Encierro por la cuarentena afecta la salud mental de los jóvenes zulianos

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Dificultad en el manejo del estrés, ansiedad, depresión y conductas relacionadas con la autolesión son algunos de los problemas que afronta la población joven en el Zulia, mientras que la tasa de feminicidios cerró en mayo con 11 casos en la entidad.

Maracaibo. Rosa María Núñez jamás imaginó que su vida cambiaría en un abrir y cerrar de ojos. A principios de año se sentía segura, con “una vida normal” que avanzaba entre los estudios en la carrera de Comercio Exterior y un trabajo que le permitía aportar dinero en casa y reunir para su próxima inscripción. Rosa es una de los tantos jóvenes zulianos que presentan síntomas de salud mental afectada.

Recuerda que para finales de febrero su madre, Karelis, ya mostraba signos de preocupación ante la propagación del virus de la COVID-19 en el mundo, pero Rosa se empeñaba en decir: “Eso no va a llegar aquí. Es imposible, además, sería el colmo, con tantos problemas que ya tenemos en el país”. El presentimiento de su madre se cumplió, y el 13 de marzo el Gobierno informó en cadena nacional de radio y televisión que el coronavirus había llegado a Venezuela.

Rosa se quedó sin trabajo al día siguiente y, con ello, con menos posibilidades económicas de seguir su carrera. Todo era incierto: “Al principio lo vi como unas vacaciones, pero hoy, sinceramente, ya estoy desesperada”.

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El confinamiento ha aumentado los casos de trastornos de salud mental. Foto: Cortesía José Núñez

Para el 14 de junio, el Zulia registraba 228 personas contagiadas de COVID-19.

La joven de 19 años de edad confiesa que ha sufrido depresiones fuertes y colapsos nerviosos: “Me siento en la mesa a llorar. No sé qué va pasar con mi futuro. Siento que no voy a poder salir adelante. Tampoco sé de dónde voy a sacar dinero para seguir estudiando. Hay días en los que no quiero ni salir de mi cuarto”.

La cuarentena social obligatoria en Venezuela ya suma más de 90 días debido a la llegada de la pandemia  de COVID-19 a América latina. La suspensión de las actividades laborales, educativas y de distracción ha confinado a por lo menos 28 millones de venezolanos, según el último Censo.

Sobrellevar una convivencia familiar más estrecha ha ocasionado el aumento de casos de violencia intrafamiliar y de género. De acuerdo con la organización Utopix, defensora de los derechos de las mujeres, a través de su Monitor de Feminicidios, 42 mujeres fueron asesinadas desde el 16 de marzo hasta el 31 de mayo en todo el país.

Los informes mensuales emitidos por la organización revelan que las entidades donde se han cometido más feminicidios este año son: Aragua con 15, Distrito Capital con 13, Zulia con 11 y Miranda con nueve. Mientras que en Táchira se han registrados ocho, en Bolívar ocho, en Trujillo siete y en Carabobo seis.

En el caso de los jóvenes adultos, existen sombras silenciosas, como la depresión, la frustración ya la incertidumbre. “A veces estamos muy necesitados y no tengo cómo ayudar a mi mamá”, continúa Rosa, quien forma parte de la estadística de jóvenes universitarios que se quedaron sin becas de estudio este 2020.

“Estar encerrado no es fácil, ni para el cuerpo ni para la mente. Además, he tenido que buscar otras vías para ganar dinero, porque no hay fecha para volver al trabajo”, dice.

La falta de recursos económicos y las condiciones adversas para las familias, como las fallas en el servicio de agua por tubería, las eléctricas o la crisis de salud pública, son elementos irritantes dentro del hogar. En el Zulia, los jóvenes de entre 18 y 30 años de edad están afectados con problemas de salud mental, debido al estrés que les produce permanecer encerrados.

Salud mental en el contexto de emergencia

Recientemente la Fundación Rehabilitarte, constituida desde el año 2018 y que brinda atención psicológica en el Zulia, realizó una encuesta sobre el estado emocional de los zulianos ante la emergencia por la COVID-19. El resultado arrojó que de 500 encuestados, 12 %, ha presentado síntomas graves de ansiedad y preocupación; 8,2 %, malestares físicos como: intranquilidad, inquietud y agitación; mientras que 61,6 % ha manifestado tristeza a causa del distanciamiento social o cuarentena.

Mervin Chávez Castillo, médico psiquiatra, considera que los estudiantes universitarios son de alto riesgo, especialmente para problemas relacionados con dificultad en el manejo del estrés, ansiedad, depresión y conductas relacionadas con la autolesión, el suicidio y el abuso de alcohol y sustancias tóxicas.

Aunque aclara que son conductas ya existentes, la cuarentena, como “un factor estresor de alta intensidad”, ha desencadenado mayor riesgo: “Por experiencia personal y la de varios colegas, puedo decir que el número de consultas por estos motivos se ha elevado de manera importante, especialmente en los jóvenes adultos”.

Rehabilitarte presta servicios de atención psicológica vía remota desde que empezó la cuarentena. Chávez asegura que “los primeros motivos por los que llaman los jóvenes es por dificultad en el manejo del estrés, la ansiedad y la depresión. Manifestados de muchas maneras, por la particularidad de cada uno”. La persona deja de funcionar a causa de las preocupaciones constantes, expectativas y aprehensión.

