Los comerciantes de la ciudad capital del estado Zulia dejan de trabajar por falta de gasolina en las plantas eléctricas cuando se va la luz.

Maracaibo. “Este calor es insoportable. Estar encerrados sin agua y ahora sin luz es una cosa de locos. Mis padres, que son mayores e hipertensos, dicen que se ahogan cada vez que nos cortan la luz, a veces me da miedo”, dijo Magalys Briñes, una vendedora de artículos telefónicos en un centro comercial de Maracaibo. 

Los cortes eléctricos están de vuelta en el Zulia, en lo que va de año más de seis municipios ya suman al menos dos apagones generales de hasta 20 horas. Machiques, Cabimas, Sur del Lago, Maracaibo, San Francisco, La Concepción, La Cañada de Urdaneta, Mara y Guajira son los más afectados. 

El pasado viernes 3 de abril los zulianos vivieron “un maratónico día”: a las 4 de la madrugada el sueño de muchos se interrumpió por el calor, se fue la luz. Los “privilegiados” pasaron 14 horas sin luz, mientras que para las zonas más rurales, el apagón duró entre 20 y 25 horas. 

En rueda de prensa, Lisandro Cabello, secretario de gobierno, dijo que la falla se había originado en la subestación El Tablazo, debido al “polvo y la humedad” e informó que se iniciarían labores de mantenimiento. Sin embargo, el martes 6 de abril, un estruendo despertó nuevamente a los marabinos. El cielo se iluminó con la explosión de varias subestaciones pasada la 1 de la madrugada. 

El evento conocido como arco eléctrico, dejó sin servicio a los municipios: La Cañada de Urdaneta, Machiques, Jesús Enrique Lossada, Mara, Guajira, Almirante Padilla, Rosario de Perijá, Catatumbo, Maracaibo y San Francisco, por un periodo de seis a 12 horas. 

Hasta el momento, no es oficial la aplicación de un nuevo esquema de racionamiento eléctrico en el Zulia, pero la realidad es que las fluctuaciones eléctricas van de tres a seis al día y los apagones son de cuatro y seis horas.

Horas largas 

Roberto y María Rosa Villalobos son una pareja de la tercera edad, habitantes de la urbanización San Jacinto. “Cuando se va la luz pasamos las horas mirándonos las caras, porque nos da miedo salir por el coronavirus. Dormimos en el patio en hamacas, pero el calor no se aguanta, lo único bueno es que está llegando agua por gravedad”.

La pareja recalcó que compran lo necesario debido a las variaciones de voltaje. “Ya se nos dañó la nevera el año pasado por los bajones, entonces compramos lo necesario. No se puede tener comida porque corremos el riesgo de que se dañe”.

Martha Asuaje, una ama de casa, dijo que recurre a meter a su bebé de dos años en una bañera cuando la temperatura sube en la capital zuliana. “Mi bebé no deja de llorar cada vez que se va la luz, por eso lo meto en una bañera cuando aprieta el calor, ya tiene todo el cuello irritado de tantas horas sin luz”.

Luis García, habitante del sector Haticos, en el centro de Maracaibo, recalcó: “Es mentira que no hay racionamientos. Para el Gobierno siempre hay una excusa, en esta zona se va la luz ocho horas diarias y los bajones son hasta ocho. Tampoco hay agua, nos tienen castigados. Tengo una bomba y si llega el agua no puedo llenar el tanque porque no hay luz y me toca llenarlo a punta de baldes”. 

Sobre qué comer en estos tiempos de cuarentena frente al panorama zuliano, los habitantes de la capital coinciden en comprar huevos, queso y verduras. “No podemos comprar granos porque en mi casa no hay servicio de gas doméstico, usamos bombona y si compramos granos, se nos acaba más rápido. Lo que comemos es arroz con queso, huevo y arepa. A veces, si consigo verdura hacemos pasta”, dijo Carlota Silva, mientras hacía una cola para comprar arroz en el mercado Los Plataneros, al oeste de la ciudad. 

Sin luz no hay comida

Uno de los sectores más golpeados por la crisis eléctrica en la región ha sido el de los comerciantes informales. En meses pasados lograron sobrevivir gracias a las plantas eléctricas que cada uno adquirió para hacer frente a las fallas eléctricas, sin embargo, en este tiempo de cuarentena la situación es más crítica. A la reducción de horarios y días de venta en los establecimientos de los principales mercados populares de la ciudad se suma la falta de combustible.

Ya no podemos prender la planta cuando se va la luz porque no hay gasolina. Ahora nos toca cerrar porque sabemos que no volverá la luz hasta cuatro o seis horas. Ya no hay casi dólares en la calle, yo prefiero cerrar, dijo Isaac Romero, un vendedor de comida al mayor.

Para él la falta de combustible llevará a la quiebra a varios comerciantes. “No podemos ir a comprar comida para surtir, la frontera está cerrada, no salimos de un apagón, esto va a acabar con el comerciante. Ahora que el Gobierno debería garantizar todos los servicios públicos por la cuarentena, estamos peor”.


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