La destrucción de las barreras naturales que amparan la línea litoral, específicamente la barrera del mangle, aunado a las políticas de desarrollo turístico que violentan las propias normas del estado venezolano, juegan en contra de la preservación de los sistemas coralinos en Falcón.

Falcón. El cambio climático ha sumado su cuota a la emergencia ambiental en el Parque Nacional Morrocoy con playas desintegradas y mucha arena removida de los fondos marinos.

Andrés Osorio León, oceanógrafo, sostiene que la erosión del litoral por las corrientes cada vez más fuertes provocadas por la elevación del nivel del mar Caribe y todo el Atlántico, ha causado daños a la Costa Oriental de Falcón.

El impacto se acentúa, explica el experto, con la destrucción sistemática de las barreras naturales que amparan la línea litoral. Específicamente se ha dañado la barrera de mangle, bosques adaptados a áreas de alta salinidad que entre otras funciones, estabilizan los suelos de las líneas costeras con sus raíces, además de expandir estas áreas costeras al ganarle terreno al mar.

“El hecho es inocultable, el desarrollo de la industria turística sin orden, que violentan las normas para su protección, como el Decreto N° 1843 de fecha 19 de septiembre de 1991, mediante el cual se dictan las Normas para la Protección de Los Manglares y sus Espacios Vitales Asociados​ publicado en la Gaceta Oficial de la República de Venezuela N° 34.819 de fecha 14 de octubre de 1991”, dijo.

Otro hecho muy bien documentado es que el mismo efecto del calentamiento global ha debilitado el sistema inmune de todos los arrecifes coralinos en el planeta, y se han creado enfermedades virales destructoras en estos seres vivos. 

De 2009 a la fecha, el mundo ha perdido 14 % de sus arrecifes de coral –unos 11.700 kilómetros cuadrados– debido al incremento de las temperaturas de la superficie marina, advierte un informe publicado por la Red Mundial de Vigilancia de los Arrecifes Coralinos, apoyada por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).

El emblanquecimiento de los corales (coral bleaching) es una de estas patologías asociadas a las infecciones virales que acentúan la pérdida de estos milenarios organismos. Esto se ve en los arrecifes del Parque Nacional Morrocoy.

Los fenómenos masivos de decoloración de coral son cada vez más frecuentes. El primero que se registró en 1998 y acabó con la vida del 8 % de los corales del mundo. Los mayores impactos en esa ocasión se observaron en el océano Índico, Japón y el Caribe.

La muerte de los corales, en Falcón, influyó de manera importante en la desaparición del Cayo Pelón (2011), en el que la subida del mar impactó un arrecife cada vez más débil y lo perforó, arrastró toda la arena del cayo y lo cubrieron las aguas.

Cuestión de voluntad política

En impactos ambientales por las acciones antrópicas se tiene que considerar un gran tema y es el resarcimiento de daños. Hay dos casos en Falcón que sirven de jurisprudencia. 

El primer caso fue el de las ostras contaminadas, en el que el Ministerio Público obligó a la alcaldesa oficialista Nawal El Bacha (2004-2013) a resarcir los daños a unas 300 familias de ostreros por la prohibición de extracción y venta forzada de ostras y otros moluscos, por estar contaminados.

El otro es el del Caño Salado en Tucacas, en el que se obligó a la empresa que abrió el canal a cerrarlo y a plantar mangle que fue destruido, además de la obligación de pagar una multa. La sanción se cumplió parcialmente

Los impactos ambientales se compensan con otras obras que se deben exigir al desarrollista para mitigar, resarcir, compensar los daños. Resarcir los daños en Caño Tibana y en la carretera que se construye en Varaderos sería un asunto de voluntad política por logarlo.

Al impacto del calentamiento atmosférico, se suman las descargas contaminantes a los corales, extracción de especies como el pez Loro. Estas son algunas de las arbitrariedades que se evidencian y palpan dentro de espacios como el Parque Nacional Morrocoy.


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