“Además, es muy frecuente que haya manifestaciones físicas de la ansiedad, muchas veces la persona no es consciente de ello. Se queja constantemente de dolor de cabeza que no mejora con tratamientos, gastritis, reflujo, intestino irritable, náuseas, vómitos sin explicación, taquicardias, sudoración, desmayos, mareos que no tienen explicación médica, pero que se acompañan de una ansiedad muy intensa o crisis de pánico”, explica el especialista.

Reina Briceño es una joven estudiante de Física en la Universidad del Zulia, con 21 años de edad. Solo le falta tesis y dos materias para culminar su carrera, pero, como ella misma lo explica: “Se atravesó la pandemia y con esa no puedo hacer nada”. Lo dice porque durante 2019 pudo cursar solo un semestre que se extendió todo el año debido a los robos y desmejoramiento que ha sufrido su facultad.

En su caso, el manejo de la cuarentena “es más difícil” debido a que es estudiante foránea, residenciada en Maracaibo: “Antes iba una vez por semana a visitar a mis padres en Machiques, ya no puedo. Me quedé presa aquí y sola. Esto me ha pegado mucho, no me provoca comer, no me baño con frecuencia y me he comido todas las uñas de los dedos de las manos al punto de sangrar”.

El especialista refiere que merecen extremo cuidado y atención inmediata los casos en los que la depresión es evidente por cambios en el estado de ánimo, abandono en el cuidado personal, tristeza persistente, cambio en los hábitos, abandono de las actividades que se realizaban por placer, dificultad para conciliar el sueño, cambio en el apetito –ya sea porque se deja de comer o se come en exceso– y dificultad para la concentración.

“Lamentablemente, el suicidio es la línea de tiempo natural de estos problemas, porque ocurren dos cosas: no solo se intensifican por la situación, sino que también se dificulta el acceso a la atención. Entre que el problema empeora y se reducen las alternativas para conseguir soluciones o atención oportuna, el problema va a avanzar. Y si no se aborda a tiempo, afectará más profundamente a la persona y, desgraciadamente, el desenlace es la autolesión y el suicidio, que también se está registrando, solo que no hay cifras porque no hay un sistema en el ámbito nacional organizado en ese sentido”, indica.

Se extiende la cuarentena, se extiende el riesgo
La Fundación Rehabilitarte ha atendido 266 llamadas correspondientes a 261 usuarios, algunos han requerido seguimiento, desde el 23 de abril al 10 de junio. Esto refleja una media de cinco llamadas por día. 141 son jóvenes adultos mayores de 18 años, y 75 son casos de niños y adolescentes.

Víctor Coronado, psicólogo y fundador de la organización recalca: “Nosotros contamos con un directorio de referencias de alcance nacional. En los casos que requieren seguimiento por la naturaleza y el motivo de consulta, los enlazamos con las instituciones especializadas, como consejos de Protección de los Derechos del Niño, Niña y Adolescente, hospital Psiquiátrico, Ministerio de la Mujer y Epidemiología Regional (Zulia) por casos de sospecha de COVID-19”.

Reina manifiesta: “Yo sé que estoy fuera de control. Estoy traumada, porque no quiero estar un minuto más encerrada, y no hay fecha de salir de aquí. Me distraigo un poco con las clases a distancia, pero de verdad es mucho tiempo libre. Hay días en los que duermo más de 12 horas”.

Mervin Chávez, también coordinador de salud de la Fundación Rehabilitarte, califica la pandemia y sus restricciones de “experiencia traumática”, por lo que advierte que según el tiempo al que se esté sometido a la situación, mayor será el riesgo de que se desencadenen problemas de salud mental a largo plazo en los jóvenes.

“Esta es una experiencia traumática, porque implica mucho estrés y una incapacidad de lidiar con las herramientas que tenemos en el contexto de la pandemia. Entonces, partiendo del punto de que es una experiencia traumática y de que estas experiencias pueden vulnerar la salud mental a largo plazo, es posible que tengamos mayor frecuencia de problemas de salud mental relacionados con ansiedad y depresión en el futuro”, señala.

Estudiar sin luz ni Internet
Los jóvenes adultos, estudiantes universitarios, también han tenido que enfrentarse a una cuarentena sin servicios públicos. “Tengo que hacer todo por el celular, porque con las fallas de luz aquí es difícil. Me desespero, pienso en qué va a pasar, qué voy a hacer después de esto. He estado a punto de rendirme y dejar los estudios, porque no es fácil cumplir con seis materias con tantos problemas de conexión”, confiesa Daniel Gutiérrez, de 26 años de edad, estudiante de Comunicación Social.

Él y sus padres solo tienen el aporte económico de sus dos hermanas que emigraron hace más de un año de Venezuela.

Asegura que para poder cumplir con las actividades debe recargar saldo prácticamente todos los días, un promedio de 100.000 bolívares: “Gracias a Dios mi hermana nos ayuda, porque con eso puedo estudiar”.

Emilly Chávez, profesora de Física de la Universidad del Zulia, es testigo de los estragos que causa la cuarentena en los estudiantes. Expresa que siente un profundo respeto y admiración por ellos: “Están haciendo grandes esfuerzos”. Sin embargo, alerta sobre las probabilidades de que los jóvenes cierren este ciclo universitario con deficiencias de aprendizaje. “El grueso de los estudiantes se ha ido y los que quedan es porque tienen una voluntad de hierro para terminar. Ahora la parte académica es más flexible por esta situación, pero van a quedar muchos huecos”, lamenta.


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