a tocar el violonchelo, pero las visitas al hipódromo capitalino hicieron que se enamorara de los caballos y optara por aspirar a ser entrenadora.

Caracas. La aspirante a entrenadora de ejemplares purasangres, Albany González, se dedicó desde los cinco años de edad a los estudios musicales en el Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, pero cuando conoció el hipódromo La Rinconada se enamoró de los caballos y decidió cambiar el violonchelo por una jáquima para guiar equinos.

González es una de las cuatro aprendices mujeres que hacen vida en las caballerizas del óvalo de Coche como parte de la capacitación de la Escuela de Entrenadores para obtener la matrícula profesional.

La joven de 25 años es la cuidadora asistente de la cuadra de Ramiro Caldeira, aunque no olvida su etapa en el Sistema, donde fue una alumna aventajada, lo que le valió llegar a dirigir niños y jóvenes e incluso tocar bajo la batuta del afamado maestro Gustavo Dudamel.

Fue una etapa hermosa que todavía recuerdo y llevo conmigo, pero los caballos se adueñaron de mi corazón”, señala la nativa de Boconó, estado Trujillo, aunque se considera natural de Guanare, la ciudad del estado Portuguesa donde creció y se crio.

Ese “idilio” con los corceles empezó a crecer cuando González trabajó como promotora en eventos de toros coleados, pero el “flechazo” definitivo llegó cuando una pareja de su madre la invitó a conocer La Rinconada cuando tenía 19 años.

Siempre había sentido cariño por los caballos. Al llegar aquí a Caracas vi cómo funcionaba el hipódromo y me gustó esa dinámica. También me llamó la atención que no veía mucho la figura femenina y eso fue lo que me inspiró a iniciar los estudios en la Escuela de Entrenadores”.

En el aula, explica, el pensum de estudios se basa en conocer al animal, su anatomía, su alimentación y, finalmente, las maneras de acondicionarlo para las pruebas públicas.

Ya en la etapa final de la carrera, el trabajo de González en el establo de Caldeira consta de una gran variedad de responsabilidades tanto en la pista como en la cuadra.

Los aprendices de la Escuela de Entrenadores de La Rinconada (Cortesía Albany González /@micaballodeamor)

Durante los ejercicios matinales, la asistente se encarga de llevar el control de los galopadores de los equinos, además de ensillar y amarrar las lenguas de los corredores, que requieren el uso de dicho implemento. Al terminar cada briseo, González también debe chequear la respiración y el estado de cada animal.

De vuelta en la caballeriza, la guanareña supervisa al personal y vigila el cumplimiento de los tratamientos específicos de los ejemplares, una cuestión de cuidar los detalles del día a día, donde no faltan los pensionados con genios “difíciles” y “malas pulgas”.

Hay caballos que tienden a ser dominantes y se rebelan. El trato debe ser con mucha inteligencia y mucho tacto, siempre resguardando la vida del animal porque son la prioridad. La idea en esos casos es transformar ese carácter en una fortaleza al momento de desarrollar la capacidad atlética en la pista”, detalló.

Auge femenino en el hipismo venezolano

González se siente orgullosa de formar parte de un grupo de destacadas mujeres que trabaja en distintas áreas de la industria hípica nacional, un auge, que, según la preparadora, no se había vivido antes.

En la actualidad, la huella de la mujer venezolana en el llamado Deporte de los Reyes se ha extendido y adquirido una mayor visibilidad, si bien en el pasado también hubo jocketas, entrenadoras, criadoras y propietarias muy competentes. Hoy en día la presencia femenina abarca otros campos no tan explorados como el pronóstico, el comentario en los medios de comunicación o inclusive la medicina veterinaria.

Claro está que, según la assistant trainer, el buen recibimiento de sus colegas hombres, quienes “le han abierto las puertas de sus establos para aprender” ha sido fundamental en su crecimiento.

A futuro, González aspira obtener la matrícula profesional, presentar ejemplares a su nombre y triunfar en el país. Dice que se le eriza la piel al pensar en correr o incluso ganar el prestigioso Clásico Simón Bolívar, lo que para un músico equivaldría a dirigir la Sinfónica en el Teresa Carreño.

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